Hecha pedazos: Judy, de Rupert Goold

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Para Judy Garland no hubo nada al final del arcoíris. Detrás de la actriz de cine galardonada, la cantante fenomenal y la estrella admirada, solo había una mujer frágil que fue criada como un producto comercial y tratada como tal. Su existencia, como la de muchos artistas, fue trágica, como si por el don que se les otorgó tuvieran que pagar siempre un altísimo precio, uno que por lo general incluía su propia vida, extinguida de manera prematura.

Sus últimos meses de vida fueron el material dramático con el que se hizo End of the Rainbow, un musical del dramaturgo Peter Quilter que tuvo un exitoso paso por el West End londinense, Broadway y muchos países –España y Latinoamérica incluidas- con Tracie Bennett interpretando originalmente a Judy Garland. End of the Rainbow fue adaptado para el cine por Tom Edge y esa versión, que contó con la dirección de Sir Rupert Goold, un director inglés de teatro de larga trayectoria, es Judy (2019).

Judy (2019)

Renée Zellweger se encarga de hacer renacer a Judy Garland –y de paso renacer ella misma como actriz tras muchos pasos en falso- convertida en una mujer hecha pedazos, que intenta, a finales de los años sesenta, retomar su carrera en los escenarios musicales como un último salvavidas que le permita recobrar la custodia de sus dos hijos menores. Tras muchos rechazos decide aceptar hacer unos shows en un club nocturno londinense -el Talk of the Town- pues al parecer en la capital británica conserva aún su buena fama como artista, arruinada en Estados Unidos por sus excesos, incumplimientos y adicciones.

Judy va y viene en el tiempo, mostrándonos en flashbacks a la adolescente que parece aún resistirse al destino impuesto por un aterrorizador Louis B. Mayer, que desea convertirla en una estrella del cine a toda costa. La perspectiva del filme es una: la de Judy Garland como una víctima de un star system que literalmente engulló su vida y su voluntad. La mujer rota y de alma atormentada que se presenta en Londres en 1968 fue el resultado final de ese sacrificio personal en pro del negocio del cine, es lo quiere decirnos esta película.

Judy (2019)

Como biopic, Judy se conforma con describir unos rasgos que es fácil suponer como típicos del artista desgastado: un personaje autodestructivo, que a duras penas logra ponerse en pie cada mañana, esclavo de sus vicios y de sus medicaciones crónicas, y que pese a prometer redimirse, vuelve y tropieza de nuevo sin poder evitarlo. La película no sale de ese tipo de cómodo esquema prediseñado, que en el musical original era quizá menos importante, porque ahí se privilegiaba a los números musicales por encima de la dramaturgia. Además, Judy carece de un núcleo dramático fuerte, sencillamente porque acá el conflicto es interior: el enemigo es la misma Judy Garland con sus debilidades e inseguridades. Y ella misma es incapaz de escapar de lo que es.

Judy (2019)

Sin embargo, Renée Zellweger hace una caracterización vigorosa que redime las debilidades y limitaciones argumentales de la película: la actriz asumió el reto de cantar ella misma las canciones del filme –la gran mayoría frente a un escenario en vivo- y logra conmover sin dificultad al espectador, que presencia el canto final de una diva destruida por ella misma y por todos aquellos que descubrieron que era fácil aprovecharse de ella. No es poca cosa lo que este filme nos muestra, gracias al trabajo de Renée Zellweger: una vida que presiente que va a extinguirse, que interiormente sabe que ya ha abusado mucho de ese cuerpo, que ya se ha hecho mucho daño, pero que –pese a todo- no puede evitar salir al escenario y sentir que se debe a un público que en últimas fue también su principal verdugo.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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