Despertar a una pesadilla: Jackie, de Pablo Larraín

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Despertar a una pesadilla. Despertar de un sueño para entrar a una pesadilla. Pienso en James Stewart en el plano final de Vértigo (1958), los brazos extendidos, las palmas hacia adentro, como si un globo se le hubiera explotado entre las manos y ya nada quedara. Pienso en Natalie Portman recorriendo las estancias interiores de la Casa Blanca con su abrigo rosado ensangrentado: la misma desazón, el mismo desvarío. No despertaron a la realidad, despertaron a una pesadilla. La actriz está interpretando a Jacqueline Kennedy, hasta hace unas horas la reina de un cuento de hadas, la soberana de un país imaginario, de un Camelot encantado. Ahora es una mujer hecha trizas, toda confusión, trauma y dolor.

El retrato que de esta mujer hace el director chileno Pablo Larraín, a partir de un guion del periodista y productor Noah Oppenheim, es el de alguien en estado de shock. La desorientación y el miedo la guían, y por lo tanto es errática y confusa en su accionar y en sus decisiones. No parece haber nadie que la entienda, que pueda salvarla o siquiera ayudarla. Pasó de ser la Primera Dama a un ser que inspira lástima y temor. Demasiado para una debutante de Southampton.

Jackie (2016)

Jackie (2016), está estructurada a partir de tres ejes narrativos: una entrevista que un periodista le hace en su hogar unos días después del asesinato de John F. Kennedy (en la que por cierto ella no es nada amigable), el diálogo –a manera de confesión y reclamo- que sostiene con un sacerdote (John Hurt) , y un recorrido televisivo por la Casa Blanca en la que ella es anfitriona y que se emitió en febrero de 1962. A partir de ahí se desarrolla una historia en flashback pero que irá y vendrá entre los eventos, de manera tan aleatoria como es el curso del pensamiento de una mujer abrumada por unos acontecimientos que superarían la resistencia de cualquiera. Pese a todo su dignidad y su aplomo son la constante en estas escenas que la protagonista vive como en estado de hipnosis.

Me sorprende positivamente el pulso dramático y sensible de Larraín. Su apuesta en Hollywood era arriesgada, pero el resultado es muy satisfactorio. Este filme intenta y logra penetrar en la mente y en los sentimientos de una mujer cuya vida aparentemente conocemos por lo pública que fue, pero de quien realidad nada sabíamos y que frente a un enorme dolor supo sacar firmeza y coraje para darle el último adiós a su esposo.

Jackie (2016)

Aunque a muchos les preocupa la verosimilitud de los hechos que vemos, me remito a las palabras del guionista Noah Oppenheim para Variety (18/12/16): “No estamos haciendo un documental, estamos haciendo una película dramática. Es parte de nuestro trabajo el usar nuestra creatividad para llenar los vacíos en los registros históricos y darle a la gente un conocimiento emocional de los personajes y de los eventos. Si usted solo quiere los hechos y la cronología, hay géneros mejores que el filme dramático para transmitir esas cosas”.

Es posible que no todo haya ocurrido tal como vemos. Pero déjenme creer que así reaccionó Jacqueline Kennedy, déjenme pensar que sintió esa soledad, ese vacío que esta película nos muestra.

Algo así solo lo logra el buen cine.

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