Adiós al observador desencantado: Claude Chabrol 1930-2010

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No hubo que esperar mucho. Desde su primer largometraje, El bello Sergio (1958), el director francés Claude Chabrol nos mostró lo que pretendía hacer. Al final de esa película, dos de los personajes que representan el mal -Marie y Glomaud- son visitados en su casa por François, el protagonista del filme. Él los mira con desencanto, sin reprocharles nada, cerrando la puerta de esa habitación que los deja encerrados en su mundo privado. No volveremos a verlos.

Chabrol era ese observador desencantado, sorprendido y hasta maravillado de nuestra habilidad para equivocarnos. Como afirmé en esta columna al referirme al estreno de La flor del mal, “Sus filmes no buscan el crimen o la maldad: lo encuentran”. Tal era su aguda capacidad de observación, que le hacía ver el tamaño de nuestra fragilidad como seres falibles, incapaces de evitar una caída cuando la ambición, la codicia, los celos y el deseo nos mueven. Su última película, Bellamy (2009), termina con una frase de Auden que funciona como un resumen de sus motivos como artista: “Siempre hay otra historia, siempre hay más de lo que los ojos ven”. Y Chabrol estaba ahí para mostrarnos ese otro lado, esa otra historia que muchos pretenden que no veamos. Su cine critica, exhibe y descubre con ironía y dolor los males que padece una sociedad burguesa aparentemente pulcra y feliz, pero que se deshace por dentro.

De ahí que el retrato criminal, el cine policial y la comedia de costumbres hayan sido los ejes de una filmografía prolífica que no supo traicionarse, y donde la muerte y el crimen fueron protagonistas centrales. Comparado por ello con Hitchcock, Chabrol no buscaba lo mismo que el realizador inglés. Al francés le interesaban sus personajes: el crimen era el síntoma de una enfermedad que padecía un ser que valía la pena conocer y acaso aprender de sus errores. Una película de Chabrol no pretende el suspenso vacío, sino el drama real que permita, incluso, reconocernos en esas familias disfuncionales, en esos seres contradictorios que ocultan un secreto, que mienten, que tienen ganas de ser libres así tengan que pagar demasiado por ello.

Más de cinco décadas de actividad nos dejan obras notables como Los primos, Una doble vida, La mujer infiel, Las ciervas, Un asunto de mujeres, La ceremonia, Violette Nozière y Gracias por el chocolate. Un valioso puñado de películas que van desde sus aportes fundacionales a la nueva ola francesa hasta coqueteos con la historia y con el cine comercial. Ahora su mirada lúcida se ha ido. A lo mejor también van a descansar las malas conciencias: ya no hay quien las exponga.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 16/09/10). Pág. 1-18
©Casa Editorial El Tiempo, 2010Claude-Chabrol-01

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