El último viaje, de Filip Hammar y Fredrik Wikingsson

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Para mi papá

El último viaje (Den sista resan, 2024) es, a su estilo, una de las más hermosas y auténticas declaraciones de amor de un hijo a un padre. Lars Hammar es un octogenario retirado que, tras dejar su trabajo como docente en 2008, lentamente se fue apagando; su vitalidad se marchitó hasta reducirlo a ser un hombre que sencillamente está esperando morirse. Descartadas causas físicas de este comportamiento, su hijo Filip, en compañía de Fredrik, un amigo y colega, se propone alegrarle lo que quizá sean sus últimos días, apelando a revivir sus recuerdos más preciados: los de las vacaciones que periódicamente la familia Hammar pasaba en la Costa Azul francesa, pues Lars, además, es un francófilo, un enamorado de Francia, de su lengua, su vino, de su manera de mirar el mundo. Van, en una aventura quijotesca, a llevarlo en un Renault 4 -como el que él tuvo- desde su hogar en Suecia hasta el balneario francés de Beaulieu-sur-Mer.

El último viaje (Den sista resan, 2024)

Para explicar el éxito y la manera en que está hecho este documental hay que entender quiénes son sus autores y coprotagonistas, los suecos Filip Hammar y Fredrik Wikingsson. Reconocidos por su influyente programa televisivo Filip och Fredrik, han construido una sólida reputación en Suecia y en toda Escandinavia gracias a su estilo directo, empático y profundamente humano. Además de su trabajo en televisión, ya tenían experiencia en el mundo del cine, lo que les permitió afrontar este proyecto con madurez y sensibilidad. Esta popularidad previa no solo les dio acceso a una audiencia ya cautiva, sino que también generó una fuerte expectativa en torno al documental. Su presencia aseguró visibilidad mediática, recepción cálida y una amplia distribución regional. La combinación de carisma, trayectoria y una historia profundamente personal convirtió a El último viaje en una experiencia compartida, cercana, universal y, sobre todo, conmovedora.

El último viaje (Den sista resan, 2024)

Esto es lo que explica que este documental tenga una “puesta en escena” tan elaborada y tan poco convencional. Se nota una preparación previa que sin duda le quita espontaneidad a la propuesta, pero le añade un ritmo deliberado, algo de desfachatez y, sobre todo, mucha conexión emocional. Hay una clara intención de construir momentos cinematográficos que potencien la emotividad del relato. También se percibe un control minucioso del montaje, que les permite equilibrar lo íntimo con lo que es narrativamente efectivo. El resultado de todo esto es una “escenificación documental”, algo que quizá suene extraño, pero que resulta muy eficaz y muy ganador al verlo, considerando lo que representan Filip y Fredrik para el espectador escandinavo.

El último viaje (Den sista resan, 2024)

La premisa del documental la expone Filip en un diálogo con Fredrik: “La gente dice que uno no debería recrear lo que ya ha sido. Pero, ¿por qué no?” A partir de ahí van a construir un dispositivo narrativo que haga que Lars rememore y reviva sus recuerdos de juventud, buscando que recupere esa “chispa” vital perdida. Lo que a Filip y Fredrik se les ocurre parte de las vivencias pretéritas de los Hammar durante sus vacaciones y son ideas que pueden sonar locas, pero que ante todo son bienintencionadas. En realidad, no se trata simplemente de un regreso físico a un lugar del pasado, sino de una reconstrucción emocional que articula memoria, deseo y duelo. La cámara, que sabe cuándo acercarse y cuándo retirarse, convierte este viaje geográfico en un tránsito interior, donde cada parada, cada paisaje, cada gesto mínimo de Lars, adquiere una cualidad casi poética. Como suele pasar en el buen cine documental, lo real se sublima sin perder su verdad.

El último viaje (Den sista resan, 2024)

Hablando de verdades hay una que El último viaje subraya: las relaciones cambian, se transforman con el peso de los años. Hubo un tiempo en que Lars era el faro, el hombre que guiaba a Filip con historias y enseñanzas, que lo llevaba de la mano por las playas de la Costa Azul, que lo divertía con su guitarra. Ahora, los roles se invierten. Filip es quien cuida, quien planea, quien intenta devolverle a su padre un destello de lo que fue. Es una dinámica nueva, frágil, llena de amor y también de miedo. Porque envejecer, para un hijo, es aprender a soltar a quien alguna vez fue invencible, es descubrir que los héroes también se cansan, que las manos que te sostenían ahora necesitan ser sostenidas con paciencia. Esa inversión, que el documental captura con delicadeza, es un recordatorio de que el tiempo no solo pasa: nos obliga a reescribir los vínculos que creíamos eternos.

El último viaje (Den sista resan, 2024)

Lo que diferencia a El último viaje de otros documentales familiares sobre el envejecimiento o la despedida es que nunca cae en la autocompasión ni en el dramatismo gratuito. Por el contrario, hay humor aquí, un humor melancólico que surge de la complicidad entre Filip, Fredrik y Lars. Hay momentos en que ríen, en que el absurdo de la vida se cuela en la pantalla, y otros en que el silencio lo dice todo. No hay grandes tragedias, porque no las necesitan. La emoción nace de lo pequeño: una mirada, un recuerdo compartido, el paisaje que parece detener el tiempo. Y en esa sencillez radica su poder. Lo que empieza como una historia personal termina siendo un espejo para todos nosotros, un recordatorio de que amar es, también, aprender a despedirse. Porque el cine, cuando es honesto, no solo cuenta historias: las hace eternas. El último viaje es una de esas raras películas que te deja con el corazón lleno y, al mismo tiempo, con una dulce tristeza. Es un homenaje a un padre, pero también a todos los padres, a todos los hijos, a todos los que alguna vez han querido detener el tiempo. Y aunque sabemos que eso es imposible, Filip y Fredrik nos muestran que, al menos por un instante, el amor puede lograrlo.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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