Nunca más: Argentina, 1985, de Santiago Mitre
El género de los courtroom dramas –los filmes que describen los pormenores de un juicio- es uno de los más selectos y sofisticados, pues requieren de guiones de absoluto ingenio para cautivar la atención del espectador, involucrándolo en una trama que es ante todo una disputa verbal entre abogados defensores y fiscales, cada uno presentando golpes de efecto, mediante testigos, pruebas y revelaciones de último momento. Casi que hay unas normas fijas para hacer un courtroom drama, y tácitamente se aceptan y se respetan. Pese a lo predecibles, se constituyen casi siempre en excelentes películas.
Un ejemplo de este género es Argentina, 1985 (2022) de Santiago Mitre, el director y guionista bonaerense recordado por la multipremiada El estudiante (2011), y que para este nuevo proyecto contó con los auspicios de Amazon Studio. La película describe el proceso legal que en 1985 enjuició a la junta militar de gobierno que se tomó dictatorialmente el poder en Argentina entre 1976 y 1983, y cuyos abusos a los derechos humanos son una absoluta vergüenza en la historia de esa nación. Las atrocidades cometidas en contra de la población civil son una herida aún abierta que Argentina, 1985 impide que el tiempo cicatrice: no se trata de hurgar malsanamente en ella, se trata de que no olvidemos lo que pasó (el cine argentino ha tratado el tema repetida y valientemente) y que exaltemos el valor civil de aquellos que no permitieron que semejante genocidio quedara en la impunidad.
Con una narración lineal que puntúa hitos precisos de la investigación de la fiscalía de la Cámara Nacional de Apelaciones –a cargo del fiscal Julio Strassera, el fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo y su grupo de jóvenes asistentes- para después desembocar en el juicio a la junta militar, la película es convencional en su abordaje temático y formal: a lo que había que apelar era a la emoción. A escuchar los testimonios de los sobrevivientes, casi asombrosos en la descripción del sadismo y la crueldad de la que fueron víctimas; a asustarnos con las continuas amenazas a la investigación y al fiscal, y con la intimidación explicita de los amigos de la causa militar. Y esa emoción es más que suficiente para que el interés jamás decaiga a lo largo del filme. El clima de tensión solo lo liberan algunas notas de bienvenido humor que corren por parte de la familia de Strassera (atención al rol de Santiago Armas Estevarena como el hijo del fiscal) y de algunos de sus colaboradores, un oasis en medio de semejante atmósfera, en la que a cada paso se opone una fuerza oculta que parece mayor que la de la justicia.
Ricardo Darín -no imagino un mejor interprete- tiene el rol del fiscal Julio Strassera, un encargo que asume con gravedad, convencido de la trascendencia del personaje. No hay caricatura, no hay imitación, hay respeto por ese ciudadano que durante la dictadura fue fiscal federal y juez, sin objetar las actuaciones de los militares, pero que ahora tomó consciencia del terror, y que obró con el derecho a su favor, pese a que había muchos intereses en contra de su gestión. Peter Lanzani tiene el papel del fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo, un joven sin experiencia que dio con la estrategia necesaria para abordar una investigación en la que casi nadie creía. Todo el reparto de Argentina, 1985 parece estar de acuerdo con la importancia de su aporte a una película que es testimonio, denuncia y ante todo recordatorio.
“Nunca más: informe final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas”, es el nombre del documento que Ernesto Sábato –como presidente de esa comisión- entregó al presidente Raúl Alfonsín en septiembre de 1984. Ese informe fue la base de la investigación del juicio a las juntas y ese “Nunca más” iba a convertirse en plegaria colectiva, en grito de guerra, en petición unánime de un pueblo asqueado de tanto dolor. “A partir de este juicio y de la condena que propugno nos cabe la responsabilidad de fundar una paz basada no en el olvido, sino en la memoria, no en la violencia, sino en la justicia. Esta es nuestra oportunidad y quizá sea la última. (…) Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ‘Nunca más’.” Con estas palabras concluyó su acusación el fiscal Strassera el 18 de septiembre de 1985, con estas palabras la historia de la justicia argentina se partió en dos. Y esta película existe para que lo recordemos.
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