Enamorado de la chica de al lado: Bright Star, de Jane Campion
John Keats murió en Italia en 1821 a los 25 años de edad, víctima de la tuberculosis. Bright Star (2009) es el relato de los últimos tres años de la vida del poeta inglés, que estuvieron marcados por la relación amorosa que sostuvo con su vecina, Fanny Brawne. Y como esta es una película dirigida y escrita por Jane Campion, entonces el punto de vista del filme será el de Fanny. El taciturno y pesimista Keats está allá atrás, en el fondo, un personaje enigmático que resulta atractivo a los ojos de la despierta joven, que no se resigna al casi nulo papel que las mujeres tenían en la sociedad inglesa de principios del siglo XIX. Por eso decide explorar la moda –diseña su propio vestuario- y la literatura, mientras crece el muto interés entre ella y el empobrecido Keats. Fanny (interpretado por la suntuosa actriz australiana Abby Cornish), decidida a luchar por lo que cree y en quien ama en una época donde imperaba la sumisión callada, entra por derecho propio en la galería de complejos retratos femeninos que la neozelandesa Campion viene haciendo y que en el pasado han encarnado actrices como Holly Hunter, Nicole Kidman, Kate Winslet y Meg Ryan.
A pesar del romanticismo implícito en el tema de Bright Star, que alcanza su máximo lirismo en el cruce de cartas que ocurre cuando él viaja a Escocia una temporada (véanse las mariposas volar por el cuarto de Fanny, convertidas en inesperados versos alados), la verdad es que se trata de una narración absolutamente contenida y desapasionada, como reflejando unos sentimientos que era casi imposible sacar a la luz y exhibir con desbordada emoción. Por eso la directora prefiere ser sutil –a veces algo fría- y expresar tal afecto con pequeños detalles, con palabras, con miradas cómplices, con un roce de una manos, con la agonía de la espera de una carta, con dos cuerpos que duermen sabiéndose separados solo por una pared común. A Campion este abordaje le permite incluso integrar de manera orgánica la poesía de Keats a la película, al mostrarnos qué y quien la inspiró, y como la usó el poeta para afianzar el amor de su vecina. Además en el relato tenía que imperar la sobriedad por otro motivo: el peso de la tragedia que representó la enfermedad y agonía de Keats (el actor Ben Whishaw) hizo que este amor tuviera siempre una inocultable sombra, que el hecho de no poder el poeta desposar a su amada, por carecer de recursos económicos, hizo mayor. Campion prefirió ser respetuosa de ese dolor y por eso mira siempre a sus personajes desde una prudente distancia.
Donde sí hay un brillante desborde es en la puesta en escena de este filme. A la cuidadosa labor de Janet Patterson en la dirección artística y en el vestuario, debe sumarse la preciosista dirección de fotografía del australiano Greig Fraser, que aprovecha las posibilidades expresivas de la luz para sorprendernos con esas ventanas iluminadas, con esas flores donde explotan los colores, con esa habitación en la que Fanny yace feliz mientras el viento se hace cómplice de su arrobamiento romántico. En esas imágenes hay poesía. Quizá para Jane Campion no era fácil reflejar con propiedad en un filme el mundo poético de John Keats, pero en su belleza formal Bright Star se congratula con el genio romántico de un hombre que le escribió a la chica de al lado algo tan hermoso como “despierto por siempre en una dulce inquietud / silencioso, silencioso para escuchar su tierno respirar / y así vivir por siempre o sí no, desvanecerme en la muerte”.
Publicado en la revista Arcadia No. 70 (julio-agosto/2011). Pág. 28
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