El día y la hora: Corazón silencioso, de Bille August

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Existe en el cine un subgénero dramático claramente establecido y bastante socorrido: el de los reencuentros familiares. Adúzcase la disculpa que se prefiera, sea una boda, un funeral, un día de acción de gracias o la agonía de uno de los padres, pero el procedimiento y los resultados van a ser los mismos: una erupción incontrolada de varios volcanes humanos aparentemente dormidos, pero que en realidad acumulaban rencores, soledades, secretos e incomprensiones. Ahora en público van a resurgir esos dolores convertidos en un ajuste de cuentas catártico que bien puede ser redentor o constituirse en el Armagedón.

Entre todos los tipos de reencuentros familiares a los que más temo son a los escandinavos. La frialdad, grado de civilización y cultura de esas sociedades sirven como enriquecido caldo de cultivo para las revelaciones más extremas, sobre todo si se cuenta con cronistas como Thomas Vinterberg, Lars von Trier y Susanne Bier. A estos tres directores daneses hay que sumarles ahora a Bille August que con Corazón silencioso (Stille hjerte, 2014), quiere incursionar en este subgénero, de tan fácil resonancia en la consciencia cinéfila del público.

Corazón silencioso (2014)

Corazón silencioso (2014)

August, que con los triunfos de Pelle el conquistador (Pelle erobreren, 1987) –que ganó la Palma de Oro en Cannes, el Globo de oro y el Oscar- y Las mejores intenciones (Den goda viljan, 1992) –su segunda Palma de oro- parecía destinado a ser el nuevo estandarte del cine escandinavo, no respondió a esas enormes expectativas y terminó trabajando en Hollywood encargado de obras indignas de su prestigio. Corazón silencioso, pese a sus defectos y obviedades, es –sin embargo- su mejor filme en años.

Una reunión familiar es, entonces, la que convoca en un fin de semana a las dos hijas adultas de Esther y Poul, una pareja danesa que vive en una hermosa casa campestre. Hay un gran contrate de edades y personalidades entre ambas hermanas, Heidi (Paprika Steen) la mayor, es neurótica y controladora, tiene un marido y un hijo adolescente perfectos, mientras Sanne (la actriz serbia Danica Curcic) es inestable, de tendencias depresivas y se aparece con su despreocupado novio de turno. Convivirán de nuevo con sus padres de viernes a domingo, reunidas para un motivo bastante peculiar pero no sorpresivo para ellas. Tampoco va a serlo para nosotros.

Corazón silencioso (2014)

Corazón silencioso (2014)

“Mañana, cuando te despidas de la abuela la ayudaré a acostarse. Después se tomará unas pastillas. Una mezcla de pastillas que tengo de la Clínica. Después se dormirá mientras yo estoy a su lado. Y Todo habrá terminado”, le dice Poul a su nieto la mañana de sábado, explicándole –a él y a nosotros- de la eutanasia a la que será sometida voluntariamente Esther, víctima de las primeras fases de una Esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurológica degenerativa. Poul es un médico de familia y tiene los elementos necesarios para proveerle a su esposa lo necesario para morir y no esperar que la ELA lo haga por ella en medio de una difícil agonía.

He revelado estos detalles argumentales porque no constituyen misterio alguno que vaya a ser develado al final de Corazón silencioso. Para Heidi y Sanne esta es una decisión tomada en conjunto de la que fueron participes. La película trata sobre el modo en que cada una asume su propio duelo, reflejando a su vez sus certezas, inseguridades, desprendimiento, egoísmo y miedo. No hay buenas y malas actitudes acá, simplemente son las reacciones, muy humanas, que se tienen cuando estamos ahora sí, asomados al abismo de la muerte, de una que tiene fecha asignada. Cierta duda que puede generar algo de tensión en el relato es exactamente el reflejo de esas actitudes inseguras.

Corazón silencioso (2014)

Corazón silencioso (2014)

A este filme no le favorece la frialdad glacial de los personajes, demasiado estoicos y de sangre muy fría como para que logren conmovernos. Una secuencia que intenta que los sintamos menos acartonados, en la que fuman una ronda de hachís por pedido de Esther, se antoja forzada y hasta ridícula. Estas personas dudo que se hubieran comportado así. Solo recuerdo un momento de genuina humanidad: el dialogo que comparten abuela y nieto a propósito de una chica que a él le gusta. Ahí sí hay sentimientos reales expuestos de manera honesta. Lo demás se siente demasiado preconcebido. Y lo peor: visto ya previamente.

¿Y la eutanasia en sí? No hay nunca una apreciación de índole moral frente a la conveniencia o no de este acto. Eso es algo que acá no se discute. El patriarca de la familia es un médico y por ente alguien -en teoría- capacitado para ayudar a prolongar la vida o a suspenderla. Si esta medida es exactamente lo que necesita Esther, o si se está tomando para facilitarle la vida al cuidador, eso no hay quien lo debata. La autoridad de Poul para haber ayudado a su esposa a tomar esa decisión (proceso al que no asistimos) nunca se pone realmente en duda. Previamente mencioné una sospecha que le añade algo de suspenso a un relato que carece de él.

Pese a lo correcto de su abordaje, Corazón silencioso trata con superficialidad y nada de riesgo un tema complejo. Bille August no es Ingmar Bergman: saber mostrarnos los laberintos mentales y los secretos que se encierran en el alma humana es un asunto reservado para unos pocos.

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