Chaplin es sinónimo de cine
Seis de los largometrajes más representativos de Charles Chaplin se están presentando en las salas de cine del país en versiones restauradas. Una oportunidad única para acercarse a la obra de un genio sin fecha de caducidad.
La carta que la Mutual Film Corporation recibió el 2 de enero de 1917 era tan curiosa como diciente. La firmaba el encargado de la sala Princess Theatre de Piqua, Ohio, una pequeña población que en ese momento no alcanzaba a tener quince mil habitantes. Decía la carta: “Anoche estrenamos una película suya, de título The Rink, protagonizada por Charles Chaplin. Las constantes carcajadas y los gritos del público hicieron temblar las paredes del local. Se cayó el yeso del techo y se hundió el suelo. Hace muchos años que proyectamos películas sin que se hayan producido pérdidas de vidas humanas ni daños materiales. The Rink supone una amenaza para cualquier edificio; una sola jornada de proyecciones nos ha supuesto un desembolso considerable en reparaciones. Adjuntamos las facturas del yesero y del carpintero. Sería de agradecer que nos enviaran un cheque a vuelta de correo”.
Era una sola pequeña muestra del tremendo efecto que causaba el cine de Chaplin entre los espectadores. The Rink, conocida en España como Charlot, héroe del patín, era uno de los doce cortometrajes de dos rollos (veinte minutos) que este artista hizo para la Mutual entre 1916 y 1917 cuando su personaje del vagabundo aún estaba acabando de perfilarse y de adquirir las características que lo harían absolutamente popular. Su contrato con la Mutual fue de $670.000 dólares por un año, que lo convertían, a sus 26 años, en el artista mejor pagado del mundo. “Junto a la guerra en Europa, Chaplin es el articulo más caro de la historia contemporánea”, reportaba por ese entonces la publicación Reel Times.
Este hombre nacido en Londres 16 de abril de 1889 vivió una infancia sumida en la pobreza y en el abandono, pero gracias a su inaudito talento para la pantomima, la farsa y la comedia física logró ser visto, admirado y apreciado en los circuitos londinenses de vodevil y para 1913 ya estaba viviendo en Estados Unidos trabajando en la compañía Keystone a razón de 150 dólares a la semana. Su ascenso fue meteórico y su fama se volvió exponencial al crear, en enero de 1914, el personaje del vagabundo que lo haría universalmente querido.
En el verano de 1917 llega a la First National Pictures –una sociedad conformada por 26 cadenas de cines en Estados Unidos- con un contrato para hacer ocho filmes en año y medio. ¿La escandalosa cifra que lo hizo decidirse? Un millón de dólares acompañado de una libertad creativa casi total. Terminaría haciendo nueve cintas para esa compañía, pero le tomaría cinco años completarlas por los bloqueos creativos y las interrupciones derivadas de problemas familiares.
Es para First National Pictures donde hace El chico (The Kid, 1921), su primera película de seis rollos (una hora de duración) y el único de sus largometrajes con el personaje del vagabundo que realizará para una empresa distinta a la suya, pues en 1919 junto a los actores Douglas Fairbanks, Mary Pickford y al director D. W. Griffith crea a United Artists y con ella alcanza el control absoluto de su obra. Ahí producirá, dirigirá e interpretará al vagabundo en La quimera del oro (The Gold Rush, 1925), El circo (The Circus, 1928), Luces de la ciudad (City Lights, 1931) y Tiempos modernos (Modern Times, 1936). A estas producciones deben sumarse Una mujer de París (A Woman of Paris, 1923) donde él no actúa y tres filmes sonoros sin el vagabundo: El gran dictador (The Great Dictator, 1940), Monsieur Verdoux (1947) y Candilejas (Limelight, 1952).
Tras su obligado exilio europeo al no renovársele su permiso para entrar a Estados Unidos, acusado de simpatizar con el comunismo, Chaplin se establece en Europa y ahí hace dos largometrajes más, Un rey en Nueva York (A King in New York, 1957) –la última donde actuará- y La condesa de Honk Kong (A Countess from Hong Kong, 1967). Fallecerá en su hogar en Suiza diez años después. Añadir que Charles Chaplin es el símbolo inequívoco del cine creo que es redundante.
Las películas de la muestra:
El chico (1921)
Chaplin se había casado con la actriz Mildred Harris y en julio de 1919 tuvieron un hijo con malformaciones congénitas que falleció tres días después. Deprimido por la muerte de su primogénito, encontró solaz asistiendo al teatro Orpheum para ver allí a un excéntrico bailarín, Jack Coogan que terminó su acto acompañado de su hijo de cuatro años, Jackie, un dotado bailarín e imitador. Sería su compañero en un nuevo proyecto, originalmente titulado The Waif, en el que trataría de exorcizar la tristeza de la pérdida de su hijo, estrenándose como padre putativo en la pantalla. Nueve meses de producción dieron como resultado 400.000 pies de negativo, más de cincuenta veces la extensión de la película terminada.
Temeroso de que El chico terminara en medio de la disputa de los bienes de su divorcio con Mildred, Chaplin y su fotógrafo sacaron el negativo a escondidas de California y montaron la película en un hotel en Salt Lake City, Utah. La cinta se estrenó en Nueva York el 6 de febrero de 1921 con enorme éxito y ha obtenido más de 60 millones de dólares en ganancias al haberse presentado en todo el mundo. Según el biógrafo David Robinson, “Para 1924 la Unión Soviética, Yugoslavia y Colombia eran prácticamente los únicos lugares donde no se había exhibido”. Como se puede apreciar, nuestros problemas de distribución de cine son muy crónicos.
La quimera del oro (1925)
Tras por primera vez perder dinero con Una mujer de París y convencerse que su presencia en las pantallas era requisito para el éxito, Chaplin trata de buscar inspiración para su primera comedia con United Artists. Un estereoscopio con imágenes de gambusinos subiendo una montaña nevada en el Klondike y un relato de las desventuras de la expedición Donner en 1846 perdida en las montañas de la Sierra Nevada le dieron la idea de hacer una película sobre la fiebre del oro en Alaska: el vagabundo sería un gambusino solitario enfrentado a los elementos de la naturaleza y a la codicia de los hombres.
De nuevo su vida personal se interpuso en el rodaje: la joven actriz Lillita McMurray –Lita Grey sería su nombre artístico- coprotagonista del filme se convertiría en su obligada segunda esposa en medio de un escándalo al quedar embarazada y al denunciar ella maltratos y abusos. Cansado y enojado, Chaplin decidió reemplazarla en la pelicula luego de casi nueve meses de filmación. Georgia Hale haría su papel. Rodaron 231.505 pies de película y en el montaje final quedó con menos de 8500 pies, pero el resultado final es absolutamente magistral. Chaplin en estado puro, sacando –él era el único que podía- humor de la tragedia.
El circo (1928)
“Mi madre disfrutó de buena salud los siguientes dos años. Durante la elaboración de El circo recibí un mensaje diciéndome que estaba enferma”. Esto es todo lo que Chaplin escribe sobre este largometraje en su autobiografía. El propio autor parece querer hundir en el olvido una cinta llena de algunos de los momentos cómicos más elaborados y arriesgados de toda su filmografía. La habitual mezcla a partes iguales de drama y comedia está en esta ocasión favorece a la comedia, y ahí todo lo que ocurre en un circo se presta para la risa, que Chaplin sabe aprovechar bien, incluyendo un temerario acto en una cuerda floja.
Su displicencia hacia este filme tiene que ver con el juicio de divorcio que instauró Lita Grey, donde se ventilaron detalles comprometedores de su relación conyugal. Sus bienes estuvieron congelados durante el juicio, incluyendo su estudio, lo cual demoró la conclusión de rodaje de El circo. Chaplin tuvo que pagarle casi un millón de dólares a su ex esposa para apaciguar el escándalo. Por una cifra aún mayor lo demandó el gobierno de Estados Unidos por atraso en los impuestos de años previos, además el plató de rodaje se incendió y los negativos de su acto en la cuerda floja se estropearon y tuvo que volver a filmarlo. Lo más asombroso es que el rodaje pudo concluirse. Por este largometraje recibiría un premio Óscar honorifico que lleva inscrito “a Charles Chaplin por su versatilidad e ingenio al escribir, actuar, dirigir y producir El circo”. Era lo menos que podían darle.
Luces de la ciudad (1931)
Todos esperaban el debut de Chaplin en el cine sonoro y él los sorprendió a todos con otra cinta muda. “Yo estaba decidido a continuar haciendo películas silentes, pues creía que había espacio para todos los tipos de entretenimiento. Además, yo era un mimo y en ese medio, era único y, sin falsa modestia, un maestro. Así que continué con la producción de otra película muda, Luces de la ciudad”, escribe. No tendría diálogos, pero si ruidos de fondo, efectos sonoros y una banda sonora compuesta por él mismo.
La producción tomaría más de dos años y tendría un costo cercano a los dos millones de dólares, pero los vale cada centavo. Es uno de de los filmes más perfectos de Chaplin en su combinación de humor (un millonario cuando está ebrio se convierte el mejor amigo del vagabundo, pero sobrio lo ignora) y tragedia (Chaplin se enamora de una vendedora de flores ciega a punto de quedar en la calle). ¿Alguien será capaz de olvidar la expresión del rostro del vagabundo el último plano de Luces de la ciudad? Es lo más sublime que uno pueda concebir. El crítico James Agee catalogó la escena como “la pieza más grande de actuación y el momento más alto del cine”.
Tiempos modernos (1936)El flechazo con Paulette Goddard fue instantáneo. La conoció en 1932 en el yate del productor Joe Schenck y ella y Chaplin se hicieron inseparables. Tiempos modernos fue inicialmente una disculpa para poder hacer una película con ella, pero terminó convertida en una declaración de principios –que costó millón y medio de dólares y diez meses de rodaje- sobre los peligros de la deshumanización, la industrialización desmedida y el abuso de la autoridad: obviamente fue prohibida en la Alemania Nazi por “tendencias comunistas”.
Sería la primera cinta en la que utilizaría un guion de rodaje, seria a su vez la última película muda de Chaplin –aunque posee efectos sonoros y él canta una canción incomprensible- y la última vez que veríamos al vagabundo en escena. Por eso esta vez no queda solo y con el corazón roto, queda de la mano de una mujer. Paulette Goddard y Chaplin se casaron en 1936, sería su tercera esposa.
El gran dictador (1940)
Chaplin y Hitler nacieron en la misma semana de abril del mismo año. Tenían un bigote parecido. Y hasta ahí las coincidencias. El actor quería ridiculizarlo y advertir de la amenaza fascista y lo hizo mediante una sátira muy arriesgada en la que interpreta dos papeles: a un barbero judío y a Adenoid Hynkel, dictador de Tomania.
“El actor más querido del mundo ha realizado una película que ridiculiza a la figura más odiada del mundo”, anunciaba la revista Life. Pero las advertencias y amenazas para el actor durante el rodaje fueron serias y preocupantes. En su autobiografía publicada en 1964 escribe que “Yo estaba decidido a seguir adelante, pues Hitler debe ser ridiculizado. Si hubiera sabido de los horrores reales de los campos de concentración alemanes no hubiera podido hacer El gran dictador. Sin embargo estaba decidido a ridiculizar sus tonterías místicas respecto a una raza de sangre pura”. Fue la primera vez que Chaplin habló en la pantalla. Eso y la curiosidad que provocó su retrato de Hitler la convirtieron en su largometraje más exitoso en términos de taquilla.
Publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano (Medellín, 22/03/15), págs. 8-10
©El Colombiano, 2015