Estuvimos ahí…: Super 8, de J.J. Abrams

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Discúlpenme escribir este texto en primer persona, pero creo que esta vez es importante hacerlo, pues con Super 8 (2011), el director J.J. Abrams está hablándole al oído a su generación. Y yo pertenezco a ella: Abrams es exactamente 6 meses mayor que yo.

Por eso ese relato ambientado en 1979 le importa sobre todo a las personas mayores de 40 años, porqué estuvimos ahí, porqué esas vivencias de adolescencia son comunes a todos, sin importar las comprensibles distancias geográficas y culturales. El fervor de la edad, la música, el cine, el colegio, la mujer anhelada, todo nos unía. Abrams ha sido respetuoso de esos recuerdos y los ha recreado con especial precisión, respeto y delicadeza. La ambientación, el vestuario, el maquillaje, el peinado, la banda sonora, todo es un delicioso viaje al pasado que va a resonar claro y fuerte en los que éramos muy jóvenes entonces (¿todavía somos la Generación X?).

Super 8 (2011)

La película -por eso mismo- es el recuerdo que un adolescente de finales de los años setenta tiene de la vida y, sobre todo, del cine de esa época: más emoción que coherencia, más camaradería que ingenio. Para funcionar –entonces y ahora- la película debe incluir extraterrestres, una chica imposible, zombies, padres ausentes, ah y una autoridad amenazante, por favor. Y todos esos elementos están acá. Por eso en Super 8 –bendecida con Steven Spielberg como productor- se ve la sombra de Encuentros cercanos del tercer tipo (Close Encounters of the Third Kind, 1977), de E.T. (E.T.: The Extra-Terrestrial, 1982), Juegos de guerra (WarGames, 1983) y Los Goonies (The Goonies, 1985). Una película pulida y perfecta no encajaría con esos recuerdos a los que quiere evocar, a veces con demasiada vehemencia y ganas de agradar. De ahí que haya algunos excesos dramáticos que estuvieron cerca de arruinar un proyecto en el que la nostalgia y por ende los nostálgicos fuimos “el blanco” a apuntar.

Super 8 (2011)

¿Es entonces una película críptica, que habla en clave y que no todos pueden disfrutar? claro que no. Cualquiera que se aproxime a Super 8, sin importar su edad, encontrará –dentro de los parámetros del cine comercial- algo que le deje satisfecho. Recuerden: no es una película perfecta ni con intenciones artísticas, es solo un divertimento bien hecho. Es como una tarde con los amigos jugando “marcianitos” a la salida del colegio, mientras My Sharona suena al fondo. ¿Qué más se puede pedir?

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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