Vivir al día: Hombres solos, de Francisco Schmitt

2735
0
Compartir:

La precariedad es el signo de Hombres solos (2016): el realizador colombiano Francisco Schmitt García ha registrado para nosotros lo que implica estar al borde, balanceándose frágilmente entre la soledad, la pobreza, el desarraigo y el abandono. Sus personajes tienen la precariedad como bandera. Viven al día, no tienen familia, no tienen ahorros, no piensan en el futuro. Son un presente continuo, una supervivencia diaria para conseguir para la habitación en la que vive cada uno, para los cigarrillos que fuman, para el guarapo que beben. Así los veamos carentes de todo y absolutamente frágiles, no se reconocen como tal: están acostumbrados a subsistir de esa forma, a rebuscarse el sustento, a aguantar hambre, a emborracharse para olvidar todo lo demás.

Francisco Schmitt nació en Honda, Tolima, a orillas del río Magdalena. Sabe de qué habla y qué filma. Se va para Puerto Bogotá, Cundinamarca, al frente de Honda, y allí encuentra a sus cuatro personajes, habitantes de una “guarapería”, una suerte de pensión, vecindad y bar. Es un lugar difícil de describir: se trata de un patio con habitaciones en un costado y una tienda y bar. Sin embargo es un sitio cerrado al público, solo entran sus inquilinos. De ese universo –comunitario y a la vez individual- extrae a cuatro habitantes para contarnos de sus vidas.

Hombres solos (2016)

Hombres solos (2016)

No es una exploración profunda, es un vistazo anecdótico a unas existencias anónimas que reflejan la dura tarea de subsistir de muchos colombianos. Los diferencia la falta de lazos familiares, de un hogar que los circunde. Son hombres solos, dependen de sí mismos para sostenerse. Puerto Bogotá es un puerto y cruce obligado de buses y camiones. Es tierra caliente, es lugar de pesca, rebusque y de negocios: se comercian peces y cuerpos. Allá llegaron nuestros personajes y ahí se quedaron. El río les provee nicuros, bagres y mojarras para comer o para venderlos. Con eso tienen. Uno de ellos es lustrabotas, los demás viven del río.

Hombres solos no es una denuncia explicita, sin embargo hay cosas que hablan por sí solas sin necesidad de subrayarlas. Detrás de la picardía, el humor involuntario y el anecdotario lo que hay es una condición de pobreza y abandono tomada como algo “natural”, pero que es el resultado de crónicas violencias, de la ignorancia, y de una nación que jamás hizo nada por ellos. No se quejan, no son amargados ni están resentidos. Su pasividad no es derrota, es aceptación. Así vivieron sus padres, así viven ellos. Un día se irán, nadie va a llorarlos.

Hombres solos (2016)

Hombres solos (2016)

Los responsables de este documental -no sé si voluntariamente- han decidido no ser “una mosca en la pared” y hacer notar desde un principio que hay un rodaje, que hay una intervención de la realidad. Vemos un boom, vemos la sombra del camarógrafo y de su asistente en el suelo, los personajes interactúan con ellos, alguno les sugiere a quien enfocar. Son una presencia activa y de ello somos conscientes. Es probable que hayan sentido la necesidad de que sus personajes tuvieran un interlocutor, pues se trata de hombres curtidos por los golpes de la vida que no necesariamente van por ahí contando porque son lo que son. Alguien tenía que ponerlos a hablar.

Al hacer referencia a cuatro existencias, Hombres solos ha hecho un homenaje a todos los seres anónimos que tuvieron que defenderse desde niños y salir a buscarse un sustento que nadie más iba a darles. Han hecho con sus vidas lo que mejor han podido, se han equivocado, han rodado, se han vuelto a levantar. Ahora tuvieron la generosidad de compartirnos sus vivencias. Solo nos queda agradecerles.

poster-oficial

Compartir: