El mar es amargo… : La terra trema, de Luchino Visconti

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“La terra trema es uno de los mejores filmes que jamás he visto. No hay ni sombra de ilustración; en ella Luchino vivió el tema y sus personajes no como si hubieran salido de una historia a la que había dado forma para el cine, sino como salidos de la misma tierra, de Sicilia, de Verga, de aquella cultura que, extrañamente, sintió de manera muy profunda”
-Michelangelo Antonioni

Una escena imborrable: en la habitación casi a oscuras, uno de los hijos menores descuelga el cuadro del corazón de Jesús. Cerca e él, su madre -con callada resignación- contempla el recinto vacío que fue su hogar. Con su pequeña hija en brazos, toma en sus manos el último cuadro que aun cuelga de las ruinosas paredes: es el retrato de su familia, visitada en ese entonces por tiempos mejores. Ya nada queda. Sin una palabra, tan solo con el silencio de su condición, abandona el cuarto. Afuera la esperan sus otros hijos, con los escasos bártulos que los acompañan. Nadie habla, no hay nada que decir. Poco a poco se alejan de la casa, mientras las campanas de la iglesia de Aci Trezza rompen, con su repicar, el mutismo de una noche tan triste como la familia que vemos marcharse hacia un destino incierto.

Una hermosa y triste estampa de esta familia fue la que nos legó el maestro Luchino Visconti con La terra trema (1948), la película que él pretendía que fuera la primera de una trilogía que incluiría -fuera de los pescadores de esta historia- un filme protagonizado por mineros y otro por campesinos, y que representaría a la “revolución prospectiva” , el tipo de alianza nacional-popular que el teórico marxista italiano Antonio Gramsci ambicionaba que ocurriera entre los agricultores del sur y los obreros del norte del país. El análisis de Gramsci presenta a una sociedad dividida en estratos: propietarios, a menudo aristócratas; una clase media apoyada por intelectuales dedicados a mantener el status quo y en el fondo, una masa ignorante de campesinos explotados. Dice Visconti: “Repentinamente aparecía el sonido de caballos al galope. Cientos de campesinos cabalgaban hacia el horizonte. El sonido se hizo mas próximo, la tierra temblaba (de ahí el título de mi película) bajo los pies de estos batallones que portaban banderas rojas y tricolores. Venían a ocupar las tierras no cultivadas” (1). Y aunque la película retiene el subtítulo “episodio del mare”, la verdad es que sólo este tercio del trabajo proyectado vio la luz.

La terra trema (1948),

La terra trema (1948),

La historia en sí está inspirada en I Malavoglia, una obra del poeta verista siciliano Giovanni Verga, cuya relación con el cine habían destacado Mario Alicata y Giuseppe de Santis en un ensayo titulado Verdad y poesía: Verga y el cine italiano, publicado originalmente en Cinema, la revista editada por Vittorio Mussolini (el hijo del Ducce) y a la que se había vinculado Visconti, el joven aristócrata que tras haber dirigido Ossesione (1942) se involucra activamente con la resistencia, haciendo parte del Gruppo Azione Partigiana, ayudando a aliados fugados y refugiando partisanos en su villa romana. Arrestado en 1944 por los fascistas, fue sentenciado a muerte por negarse a “colaborar” denunciando a los miembros de su grupo. Ayudado por los guardias, Visconti escapa de la cárcel y tras el fin de la guerra se dedica al teatro y a colaborar con Giorni di gloria (1945) un documental colectivo sobre la resistencia y la liberación de Italia dirigido por Mario Serandrei y Guiseppi de Santis. Como anécdota irónica, la parte que a Visconti se le encomendó fue la de filmar el juicio y la ejecución de Pietro Koch y Pietro Caruso, dos de los hombres que hacían parte del grupo fascista que lo encarceló y lo interrogó.

Pero la influencia de las ideas de Verga venía de tiempo atrás: la primera película que Visconti quería dirigir se basaba en un cuento de este autor llamado L’ amante di Gramigna, una historia pasional bastante cruenta, que no fue aprobada por los censores de la época. Pero para 1947 las condiciones políticas eran otras y con apoyo financiero del Partido Comunista, que le dio seis millones de liras, Visconti llegó a la villa siciliana de Aci Trezza, donde Verga situó I Malavoglia, con la intención original de hacer un documental programado para ser concluido en una semana: lo acompañaban tan sólo dos electricistas y dos camarógrafos. Los planes cambiaron, el dinero se agotó en pocos días, y seis meses después -tras conseguir mas dinero vendiendo acciones y joyas de su propiedad- y con la providencial ayuda económica del productor Salvo D’Angelo, había nacido una obra maestra del cine.

La terra trema (1948)

La terra trema (1948)

La novela original, que fue pensada para hacer parte de un ambicioso -y frustrado- ciclo de cinco textos llamado I Vinti y del que Verga sólo culminó dos obras, enfatizaba el pesimismo y la fatalidad de la sociedad campesina y no veía necesariamente un espacio para la reforma social en un mundo estancado en el tiempo. Sus personajes están condenados por un destino fatalista del que no pueden huir. Visconti modifica este ámbito literario centrando la historia de esta familia de pescadores en el hijo mayor, y no en el padre, como en la novela. El artista dentro de Visconti triunfa sobre la ideología de partido, y así más que una fábula marxista sobre la necesidad de la lucha de clases, Visconti presenta un drama paradigmático intemporal dentro de la estructura de la familia nucleada: La terra trema nos cuenta de la familia Valastro, pescadores del pequeño pueblo siciliano de Aci Trezza, donde toda la economía gira alrededor de esta actividad.

Con el padre muerto en el mar, Antonio, el hijo mayor, y sus hermanos asumen junto al abuelo la responsabilidad de traer sustento al hogar en largas y duras jornadas de pesca que terminan cada día con la venta de lo recogido a los mayoristas. Cansado del abuso de los comerciantes locales, Antonio decide independizarse e hipoteca la casa paterna para poder competir con los intermediarios. Dar este paso atemoriza a todos, pues como bien se dice en el filme “todo da pánico cuando se vive en la miseria…”. Sin embargo, las cosas funcionan a la perfección al principio, y la familia florece con el éxito obtenido. Pero no es difícil presentir -y predecir- que sobrevendrá la tragedia: como en un vendaval, la familia es arrastrada hacia el fracaso, la muerte y la deshonra, ante la mirada indiferente de los coterráneos, que ven como natural que la vida castigue a quienes se han atrevido a desafiar el destino. Sin salida y sin ilusiones, al final Antonio debe resignarse, bajar la cabeza y volver al rebaño. La vida tiene que seguir, a pesar de todo.

La terra trema (1948)

La terra trema (1948)

El delineamiento del argumento no da lugar a equívocos: este es un filme neorrealista, y que encaja tan bien o mejor en este estilo que muchos de los filmes que le son contemporáneos, como Ladrones de bicicletas (Ladri di biciclette, 1948) de Vittorio de Sica, Arroz amargo (Rizo amaro, 1948) de De Santis o Sotto il sole di Roma (1948) de Renato Castellani. Al respecto comenta Visconti: “La experiencia realizada me ha enseñado sobre todo que el peso del ser humano, su presencia, es la única cosa capaz de colmar realmente el fotograma, que es él y su viva presencia quienes crean el ambiente, que adquiere verdad y relieve a partir de las pasiones que lo agitan; mientras que su momentánea desaparición del rectángulo luminoso bastará para reducirlo todo a un aspecto de naturaleza inanimada. El más humilde gesto del hombre, su caminar, sus titubeos y sus impulsos dan por sí solos poesía y vibraciones a las cosas que los rodean y en las que se enmarcan. Cualquier solución distinta del problema me parecerá siempre un atentado a la realidad tal como ésta se desarrolla ante nuestros ojos: hecha por los hombres y continuamente modificada por ellos” (2).

Y si ese es su credo, en La terra trema lo desarrolló a cabalidad. Filmada en escenarios naturales, sin efectos visuales, sonoros o lumínicos, la película no cuenta tampoco con la presencia de ningún actor: todos los personajes hacen parte de los habitantes del pueblo, pues Antonio es un pescador real, dos de sus hermanas son las hijas del dueño de una posada de Aci Trezza. Con todo lo increíble que esto parezca, la filmación se realizó entre los pobladores: cada mañana Visconti les explicaba lo que se iba a realizar y pedía y escuchaba sus opiniones. Sus reacciones espontaneas se añadían al guion, que así iba evolucionando y creciendo día a día. Esto, obviamente, demoraba y complicaba el proceso de filmación: para que lucieran mejor, las esposas de los pescadores los hacían bañarse y afeitarse, lucir su mejor camisa y utilizar sus mejores modales, dando la impresión opuesta a la que Visconti y sus asistentes, los jóvenes Franco Zeffirelli y Francesco Rosi, pretendían.

La terra trema (1948)

La terra trema (1948)

Pero hay más: la película fue rodada con el dialecto siciliano original de los pobladores, pues como nos lo aclaran en los créditos iniciales, “la lengua italiana no es en Sicilia la lengua de los pobres”. Sin embargo, Visconti y Antonio Pietrangeli ofician como narradores en off, que en italiano explican, comentan y editorializan lo que va ocurriendo en la pantalla. Pero si las intenciones son de lograr el naturalismo absoluto, los resultados formales son otros. Visconti el esteta se impone sobre el narrador y los pescadores de Aci Trezza son mostrados con un formalismo que no es propio del estilo documental: largos planos, planos insertos, planos secuencias muy elaborados, uso de la profundidad de campo, esteticismo extremo en la caracterización del reparto principal (alguien se quejaba porque los pescadores parecían modelos). Visconti se defendía aclarando que los pobres no tenían siempre que ser mostrados de manera paupérrima y pobre en recursos. Con gran respeto por sus personajes, el director se niega a quitarles su dignidad o a aprovecharse de su condición marginal, por el contrario, la película esta llena de hermosísimos pasajes: las mujeres de la familia esperando, de pie entre las rocas, que sus hombres vuelvan del mar. La orgullosa y callada presencia de esa madre impasible ante el destino. Las barcas, vela al viento, entrando al mar nocturno, entre gritos y temblores…

Visconti y el equipo técnico junto a los pescadores durante el rodaje

Visconti y el equipo técnico junto a los pescadores durante el rodaje

Calificado como el único gran filme marxista del neorrealismo italiano, La terra trema se resiste a dejarse encasillar. La rebelión de Antonio, aunque fracasada, es un primer paso de una toma de conciencia que aquí luce incompleta, pero que debía continuarse y resolverse en los dos episodios que no se filmaron, y en los que el proletariado (mineros y agricultores) respondería a las injusticias no con rebeliones personales, sino con un sentido colectivo de conciencia y unidad social. Pero la trilogía quedó incompleta y el final pesimista de este filme está más cerca a la tragedia griega que a la conclusión revolucionaria de la proyectada teoría marxista. Aunque el director tenía un compromiso económico con el Partido Comunista, la sensibilidad de Visconti -muy aristocrática como para hacer tan sólo una pieza propagandística- había alterado la historia: su estilo contrasta agudamente con cualquier mensaje político. Vista aisladamente, el estilo de la película es ante todo una exploración de la vida cíclica, atemporal e inalterada de Aci Trezza, no parece pretender ser un plan ideológico para una reforma futura. Es más, la declaración final de Antonio a la niña que está ayudando a reparar su bote (“debemos amarnos uno al otro…”) tiene un eco indudablemente más cristiano que marxista.

Visconti durante el rodaje de La terra trema

Visconti durante el rodaje de La terra trema

Si su mensaje político no es del todo claro y da para diversas y contradictorias lecturas, su mensaje estético supera a éste y nos deja en el recuerdo una película sobrenatural, simbólica, profundamente dura y realizada con el amor y el alma de los seres humanos que retrata. Un punto altísimo del cine italiano, no hay lugar acá para falsas felicidades: es la vida, tal cual, la que Visconti nos regala aquí. Y la vida -imposible olvidarlo- es también tragedia, amargura, dolor, lagrimas. La tierra tiembla, si, pero entristecida por la injusticia social, vigente aún. Como lo resume Lucia, una de las hermanas de Antonio: “el mar es amargo…”.

Referencias:
1. Tonetti Claretta Luchino Visconti. Columbus Books, 1983. Pág. 36

2. Visconti, Luchino “Cine antropomórfico”en Romaguera J. Y Alsina H. eds. Textos y manifiestos del cine. Ed. catedra, 1989 pág. 195

Publicado en la Revista Kinetoscopio no. 41 (Medellín, vol. 8, 1997) págs. 82-86
©Centro Colombo Americano de Medellín, 1997

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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