¡Honores a Shirley!

3792
0
Compartir:

“Señora MacLaine, sus películas son como usted, memorables e intemporales”, dijo Morgan Freeman durante la ceremonia en la que el American Film Institute entregó el 7 de junio de 2012 el premio a toda la vida a esta actriz.

Estamos en 1954. El productor Herbert Coleman y el gerente de producción “Doc” Erickson buscan locaciones para rodar la siguiente película de Alfred Hitchcock, El tercer tiro (The Trouble with Harry, 1956). De paso por Nueva York creen haber encontrado, incluso, a la protagonista del filme: a la actriz Carol Haney, quien estelariza The Pajama Game, la obra que ambos están viendo una tarde en Broadway. Recuerda Erickson que en el intermedio de la obra abrió el programa de mano y de ahí se cayó un aviso que decía “la interpretación de hoy está a cargo de Shirley MacLaine, debido a la imposibilidad de Carol Haney de hacerse presente”. Sin saberlo se habían prendado de la suplente de Carol, una joven corista de 20 años llamada Shirley MacLaine que la estaba reemplazando. Ya el productor Hal Wallis la había visto actuar previamente en las mismas circunstancias y le había hecho un contrato para Paramount Pictures.

El tercer tiro (The Trouble with Harry, 1956)

Así, por física casualidad, Shirley MacLaine llegó al cine, para debutar nada más ni nada menos que en una película de Hitchcock. Al director inglés parecía no preocuparle su falta de experiencia, “Tendré menos nudos malos que desatar”, decía. Shirley no tenía el prototipo de las actrices que Hitchcock prefería: no era rubia, no tenía aspecto misterioso, elegante y sofisticado. Era pelirroja, llevaba el cabello corto y tenía una actitud fresca que al veterano realizador le agradó. El guionista de El tercer tiro, John Michael Hayes, recordaba que Hitchcock le dijo a propósito de la novel actriz, “No voy a presionar a esta chica. Tiene una cualidad extraña y deliciosa. Si le empiezo a dar instrucciones vamos a perderla”. Ella hizo parte de una de las películas más peculiares de este director, una comedia negrísima acerca de las vicisitudes de un cadáver que aparece en un descampado cerca a un pueblo de Nueva Inglaterra y cómo varios de sus habitantes se echan la culpa de su deceso. La vivacidad y la espontaneidad de Shirley MacLaine eran perfectas para alumbrar una historia tan peculiar como esta. Era el bautizo de una actriz que continúa vigente. Con el premio Oscar a mejor actriz obtenido en 1984 y con cinco nominaciones previas, parece no tener intenciones de detenerse todavía.

Hitchcock da instrucciones a Shirley MacLaine y a John Forsythe durante el rodaje de El tercer tiro (1955)

Shirley MacLean Beaty nació el 24 de abril de 1934 en Richmond, Virginia. Desde niña tuvo el ferviente deseo de dedicarse a la danza y por ello estudió ballet, pero al ser muy alta y sin la contextura adecuada prefirió orientarse hacia la actuación. No había terminado aún el colegio cuando ya intentaba probar suerte en nueva York, donde terminaría con papeles de corista en Broadway y eventualmente siendo el afortunado reemplazo de Carol Haney.

Tras su debut en el filme de Hitchcock empezaría para ella una seguidilla de éxitos, basados en su naturalidad, su picardía, su sonrisa coqueta y ese aire rebelde y excéntrico –tras el cual se esconde una mujer frágil- que le imprimía a cada papel. Memorable fue el rol que interpretó en Como un torrente (Some Came Running, 1958). Allí fue Ginnie, esa buscona de corazón puro que daría la vida –literalmente- por el amor de Dave Hirsh, el soldado adolorido y apesadumbrado que interpretó Frank Sinatra en este sólido drama de Vincente Minnelli que le dio su primera nominación al Oscar como mejor actriz. En esa película tiene un papel trágicómico Dean Martin, prefigurando lo que sería el “rat pack” que él, Sinatra, Sammy Davis Jr., Joey Bishop, y Peter Lawford volverían leyenda en Ocean´s Eleven (1960), donde Shirley tiene un pequeño papel no acreditado.

Junto a Frank Sinatra en Como un torrente (Some Came Running, 1958).

Sus evidentes dotes para la comedia fueron aprovechados en filmes subsecuentes, como el musical Can-Can (1960), donde interpreta a Simone Pistache, la avispada dueña de un cabaret en el París de la belle epoque, así como en las dos películas que hizo para Billy Wilder, coprotagonizadas ambas por Jack Lemmon, y que la hicieron inmortal entre los cinéfilos: El apartamento (1960) e Irma la dulce (1963), papeles por los que de nuevo fue nominada al Oscar. Wilder –faltaría más- se enorgullecía de haber encaminado la carrera de la actriz: “Fíjese en Shirley MacLaine, estaba contaminada con esas tonterías de la toma única, el Rat Pack, el diviértete y no trabajes… pero cuando vino a trabajar para Iz [Diamond] y para mí en El apartamento se puso seria y trabajo como la primera. Ahora interpreta dramas”.

Si bien Wilder nunca creyó en la química romántica entre Lemmon y MacLaine, El apartamento es una de las películas más logradas de la historia del cine. En la historia triste de un oficinista pusilánime y de una ascensorista seducida y engañada por su jefe se vieron reflejados miles de espectadores, que lloraron y rieron con los encuentros y desencuentros de una pareja constituida casi que por la circunstancia humillante en la que se encuentran. La ascensorista Fran Kubelik es un condensado de los papeles que había interpretado Shirley MacLaine hasta ese momento: misteriosa, escurridiza, práctica… e ingenua frente al amor. Bastante distinta a Irma, la astuta prostituta parisina que originalmente iba a interpretar Elizabeth Taylor, pero que en manos de Shirley se convirtió en deudora de la Simone Pistache de Can-Can, aunque con más cinismo y una desilusión vital que solo cederá ante el amor. La actriz incluso se preparó para el papel indagando entre las prostitutas parisinas, hablando largamente con ellas en los bares del sector de Les Halles.

Wilder, Shirley MacLaine y Jack Lemmon durante el rodaje de Irma la dulce (1963)

Continuaría con papeles en los que intentó hacer variaciones de su rol agridulce de El apartamento, como los que hizo en Two for the Seesaw (1962) y What a Way to Go (1964). La década de los sesenta la concluye con el protagónico de Sweet Charity (1969), un fallido musical psicodélico basado en Las noches de Cabiria (1957) de Fellini que, sin embargo, muestra a cada instante el talento de su director Bob Fosse como coreógrafo. Alejada del cine para no opacar la naciente carrera de su hermano menor, Warren Beatty, hizo política, se opuso a Vietnam y viajó por China; sus experiencias allí realizó un documental nominado al Oscar, The Other Half of the Sky: A China Memoir (1975). Su regreso a las pantallas sería con The Turning Point (1977), un magnífico drama dirigido por Herbert Ross, sobre una antigua bailarina de ballet que renunció a su carrera por tener una familia y que encuentra en su hija a la depositaria de sus antiguos sueños de triunfo. El duelo interpretativo que sostiene con Anne Bancroft a lo largo del filme fue premiado con una nueva candidatura al Oscar.

The Turning Point (1977)

Para Hal Ashby haría Desde el jardín (Being There, 1979), esa inteligente sátira política en la que ella es Eve, la esposa del millonario que termina enamorada del jardinero a quienes todos confunden con un visionario hombre de negocios. El tan esperado Oscar llegaría con su rol en La fuerza del cariño (Terms of Endearment, 1983), el sobrevalorado drama de James Brooks sobre una viuda neurótica que reverdece al lado de un exastronauta (nadie menos que Jack Nicholson, quien también obtendría la estatuilla), mientras sufre por la enfermedad terminal de su hija. A partir de este momento su carrera en el cine la compartió con su labor como escritora de libros de autoayuda y de espiritualidad new age, con énfasis en la reencarnación y fenómenos paranormales, como Out on a Limb (1983) y Dancing in the Light (1986), por mencionar solo dos de una producción numerosa que ha dividido opiniones y que la hecho objeto de innumerables bromas entre sus colegas.

Shirley MacLaine y su hermano Warren Beatty hacia 1970

Los mismos que, reunidos el 7 de junio de 2012 en una gala en Los Ángeles, honraron su larga y fructífera carrera en el cine. Julia Roberts, Jack Nicholson, Sally Field, Morgan Freeman y Warren Beatty fueron algunos de los que estuvieron ahí para celebrar la obtención del Premio a toda una vida, concedido por el American Film Institute (AFI), en ceremonia encabezada por Howard Stringer, presidente de la junta directiva de este instituto. Meryl Streep le entregó el merecido galardón y Shiley MacLaine concluyó sus palabras de aceptación diciendo algo muy consecuente con sus postulados espirituales: “Mi prenda de garantía para todos los que somos extremadamente competentes: no nos preocupemos, lo que no consigamos hacer ahora, lo haremos la próxima vez – si mantenemos los pies firmemente plantados en el suelo y nuestras cabezas en las estrellas, y siempre escuchamos a las madres y las mujeres en nuestra vida”. Un buen consejo.

Publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano. Medellín, 24/06/12. Págs. 18-19 ©El Colombiano, 2012

Shirley MacLaine con el premio del AFI recibido en 2012

Compartir: