Destinitos fatales: Conocerás al hombre de tus sueños, de Woody Allen

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Solo Alfie tiene moretones en el rostro, pero Sally y Roy también los padecen, aunque no se les noten externamente. El último –y magnífico- primer plano de cada uno de estos tres personajes nos enseña precisamente la manifestación de los golpes –las bofetadas, los puños- que la vida les acaba de propinar por ambicionar algo más allá de sus fuerzas. Alfie quiso encontrar la juventud, Sally el amor y la independencia, y Roy el talento. Ninguno encontró nada distinto a su fracaso.

Los tres son protagonistas de Conocerás al hombre de tus sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010) una película que castiga su osadía egoísta de buscar ser –a su terrenal modo- felices, pero sin haber sido nunca capaces de reconocer el tamaño de sus limitaciones, que los hizo ponerse en ridículo frente a los demás y sobre todo frente a sí mismos. Por eso un enorme patetismo rodea sus historias, relatos fatalistas de vidas anónimas empujadas hacia el despeñadero de la decepción. Woody Allen no tiene piedad con sus personajes, individuos sin paz que viven un mundo que es solo una ilusión.

Conocerás al hombre de tus sueños (2010), de Woody Allen

Conocerás al hombre de tus sueños (2010), de Woody Allen

Esa es la palabra clave de esta película: ilusión. Cada uno se percibe con atributos que solo en su mente posee y esto los lleva a asumir riesgos mal calculados que los conducen a una caída que Allen se encarga de exhibir en sendas escenas de clímax de enorme –y hasta bochornosa- intensidad. El espejismo se derrumba y solo queda frente a ellos su propia imagen, su soledad mal administrada, sus amores no correspondidos, su descarada torpeza. Sally (Naomi Watts) descubre ante su jefe sus afectos para descubrirse –solo ella lo ignoraba- no correspondida y además sin dinero suficiente para montar su propio negocio; su padre Alfie (Anthony Hopkins) herido en su rostro y en su orgullo masculino se pregunta si el hijo que espera su voluptuosa nueva pareja es de él; Roy (Josh Brolin) se enfrenta al descubrimiento inminente del fraude literario que cometió. Sin fe, sin tener en quien creer o en que apoyarse, el vacío los aguarda.

Punitivo como pocas veces, Woody Allen ha hecho acá un retrato familiar que se asemeja al que nos regaló en Interiores (Interiors, 1978), pero reemplazando la gravedad de aquella película por una ironía más cercana a su pesimista visión actual de la vida contemporánea. En Interiores la pareja de Arthur y Eve se separa tras décadas de matrimonio. Ella opta por una inútil ayuda psiquiátrica y algún tipo de aliento espiritual, y él consigue una pareja de su mismo rango de edad. Ambos tienen un yerno que es un escritor poco talentoso, que se dedica a auto compadecerse. En Conocerás al hombre de tus sueños la pareja de Alfie y Helena se separan tras toda una vida juntos. Ella recurre a una médium y se entrega al ocultismo, mientras él desposa a una sensual prostituta cuarenta años menor. El yerno de ambos es un escritor sin éxito que recurre al plagio.

Son los mismos planteamientos pero con distinta resolución. Las preocupaciones existenciales de Woody Allen se han trocado en desencanto. En medio de la supuesta levedad de este filme, su creador nos arroja a la cara la superchería, el sexo vacío, la ambición, la trampa: los signos de nuestro tiempo. Pero en ambos filmes algo permanece. Se resume en la frase que sirve de prólogo a Conocerás al hombre de tus sueños: “Shakespeare dijo que la vida estaba llena de ruido y furia y al final no significaba nada”. En eso el neoyorquino ni cede ni hace concesiones. Simplemente no hemos aprendido la lección.

Publicado en la revista Arcadia No. 69 (Bogotá, junio-julio/2011). Pág. 44
©Publicaciones Semana, 2011

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