Vidrios en el cerebro: Huérfanos de Brooklyn, de Edward Norton
El segundo largometraje de Edward Norton como director, Huérfanos de Brooklyn (Motherless Brooklyn, 2019), representó para él una gran cantidad de retos en su cuádruple condición de coproductor, guionista, actor protagónico y realizador. La película es una adaptación libre de la novela homónima de Jonathan Lethem, publicada en 1999, y cuyos derechos Norton adquirió de inmediato. Sin embargo, le tomó veinte años llevar a cabo este proyecto, que como se ve, es una empresa individual, un one-man show que era para él una apuesta personal. “¿Por qué no intentarías hacer lo que las personas que te han inspirado han hecho en el pasado, y buscar algo que tenga alcance y que diga cosas que te importan?” (1), se pregunta el propio Norton en entrevista con Jeffrey Brown para el canal PBS.
Con esos propósitos en mente, el guion que hizo Norton trasladó la acción al pasado, a la Nueva York de los años cincuenta y le introdujo elementos dramáticos inspirados en la vida de Robert Moses –el famoso “master builder” que transformó el panorama urbano de Manhattan– tal como la contó Robert Caro en su biografía The Power Broker, publicada en 1974. A la historia –de detectives privados en clave de film noir– hay que sumarle un elemento diferenciador que a Norton como actor tuvo que haberle llamado la atención: el protagonista de la novela de Jonathan Lethem, el detective Lionel Essrog, padece el síndrome de Tourette.
Esta es una enfermedad neurológica caracterizada por tics, trastornos obsesivos, movimientos anormales, coprolalia y ecolalia, signos y síntomas que entorpecen la vida de relación de aquellos afectados. Esto lo convierte en el detective privado menos sutil y más improbable que uno pueda suponer. Sin embargo, la película lo dota (y no sé si el libro también) de unas características de memoria excepcional que lo acercan al Raymond Babbitt autista que Dustin Hoffman interpretó en Rain Man (1988).
El Lionel Essrog que Edward Norton interpreta –pese a la incomodidad que para cualquiera representa su conducta y sus tics- no está construido como un personaje gracioso, sino trágico, un hombre que dice sentir “vidrios en el cerebro” y que debe en todo momento justificar su errático accionar. Es objeto de burlas pero lo que ya lo conocen logran obviar su discapacidad y valorar su talento como detective. Huérfanos de Brooklyn es la investigación que él lleva a cabo para desentrañar el asesinato de su jefe y mentor, Frank Minna (Bruce Willis).
Es el terreno del film noir revisitado –atmósfera corrupta, escasez de pistas, trama enrevesada, traidores encubiertos, una mujer involucrada que es objeto de deseo- y en eso la película no defrauda, pero tampoco brinda nuevos elementos narrativos que ameriten mención: el homenaje al género que Norton hace es fiel al manual. En lo estilístico el ambiente de jazz, la trompeta de Wynton Marsalis y la inclusión de la canción “Daily Battles”, compuesta por Thom Yorke, hablan de una producción cuidadosa y exigente.
Efectiva sin ser brillante, la película es una indagación sobre los límites (o más exactamente, sobre la falta de ellos) del poder. El personaje que representa acá a Robert Moses –llamado Moses Randolph e interpretado por Alec Baldwin- es un ser que se define como un hombre que está no por encima de la ley, sino delante de ella. Lionel Essrog tiene frente a él la misma sensación que tenía J.J. Gittes (Jack Nicholson) en Chinatown (1974) –filme que Huérfanos de Brooklyn permanentemente evoca- ante Noah Cross (John Huston): que hay fuerzas imposibles de derrotar así tengamos la razón y la justicia de nuestro lado. Y que hay batallas que es mejor no dar.
Referencias:
1. Entrevista de Jeffrey Brown con Edward Norton, “Why Edward Norton fought to deliver his new film, ‘Motherless Brooklyn’”. (noviembre 5/2019)
Disponible online en:
https://www.pbs.org/newshour/show/why-edward-norton-fought-to-deliver-his-new-film-motherless-brooklyn
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