Blaxploitation literaria: American Fiction, de Cord Jefferson
Hay películas tan llenas de agudezas verbales que, aunque son un deleite intelectual, nos alejan de la realidad que pretenden reflejar. A menos que, por supuesto, nos encontremos frente a un comedia. O en el caso de American Fiction (2023), de una sátira. Ahí conoceremos a Thelonious ‘Monk’ Ellison, un profesor universitario y literato afroamericano que desde su cátedra y sus libros busca luchar –con poco éxito- contra los clichés raciales, apuntando a sacudirse de ellos mediante un intelectualismo incomprendido que molesta a sus alumnos y que lo convierte en un autor fracasado y con una desilusión creciente frente a sus aspiraciones docentes y académicas, versus lo que el mercado literario busca. El panorama sería igual si en vez de un escritor se tratara de un actor o un director de cine. Como lo explica la crítica cultural Aisha Harris en un ensayo para NPR, publicado el 22 de diciembre de 2023, “cada época tiene al menos una o dos sátiras sociales notables luchando con la tensión entre el arte negro y el comercio (también conocido como “venderse”)”. Dos ejemplos claros: lo que hizo Robert Townsend con Hollywood Shuffle (1987) y Spike Lee con Bamboozled (2000).
En American Fiction el gran Jeffrey Wright encarna a ‘Monk’, un hombre frustrado y enojado con las circunstancias en las que vive y que lo reducen y encajonan. Su raza lo limita –incluso en el medio docto- a unas convenciones y a unos lugares comunes con los que, cansado de enfrentarse, decide ironizar mediante la escritura de una novela repleta de ellos y escondiéndose bajo un seudónimo y una personalidad que representa exactamente al autor negro marginado y de pasado violento capaz de escribir un libro así: blaxpoitation pura. Ya ustedes se imaginarán –sin tener que ser pitonisos- lo que ocurre con el libro. ‘Monk’ termina dándose un involuntario (y figurado) tiro en un pie, lo que aumenta todavía más su desencanto con el gusto literario promedio y con la gente en general, pues ‘Monk’ es un personaje complejo y difícil, dueño de una superioridad intelectual que le impide ver y comprender el punto de vista del otro. ¿Qué es arte auténtico y qué es basura comercial? ‘Monk’ no tiene la verdad revelada así lo crea, solo una opinión, por documentada que sea.
Un protagonista misántropo es una muy mala idea para una película y por fortuna para American Fiction, ‘Monk’ tiene una familia –lejana, disfuncional, tóxica quizá, pero que existe. Y es en relación a esa familia que este personaje genera algo de empatía en el espectador, pues por primera vez se le ve como parte de un grupo social que lo acoge y lo integra, pese a lo ásperas de esas relaciones interpersonales. Sin embargo, es ahí donde ‘Monk’ muestra otra cara, una más tolerante y benévola… hasta cierto punto, pues no se trata de encontrar redenciones de último momento. Eso no sería consecuente con lo que la película exhibió y no se trata de traicionar a un personaje, simplemente porque no es exactamente un ejemplo de bondad y valores humanísticos. La narración de American Fiction va en otro sentido.
El enojo constante de ‘Monk’ pasa por ver que todos los que lo rodean son felices a su manera (escapista, otoñal, impulsiva), mientras él acumula frustraciones por el hecho de exigir que la vida esté construida a escala de sus necesidades. Dispuesto a darse tumbos contra todas las paredes antes que pensar distinto, ‘Monk’ no encuentra una válvula de escape para su padecer. O quizá sí. La película, que es una adaptación de la novela Erasure, publicada por Percival Everett en 2001, tiene en la ficción a su aliada para un deus ex machina que propone varias salidas al drama de su protagonista. Quiero anotar que la ambigüedad del final del filme nos hace pensar a veces que todo lo que vimos fue simplemente un constructo literario, pero es difícil establecerlo con certeza. La referencia al final feliz (solo en la ficción) de Annie Hall (1977), no hace sino acrecentar la deuda que Cord Jefferson como director novel y guionista de American Fiction tiene con Woody Allen, pero esa es otra conversación. Una que la cultura de la cancelación aún no está dispuesta a tener.
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