Como fieras salvajes: El método, de Marcelo Piñeyro

Compartir:

Llega a nuestras pantallas locales El método (2005), el sexto y exitoso largometraje del director argentino Marcelo Piñeyro. Es fácil entender los motivos de la bien ganada fama de esta película: partió de una obra de teatro que ha sido todo un suceso, El método Grönholm de Jordi Galcerán Ferrer; contó como coguionista a uno de los escritores de cine más destacados de España, Mateo Gil, autor de los guiones de tres filmes de Alejandro Amenábar, Tesis, Abre los ojos y Mar adentro; y además se hizo a un reparto de ensueño, en el que se destacan Eduard Fernández, Carmelo Gómez, Najwa Nimri y Ernesto Alterio. Sin embargo, a veces la conjunción de todos estos elementos externos no lleva necesariamente a confeccionar una buena película, más cuando se parte de una pieza teatral que originalmente está confinada a un solo espacio. Por fortuna, está vez los astros estuvieron bien alineados y El método resulta una experiencia tan grata como perturbadora.

Grata, porque la unidad espacial que la película sostiene casi todo el metraje -que la vincula con la clásica Doce hombres en pugna, de Sydney Lumet- permite el lucimiento de los cinco actores y las tres actrices, cada uno con un rango expresivo diferente y con una interpretación llena de matices y fuerza, que hace brillar un guion que pesa varios kilates. Ese mismo guion perturba al espectador por lo desalmado y agresivo: se trata de una especie de juego, en el que los participantes son siete candidatos a un cargo ejecutivo en una empresa multinacional con sede en Madrid. El proceso de selección los obliga a competir entre todos, buscando superar unas pruebas que poco a poco hacen surgir en cada uno su verdadera naturaleza.

El método (2005)

El método (2005)

Todos ellos terminan portándose como fieras salvajes, buscando únicamente su beneficio personal, sin importar las zancadillas que deban poner o los golpes bajos que deban aplicar al contrincante. El individualismo y el egoísmo son los verdaderos protagonistas de una historia tan atractiva y tensa como desalmada y fría. La crítica que hace Piñeyro al mundo de las grandes corporaciones y al capitalismo rampante no tiene ambages ni medias tintas: a ese tipo de conductas como las descritas en la película nos han llevado la ambición y la codicia desmedidas.

El autor de Tango feroz y Kamchatka revalida aquí sus bondades como director y guionista. Que en lo personal yo prefiera un tipo cine más humano y más sensible no le resta méritos a una película bien narrada y mejor actuada.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 29/11/07). Columna Cine, pág. 1-22.
©Casa Editorial El Tiempo, 2007

el_metodo-411717926-large

Compartir: