Cuando el amor no basta: Nace una estrella, de George Cukor

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“El nacimiento de una estrella inevitablemente significaba la muerte de otra. El espacio en los cielos de Hollywood era limitado”
– Gerald Clarke

Judy Garland estuvo vinculada a la MGM desde que tenía 13 años. La actriz fue uno de los “activos” más valiosos y rentables de la empresa, pero desde su matrimonio en 1945 con el director Vincente Minnelli, en ella se fueron agudizando sus tendencias depresivas, su adicción a los barbitúricos y sus conductas suicidas. Fue apartada de los rodajes de The Barkleys of Broadway (1949), Annie Get Your Gun (1950) y Royal Wedding (1951), y tras tres amonestaciones con sus respectivas suspensiones, el 29 de septiembre de 1950 fue despedida del estudio, “con renuencia y arrepentimiento”, como Louis B. Mayer lo anunció, “y con el fin de servir a los propios intereses de ella”. En realidad ya no podían confiar en Judy Garland.

Ese mismo año, en diciembre, se divorciaría de Minnelli. Escribe él en su autobiografía: “Era evidente que le había fallado a Judy. Los periodos de su vida en que se había visto más incapacitada para enfrentarse al mundo coincidían con los años de nuestro matrimonio. Aquello constituía una acusación que no podía pasar por alto. Pero a su vez Judy me había fallado a mí. Nunca iba a ser capaz de, ni desear, formar un hogar conmigo. Nuestro futuro siempre lo iba a viciar su inestabilidad nerviosa y emocional” (1). La vida privada y la carrera artística de Judy Garland parecían colapsar. Y solo tenía 28 años.

Nace una estrella (A Star is Born, 1954)

Al año siguiente se involucraría sentimentalmente con su representante, Sidney Luft, con quien se casaría en 1952. “Su tercer matrimonio con Luft había hecho que su carrera diese un giro impredecible y empezara a ir hacia arriba. Luft se convirtió en agente personal suyo y los conciertos que la Garland en el Palladium de Londres y el Palace de Nueva York en 1951 y 1952 fueron otros tantos triunfos” (2).

Sin embargo el interés de la pareja era que ella volviera al cine y el vehículo en el que pensaron fue en hacer un remake de Nace una estrella (A Star is Born, 1937), dirigida originalmente por William A. Wellman y producida por David O. Selznick. Los derechos para una nueva adaptación habían sido subastados en los años cuarenta y el productor Edward Alperson los adquirió. Él, Luft y Garland se asociaron y crearon una compañía productora, Trascona Enterprises, para hacer la película. En diciembre de 1952 se anunció que esta empresa había cerrado un acuerdo con la Warner para hacer Nace una estrella y otras ocho películas. De las nueve, tres tendrían a Judy Garland como protagonista.

Nace una estrella (A Star is Born, 1954)

Trascona vinculó al dramaturgo Moss Hart para hacer la adaptación de la historia y Luft conversó directamente con George Cukor para que se pusiera al comando del proyecto. Este recordaba que se le había ofrecido hacer la versión de Nace una estrella de 1937, pero que la rechazó pues le pareció que era una copia de What Price Hollywood? (1932) que el propio Cukor había dirigido. Sin embargo ahora estaba interesado en este remake. “Lo que más le gustaba era la perspectiva de contar con la Garland. Nunca la había dirigido –lo más cerca que estuvo de ello fue cuando dirigió una semana de rodaje de El mago de Oz-, pero siempre la había apreciado y admiraba ese talento que no siempre lograba controlar” (3). Sería además para Cukor su primera película a color, su primer musical y el proyecto más ambicioso en el que iba a involucrarse hasta el momento.

Tras considerar en el papel protagónico masculino a Laurence Olivier, Richard Burton, Tyrone Power, Stewart Granger, Humphrey Bogart, Frank Sinatra, Errol Flynn y Cary Grant (cuya negativa fue dolorosisima para Cukor), se decidieron por James Mason, un nombre que no generaba mayor resistencia, pero tampoco excesiva emoción. Sin embargo se logró el objetivo: un actor competente pero que no le hiciera sombra a Judy Garland. Este tenía que ser su show exclusivo. “A ella se le había dado una segunda oportunidad. Una tercera sería del orden de los milagros. Su futuro entero estaba dependiendo de solo una película y Judy lo sabía. Nace una estrella –le dijo ella a una columnista- no podía meramente ser buena, tenía que ser la más grande de todas” (4).

Nace una estrella (A Star is Born, 1954)

La Warner y Cukor se preparaban para ello. El filme se rodó en CinemaScope, un sistema panorámico que había debutado con The Robe (1953) y en el que no había mucha experiencia aún. Por eso el director recurrió a la ayuda del fotógrafo de modas George Hoyningen-Huene como consultor visual y de color, y a Gene Allen como diseñador de producción, dos nombres que a partir de acá seguirían asociados a la carrera de Cukor. Para la música se vinculó al compositor Harold Arlen (quien había escrito Over the Rainbow en El mago de Oz) y a Ira Gerhswin para las letras.

El rodaje se inició el 12 de octubre de 1953 y concluyó el 28 de julio de 1954. La producción sufrió varios retrasos por las prolongadas ausencias de Judy Garland, que recayó en sus acostumbradas incapacidades laborales por enfermedad o por declararse exhausta. Pese a eso se le veía en las carreras de caballos y en los clubes nocturnos. “Ese es el comportamiento de alguien trastornado. Pero hay en ello una arrogancia y un egoísmo despiadado que eventualmente hacen que uno deje de tenerle compasión” (5), declaraba Cukor. La película terminaría costándole a la Warner más de cinco millones de dólares.

Nace una estrella (A Star is Born, 1954)

El estreno de Nace una estrella tuvo lugar en el teatro Pantages en Los Ángeles el 29 de septiembre de 1954. En Nueva York abriría el 11 de octubre. La versión de Cukor y el montajista danés Folmar Blangsted tenía una extensión de 182 minutos, y esa fue la que se estrenó. Sin embargo los ejecutivos de la Warner consideraron que esa duración no era comercial y tras los estrenos y las reseñas de los medios le hicieron cortes adicionales –Cukor estaba rodando en el exterior- dejándola en 154 minutos. Lo verdaderamente desastroso fue que fundieron el negativo de las escenas cortadas para extraerle la plata del filme de celuloide.

La película fue nominada a seis premios Oscar, incluyendo mejor actriz para Judy Garland, pero no ganó ninguno (ella no estuvo presente en la ceremonia, precisamente esa noche estaba dando a luz a su hijo Joseph). Los cortes afectaron la opinión y la recepción del público que le dio la espalda a la película. La Warner había adelantado dinero de las supuestas ganancias a Sidney Luft que terminó demandado al no poder devolver ese dinero. El estudio canceló el contrato con Trascona y aunque Judy Garland recibió propuestas para actuar en Carrusel (Carousel, 1956), South Pacific (1958) y Las tres caras de Eva (The Three Faces of Eve, 1957) se alejaría del cine, regresando apenas en 1961 para aparecer en El juicio de Nuremberg (Judgment at Nuremberg).

Nace una estrella (A Star is Born, 1954)

A mediados de los años setenta se encontró la banda sonora completa del corte original de tres horas de Nace una estrella, y el historiador del cine y archivista Ronald Haver se interesó en realizar una restauración que solo pudo hacerse en 1981 gracias a la ayuda de la Academia de Hollywood. El trabajo implicó rastrear colecciones privadas que ilegalmente tenían copias de la película. Al final del proceso pudo contarse con una versión de 176 minutos que incluía fotos fijas que reemplazaban las partes irremediablemente perdidas. Restaurada de esa forma, Haver le mostró Nace una estrella a Robert Daly, el presidente de la Warner Brothers, en una proyección privada el 24 de enero de 1983. George Cukor fue invitado a esa exhibición pero no pudo asistir. Precisamente ese día falleció.

Ese pequeño extra
-“Usted tiene ese algo extra de lo que hablaba Ellen Terry. Ellen Terry, una gran actriz de antes que usted naciera. Dijo que la calidad de estrella era eso, ese pequeño extra. Pues, usted lo tiene” –le dice el actor Norman Maine a la cantante Esther Blodgett tras oírla cantar. Ambos son los protagonistas de Nace una estrella y sus senderos apenas se están cruzando, sin saber que uno de los caminos asciende hacia el éxito y el otro desciende rumbo a la autodestrucción.

Nace una estrella (A Star is Born, 1954)

En este remake el guionista Moss Hart hace de Esther Blodgett (Judy Garland) una cantante que hace parte de una banda musical constituida. No es famosa, pero tiene una carrera y un empleo. Norman Maine (James Mason) es un famoso actor de Hollywood proclive a la bebida y a los escándalos. Ambos se conocen cuando él irrumpe bochornosamente en un evento benéfico en el que ella y su banda están participando. Luego él va a oírla cantar portentosamente una melodía llamada The Man that Got Away y entenderá que tiene a una potencial estrella en frente suyo. Norman hará todo lo que esté a su alcance para hacer que brille como se lo merece. Sin embargo, la gloria que ella alcanza coincide con el declive de su propia carrera, consumido por el alcohol y los excesos.

Es muy curioso que esta premisa sea la opuesta a lo que Judy Garland vivió en la vida real mientras estuvo casada con Vincente Minnelli. La carrera de este floreció en la MGM -estudio con el que estuvo bajo contrato 26 años- mientras la de su esposa se desvaneció consumida por sus adicciones y desequilibrios psiquiátricos. En Nace una estrella vamos a ver el revés de la moneda: el ascenso de ella y la caída de su pareja, pues eventualmente Norman y la cantante y actriz ahora rebautizada como Vicki Lester, terminarán enamorándose y casándose. El gesto desinteresado y magnánimo de Norman de darle a Vicki una oportunidad de demostrar su talento y lograr encumbrarla hacia la fama es un último acto digno, una redención en cuerpo ajeno, un legado de amor.

Nace una estrella (A Star is Born, 1954)

La película es también cine sobre el cine, dado que Norman es un actor famoso y su medio es el cinematográfico y el detrás de cámaras su ámbito natural. Nace una estrella nos llevará a los rodajes, a los platós, a los cuarteles donde se maquillan y disfrazan a los personajes, a los estudios donde se graban las bandas sonoras. Todo esto iba a permitirnos que los números musicales del filme se integraran orgánicamente a la narración, pues hacen parte de ensayos, sesiones de grabación, rodajes y películas por estrenarse. No deja de ser llamativo que el “villano” de este filme sea el encargado de relaciones públicas del estudio, Matt Libby (interpretado por Jack Carson), cansado a toda hora de cubrirle la espalda a Norman Maine, mientras la figura del jefe del estudio sea dibujada como la de un ser paternal y comprensivo. Se ve que los hermanos Warner estaban atentos a cualquier posible desviación negativa de su imagen.

James Mason, Judy Garland y el director George Cukor durante el rodaje

Pero podían estar tranquilos: las intenciones de Nace una estrella fueron y son claras desde el principio: este iba a ser un vehículo para demostrarle a todos en Hollywood que la carrera de Judy Garland estaba intacta. Y a fe que lo consiguieron. El talento demostrado por ella aquí es inconmensurable. No solo como cantante es excepcional, también como actriz dramática y comediante. Esta película le pertenece por completo y George Cukor como excelso director de actrices se dio cuenta que lo único que necesitaba hacer era poner los reflectores adecuados sobre ella y dejarla que sintiera la música y la transformara en canciones para nuestro deleite.

Era su desquite, era su ajuste de cuentas con una industria que la había maltratado y herido y que ahora la veía en su momento más glorioso, así fuera efímero. Quizá Judy Garland no lo expresó, pero estoy seguro que pensó que esta película debió haberse llamado –con justicia- Renace una estrella.

Referencias:
1. Vincente Minnelli, Recuerdo muy bien, Madrid, Libertarias, 1991, p. 349
2. Patrick McGilligan, George Cukor, una doble vida, Madrid, T&B Editores, 2001, p. 239-240
3. Ibid., p. 240
4. Gerald Clarke, Get Happy: The Life of Judy Garland, New York, Random House, 2000, p. 314
5. Ibid., p. 318

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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