Miradas malvadas: Demonios tus ojos, de Pedro Aguilera
“Somos responsables del tipo de imágenes que creamos, pues ahora todos somos cineastas, todos creamos imágenes que compartimos con el mundo”.
– Pedro Aguilera
Los invito a leer este diálogo que tiene lugar entre Oliver y su hermana Aurora mientras están en un restaurante:
-¿Qué es para ti lo perverso? –le pregunta él.
-Pues… algo extraño y prohibido. Abel también solía grabarme. –responde ella.
-Vaya, ¿tú también tienes tus perversiones entonces? –dice él.
-Pues la verdad era que me gustaba que me grabara. –afirma Aurora.
-Me gustaría ver esos videos. –afirma Oliver
– Pues no los tengo, se los quedó él. –responde la joven.
Un fragmento de uno de esos videos había llegado a los ojos de Oliver a través de un canal pornográfico de internet y ver allí a Aurora le hizo pensar que ella (en realidad media hermana suya) compartía con él ciertos apetitos malvados que bien valía explorar. Oliver en un director de cine radicado en Los Ángeles y Aurora vive en España en la casa de su madre. Pues hasta allá viajó él con intenciones claramente perversas: espiarla en su intimidad y a partir de ahí buscar en ella los signos de una pasión erótica extrema que Oliver presiente que Aurora también disfruta.
El encuentro de alguien que comparte contigo la misma sed es algo supremamente atractivo, más si se trata de gustos que escapan lo “convencional” o que rozan (o llegan a) lo prohibido o lo que algunos podrían considerar enfermizo. Esa extraña comunión de almas es un evento inusual y escapa a cualquier lógica, como ocurre con cualquier pasión. Y aunque en un primer vistazo Demonios tus ojos (2017) podría parecer la historia de un hombre que corrompe a su hermana menor –interpretada por una bellísima y sensual Ivana Baquero- si nos fijamos bien lo que hace Oliver (Julio Perillán) es identificar en ella los mismos rasgos que él posee y hacerla consciente de que ambos disfrutan la mismo: ver y ser vistos.
La película es una estimulante exploración del voyerismo implicado en el actor de mirar. Oliver como director de cine mira y organiza lo que ve y lo que quiere ver. Al espiar a Aurora –y mostrarnos lo que ve- nos hace cómplices de esa violación a la intimidad, que es la misma que ocurre cada vez que vamos a cine y nos asomamos a la privacidad de alguien que no sabe –es una convención del cine narrativo- que lo estamos mirando. Aurora ignora que su hermano y nosotros la vemos (y que disfrutamos o sentimos curiosidad haciendo eso, de otra forma no estaríamos viendo Demonios tus ojos), pero cuando se entera permite que sigamos viéndola, es más, hace sufrir a su hermano con lo que ahora hace sabiendo que la vemos. Hay sadismo en la mirada de Oliver y de Aurora, esa es su depravación común, como lo es el disfrutar del sexo llevado a límites extremos, pero que para ambos es motivo de placer.
Lo que hacen sin duda es escandaloso para los parámetros sociales y culturales pero es válido para ellos, desde su óptica particular funciona y los hace perversamente felices. “Solo es sexo mamá. Deberías practicarlo más a menudo” – le grita Aurora a su madre que la ha encerrado para alejarla de Oliver. En esa pulsión y en su fuerza radica el drama de Demonios tus ojos. Y de muchísimos otros dramas humanos, ¿verdad?
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