Todos bajo un mismo techo: Downton Abbey, de Michael Engler

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La observación del contraste (que no la lucha) entre clases sociales puestas bajo un mismo techo ha sido un tópico recurrente del cine y sobre todo de la televisión. En los años treinta Ernst Lubitsch hizo Ángel (1937), mirando el mundo de la diplomacia inglesa a través de los ojos de los mayordomos y valets que circundan a sus señores, mientras Jean Renoir hizo con una fórmula afín una obra maestra llamada La regla del juego (La règle du jeu, 1939), panorámica pesimista de la Francia ad portas de la Segunda Guerra Mundial. En los años setenta fue muy popular en televisión un seriado inglés, Los de arriba y los de abajo (Upstairs, Downstairs) que se emitió entre 1971 y 1975, y que narraba la vida de una familia londinense y de su servidumbre en las primeras décadas del siglo XX. Su secuela, Arriba & abajo (Upstairs Downstairs) tuvo solo dos temporadas, entre 2010 y 2012. En Gosford Park (2001), Robert Altman retoma el tema, pero vinculándolo no solo a la realidad –el actor de The Lodger (1927), Ivor Novello, es uno de los personajes- sino volviéndolo un whodunit, implicando la resolución de un misterio criminal. Mención aparte amerita Parásitos (Gisaengchung, 2019), de Bong Joon-ho, por lo cáustica y por lo evidente de la confrontación entre los grupos sociales que cohabitan.

El guionista de Gosford Park fue Julian Fellowes, a quien la idea de las clases sociales contrastantes le sedujo tanto, que él fue el creador y guionista de Downton Abbey (2010-2015), la serie de televisión que originalmente emitió ITV network en Inglaterra durante seis temporadas. La saga de la familia Crawley -Robert Crawley, conde de Grantham, su esposa norteamericana Cora, y sus hijas- y los criados de la mansión campestre Downton, ambientada durante las dos primeras décadas del siglo XX, sedujo al público y a la crítica, que la convirtió en un multipremiado éxito. Que exista ahora una versión para cine es consecuencia de ese mismo suceso. La nostalgia de los seguidores de la serie por ver de nuevo a los personajes era suficiente para asegurarle una buena taquilla al proyecto.

Downton Abbey (2019)

¿Y qué ocurre con quienes nunca vieron (como yo) un solo capítulo de Downton Abbey? La versión cinematográfica dirigida por Michael Engler –director de cuatro episodios del seriado original- y escrita y producida por Julian Fellowes se sostiene por sí sola, sin necesidad de contexto alguno. Además la serie concluye en 1925, mientras los hechos que describe la película ocurren en 1927, una solución de continuidad necesaria para individualizar el relato cinematográfico y convertirlo en un evento aislado, no en un apéndice de la sexta temporada.

Obviamente el reparto original está acá, así como el diseño de producción de Donal Woods, el vestuario creado por Anna Robbins y la música de John Lunn, todos ellos parte del equipo técnico del seriado. No era admisible una traición artística ni estilística, la idea era complacer al espectador que desde 2010 hizo un culto alrededor de Downton Abbey. Dependiendo de las expectativas del público, esa idea de complacencia, de imposibilidad de innovar, puede verse como un lastre o como una señal de fidelidad. No hay que elucubrar mucho para suponer que la taquilla de Downton Abbey proviene mayoritariamente de quienes disfrutaron del seriado, que no admitirían una desviación del curso narrativo original ni esperan sorpresas indeseadas.

Downton Abbey (2019)

Los neófitos van a ver una producción inglesa de época con una dirección de arte esplendorosa: formalmente la película es un placer en términos de escenografía, decorados, vestuario, carruajes, coches, música… elementos que muchas veces damos por descontado (como si ver una película implicara tenerlos asegurados), pero que aquí son tan protagónicos como los habitantes de la mansión. En un mundo en el cual las formas y las maneras lo eran todo, el boato había que exhibirlo y en ese sentido Downton Abbey es un triunfo artístico.

Si la etiqueta exigía compostura, por ende los miembros de la familia Crawley son tan acartonados como se esperaría de ellos, con la excepción de la abuela paterna, la condesa Violet (Maggie Smith), cuya lengua no conoce atadura. A ella pertenecen los parlamentos más jugosos del filme, que tiene en la servidumbre de la casa el verdadero filón dramático, los conflictos humanos más genuinos. Los Grantham dan por hecho que con solo llamar al mayordomo, al ama de llaves o a la mucama todo está resuelto, sin enterarse de lo que realmente ocurre en la planta baja de la casa Downton y todo lo que debe ponerse en funcionamiento para que sus órdenes se cumplan sin traumatismo. Todo por la preservación de un status quo que la servidumbre no discute más allá de tímidas conversaciones casuales. No hay cómo hacerse preguntas “incómodas”: su sentido del deber y de fidelidad a sus patrones está por encima de cualquier emancipación o reivindicación laboral que hoy vemos como apenas lógica. No es servilismo ciego, como tampoco lo era en Stevens el mayordomo de Lo que queda del día (The Remains of the Day, 1993), es más bien el íntimo convencimiento de estar cumpliendo una tarea que los enorgullece, porque están sirviendo a una Nobleza que depende de ellos para prosperar, para seguir siendo la gran patria imperial británica que siempre han sido.

Downton Abbey (2019)

La visita de la Casa Real –El rey Jorge V y la reina María- a la casa Downton dentro de una gira por el norte del país es la anécdota que echa a andar al filme, pues a los preparativos hay que sumar no solo un estricto protocolo, sino además la intrusión de la servidumbre que acompaña al Rey. Los de arriba –los Grantham- están preocupados por el destino de una herencia y el quizá incómodo comportamiento de un yerno irlandés. Ah y por el vestido equivocado que le enviaron a Edith, la segunda hija de la familia. Los de abajo tienen todo el trabajo, incluyendo luchar por impedir que usurpen su labor. ¿Cómo no sentirse mejor junto a ellos que al lado de los nobles? ¿Cómo no sentirse a salvo gracias a una doncella de las características de Anna Bates (Joanne Froggatt)?

Downton Abbey (2019)

En la película van a aparecer algunas revelaciones y situaciones que pueden sonar escandalosas y fuera de tono, pero el guion de Julian Fellowes se encarga de despacharlas rápidamente, como si tuviera la obligación de condimentar en algo un relato inofensivo, pero sin cambiarle para nada la sazón final. Hay que entender que este no es un relato disruptivo, que esta es la versión oficial de Downton Abbey y como tal es todo lo clásica, patriótica y romántica que se esperaría fuera. Si uno la ve con esas consideraciones en mente y dejando el cinismo en la entrada del teatro, se encontrará con una narración ligera, divertida en su despliegue de humor británico y consistente con la serie de televisión que le dio origen. Nada que lamentar. “We´ve been expecting you” dice el poster original del filme y estoy seguro que esto es exactamente lo que estaban esperando los seguidores fieles de Downton Abbey.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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