Cero en conducta: Kiss Me, Stupid, de Billy Wilder

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«Para mí, The Apartment fue uno de esos hits que se elevaron. Me gusta pensar en él como mi home run con las bases llenas. Kiss Me, Stupid fue un strikeout»
-Billy Wilder

Leamos algunas opiniones sobre Kiss Me, Stupid al momento de su estreno:

Judith Crist, en el N.Y.Herald Tribune: «La película más repugnante del año».

Vogue: «Es una película capaz de afectar profundamente al espectador, como demuestra el número de personas que abandona la sala sin esperar a ver el final. Pero ¿qué es lo que la hace tan perturbadora, cuál es la razón de que el público abandone la sala cuando es capaz de soportar el verdadero mal gusto de obras como La pantera rosa? Creo que abandonan el cine porque presienten que Wilder habla muy en serio… El mundo de Wilder es un universo visto al amanecer en una mañana de resaca, un mundo de dobles sentidos, humo decadente y alcohol barato en el que el hielo se ha derretido: el verdadero país de la desesperación».

Thomas Thompson en Life: «Durante años, Billy Wilder ha caminado desafiante por la cuerda floja que separa el refinamiento de la salacidad, pero con Kiss Me, Stupid ha sufrido una aparatosa caída. El film es una broma pesada, motivo de vergüenza para el público, los actores y la industria que ha alumbrado su creación».

Lycurgus M.Starkey Jr., pastor de la Iglesia Metodista de Muncie, en declaraciones a la NBC: «Las películas de Billy Wilder han sacudido los cimientos de las costumbres sexuales, han glorificado la promiscuidad, han ensalzado la prostitución y elevado el adulterio a la categoría de virtud».

Monseñor Thomas F. Little, secretario de la Legión Nacional de la Decencia: «En el caso de Kiss Me, Stupid, mister Wilder no sólo no ha conseguido crear una sátira correcta a partir de la situación de comedia, en la que el compositor aficionado quiere vender sus canciones a un cantante famoso y para ello ofrece a su supuesta esposa para propósitos adúlteros, sino que lamentablemente ha elaborado una pieza completamente sucia y realista que resulta reprobable, tanto desde el punto de vista ético como desde el punto de vista estético. Diálogos groseros, llenos de indirectas, un tratamiento lleno de lascivia de la sexualidad matrimonial y extramatrimonial, y una tendencia a una sexualidad delictuosa dan a la película una repugnante tendencia a la inmoralidad».

Kiss Me, Stupid (1964).

Ray Walston, Kim Novak y Dean Martin en Kiss Me, Stupid (1964).

Como se ve, Wilder ahora fue demasiado lejos. Él y I.A.L. Diamond parecían dispuestos a presionar los límites del atrevimiento, como si fuera un globo, para ver hasta donde resistía y de repente con Kiss Me, Stupid el globo se les reventó en la cara. Dolorosamente, para su desgracia. La sanción de la Legión de la Decencia -fundada en 1933 por el arzobispo John T. McNicholas y dedicada a identificar y combatir el contenido discutible en las películas, buscando una “purificación” moral del cine- fue un golpe grande. Desde 1956 con Baby Doll, ninguna película recibía la condenación de esa organización (al haber quedado clasificada en la categoría “C”), lo que implicaba un boicot que afectaba las posibilidades de distribución y por ende la rentabilidad. Incluso la Motion Picture Association of America (MPPA) se negó a darle su sello de aprobación hasta que Wilder cambiara el final, lo cual accedió a hacer, esperando que la Legión le quitara la condena, pero esto no ocurrió. Lo más curioso es que la oficina Hays, la del Código de Producción, le dio su aprobación a Kiss Me, Stupid, basados en la fama de Wilder. United Artists decidió exhibir el filme de manera limitada y a través de una filial que distribuía películas de corte artístico, Lopert Films. Sus ganancias en taquilla no cubrieron los costos de producción, calculados en tres y medio millones de dólares. Pero, ¿cómo ocurrió esto?

Kim Novak en Kiss Me, Stupid (1964).

Kim Novak en Kiss Me, Stupid (1964).

Los dos guionistas partieron de una obra de teatro de Anna Bonacci, L’Ora Della Fantasia, que tiene lugar en la Inglaterra victoriana. Su versión en inglés –The Dazzling Hour– transcurre en la Francia del siglo XIX. Al actualizarla a los años sesenta empezaron los problemas: «Nadie consiguió captar lo que pretendíamos. Una película estilo Tom Jones con vestuario moderno. Esto lo entendieron bien en Europa y tuvimos buenas reseñas en París y Londres. Si lo hubiéramos hecho tal como en las tablas, quizá la gente hubiera entendido», se lamentaba Diamond ante Charlotte Chandler. Pero no fue así. Lo que el público vio fue una historia de adulterio en la que un pianista y compositor aficionado que vive en (¡atención al nombre!) Climax, Nevada, llamado Orville J. Spooner (Ray Walston), contrata a una prostituta para hacerla pasar por su esposa y así ofrecérsela a Dino, un cantante de moda (interpretado por Dean Martin), a cambio de la compra de unas canciones que él podría ayudar a popularizar. Al final Orville, que temía que Dino conociera y seduciera a su esposa real, terminará acostándose con la prostituta, mientras el cantante acaba en cama con la esposa de Orville. Por supuesto que comprará una de las canciones (aunque suenan mediocres, en realidad son composiciones poco conocidas de nadie menos que George e Ira Gershwin).

Como se ve, el tema era demasiado espeso para la época, aunado a que la atmósfera de la película está llena de diálogos y situaciones de doble sentido y con alusiones sexuales directas e indirectas que giran alrededor de la dicotomía esposa/prostituta que representan aquí Zelda Spooner (Felicia Farr, segunda esposa de Jack Lemmon) y Polly “Pistolas” (Kim Novak). La perfecta ama de casa terminará acostándose con el cantante -y recibiendo dinero por ello-, mientras la prostituta no le cobra a Orville por los servicios maritales que le presta, feliz de poder tener un hogar y ser la señora de una familia, aunque sea por una noche.

Kiss Me, Stupid (1964).

Felicia Farr y Ray Walston en Kiss Me, Stupid (1964).

Sin duda el material es de dudoso gusto, pero es imposible decir que Wilder y Diamond están irreconocibles aquí. La película es muy entretenida, con giros verdaderamente inteligentes, un planteamiento dramático clásico y unas líneas de diálogo abiertamente sexuales que no vamos a repetir aquí, pero que no dejan dudas de sus intenciones subversivas. Además las actuaciones de Dean Martin -representándose a sí mismo, en una auto parodia valiente de este célebre miembro del “Rat Pack”- y de Kim Novak son un punto alto. A diferencia de otras comedias con tema sexual realizadas en la época, en la que el protagonista masculino era un hombre normal, casi inofensivo, tal como Tom Ewell, Bob Hope y Terry Thomas, aquí se trata de un hombre viril, a toda hora entre ebrio y excitado, incapaz de ocultar el deseo que siente por Polly, a la que prácticamente devora con los ojos. Y Kim Novak, que no era exactamente una comediante solapada estilo Doris Day, luce cómoda en este papel. «Era una actriz fabulosa y disciplinada y en esta película estuvo maravillosa», acotaba Wilder. Aunque ella está encasillada en su papel de una prostituta -(«sus vestidos eran tan estrechos que parecía llevarlos debajo de la piel», según Pauline Kael)- que rezuma vulgaridad y sexo, hay en el fondo un patetismo, una fragilidad y una resignación adolorida que se alcanzan a traslucir con sólo verla a los ojos. A esta mujer la han engañado en el pasado y las circunstancias presentes la obligan a quedarse clavada en un pueblo sin futuro, fungiendo de mesera y meretriz. Que se le permita encarnar a un ama de casa normal, decente y hacendosa es intentar -momentáneamente- recuperar una dignidad que algún día tuvo y que sin duda añora más de lo que ella misma es capaz de aceptar. Tanto, que por momentos se le ve defender un honor que es postizo, pero que posesionada del papel que está ejecutando, hace ver como real.

En cambio Wilder es menos benevolente con Zelda, la esposa de Orville, a la que hace caer con facilidad en manos de la tentación adultera con su ídolo de juventud, el cantante mujeriego y seductor. Es como si Wilder estuviera diciendo – más misógino que nunca- que cada mujer tiene su precio. Y que los límites entre una mujer de hogar y una prostituta se difuminan con más facilidad de lo que parece. Al final Zelda y Polly se encuentran tras la noche adúltera de cada una. Zelda tiene el dinero que le pertenece a Polly y esta el anillo matrimonial que le corresponde a la otra. En ese momento simplemente intercambian ambas cosas. Realmente había motivos para enfurecer a más de una persona y a más de una institución.

Kim Novak en Kiss Me Stupid (1964).

Ray Walston y Kim Novak en Kiss Me Stupid (1964).

Peter Sellers y Marilyn Monroe eran las primeras opciones de Wilder para interpretar a Orville Spooner y a Polly “Pistolas”. La filmación empezó con Sellers, cuyo estilo no encajaba con Wilder, pero tras unas semanas de rodaje el actor inglés sufrió un infarto y hubo que conseguir un actor de reemplazo. Ray Walston había tenido una participación secundaria en The Apartment y en ese momento era tremendamente popular como el tío Martin en la serie de televisión Mi marciano favorito. Wilder creyó que era una buena alternativa, pero siempre se arrepentiría de esa decisión. «[cuando a Sellers le dio el infarto] era el momento en el que Iz y yo debimos habernos retirado», le mencionaba al biógrafo Maurice Zolotow. Walston le da un toque compulsivo y lunático al papel del pianista pueblerino enceguecido por los celos, que ve en cualquier hombre un posible amante de su bella esposa. Cuando Dino llega por casualidad a la población, va a ser lo que sea por venderle sus canciones. Lo que sea, menos presentarle a su joven mujer, que en su juventud fue presidenta del club de fans de Dino. A pesar del concepto de Wilder y si bien Walston no era carismático, su desempeño frenético era perfecto para el tono de comedia del filme. Sus manierismos, sus ataques de violencia, sus ojos desencajados dan cuenta del estado de perpetua agitación y de desconfianza absoluta que lo habitan. Todo esto contribuye a darle a la película ese ambiente extremo y algo extraño que le da una suerte de licencia para mostrar lo que muestra y a decir lo que dice. El escándalo fue, sin embargo, coyuntural. La película luce recatada para los estándares de hoy.

Rodaje de Kiss Me, Stupid (1964). La mirada de Wilder lo dice todo...

Rodaje de Kiss Me, Stupid (1964). La mirada de Wilder lo dice todo…

Wilder, aunque tardíamente, terminaría saliéndose con la suya. La escena más polémica de Kiss Me, Stupid ocurre al final, cuando Dino encuentra a Zelda, la esposa de Orville, y la confunde con Polly “Pistolas”. La mujer termina accediendo a acostarse con él: primero el cantante es su ídolo y segundo, es la oportunidad de asegurar que su esposo obtenga vender una de sus composiciones. Un apasionado beso en cama y un fundido a negro, para a la mañana verla a ella –desnuda, cubierta apenas con una sábana- mientras él se va, son más que suficientes para indicar que hubo una relación sexual. Semejante implicación no podía ser mostrada y Wilder, deseoso de evitar la condena de la Legión de la Decencia la cambió: ahora Zelda es menos amistosa con Dino, el cantante no se sabe bien la canción, y cuando se acuesta le reaparece un dolor en la espalda. La mujer le empieza a hacer un masaje y él, alicorado se duerme. Eso es todo. Que al amanecer ella aparezca igualmente desnuda es más difícil de interpretar. Así fue exhibida la película, pero la sanción permaneció. La edición original de Wilder fue exhibida sólo en algunos mercados extranjeros.

Pasaron 39 años. El 15 de Julio de 2003 aparece la versión en DVD de la película: cuando la estaban preparando, el archivista de la MGM John Kirk encuentra la escena original, poco antes de la muerte del director. Audrey, su esposa, le confirma que Wilder siempre prefirió la escena no censurada, así que Kirk hizo el cambio en los negativos y restauró la secuencia original en la película, relegando -sin más explicación- la escena censurada a la categoría de “escena alterna” en los extras del disco. Un año antes, en Nueva York, se presentó brevemente una nueva copia en 35 mm con la escena restaurada. Calladamente se hizo, por fin, justicia.

Publicado en el libro Elogio de lo imperfecto: El cine de Billy Wilder, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2008, p. 134-139. 
©Editorial Universidad de Antioquia, 2008.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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Un homenaje mínimo a este filme tan golpeado…

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