Jugarse la vida: El francotirador, de Michael Cimino

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“Esta es América antes de la revolución, antes de la caída. Este es el acto final de un drama en la postguerra acerca del poder, la inocencia, la riqueza, y el fin del siglo americano”
-Peter Biskind, 1979

El segundo largometraje del director neoyorquino Michael Cimino (1939–2016), fue El francotirador (The Deer Hunter, 1978), un proyecto de cuya génesis no hay certeza absoluta, pues aparentemente partió de un argumento, coescrito por Louis Garfinkle y Quinn Redeker, llamado The Man Who Came to Play, que no podía encontrar quien se interesara en él, pues trataba sobre un veterano de Vietnam que, traumatizado por la guerra, se juega la vida a la ruleta rusa en Las Vegas. El productor Barry Spikings, una de las cabezas de EMI Films, le pasó la historia a Cimino, quien al parecer convocó a Deric Washburn, con quien había coescrito el guion de Silent Running (1972) para entre ambos escribir un guion a partir de la historia de Garfinkle & Redeker.

Cimino afirmó siempre que lo que Washburn –alcoholizado- escribió era infilmable y que él debió escribir el guion casi de cero; el otro lado de la historia dice que Washburn y Cimino se reunieron en Los Ángeles para definir aspectos argumentales, el primero entregó el guion un mes más tarde y Cimino lo único que hizo fue añadir su nombre en la primera página y despedir al escritor. Tras un arbitraje del Writers Guild of America para dirimir esta querella, en los créditos del filme aparece Deric Washburn como guionista, y él mismo, junto a Cimino, Garfinkle y Redeker son acreditados como autores de la historia.

El francotirador (The Deer Hunter, 1978)

¿Y de qué historia hablo? Una acerca de la pérdida de la inocencia, de lo que le ocurre a seis amigos y compañeros de trabajo que viven en Clairton, Pennsylvania, un pueblo metalúrgico, lleno de chimeneas que arrojan humo negro de día y de noche. Trabajan forjando acero, bromean entre sí y se van al bar local al terminar la jornada. Uno de ellos, Steven, va a casarse ese día siguiendo la tradición de la iglesia ortodoxa rusa a la que pertenece. Él y otros dos –Michael y Nick- partirán días después para Vietnam. Y no volverán tal como se fueron. Del infierno de la guerra no se vuelve indemne, tal como van a corroborarlo en carne propia.

Ese historia fue protagonizada por Robert De Niro, cuya vinculación al proyecto facilitó que John Cazale –Fredo de El padrino (The Godfather, 1972)- y un grupo de actores jóvenes como John Savage, Meryl Streep y Christopher Walken, quien había crecido en el teatro musical, se unieran a la extenuante producción, que incluyó rodar en ocho diferentes poblaciones de los estados de West Virginia, Pennsylvania, Washington y Ohio, locaciones que todas conformaron el paisaje urbano de Clairton. Cimino, cuya ambición no conocía límites, decidió rodar las secuencias de guerra en Tailandia, con ayuda militar del gobierno de ese país.

El francotirador (The Deer Hunter, 1978)

La película está dividida en tres partes claramente diferenciadas: la primera es antes de la partida a Vietnam, donde asistimos a la boda de Steven (John Savage), cuya celebración es a la vez la despedida de los tres compañeros que parten para la guerra; la segunda es en Vietnam y la tercera es el regreso, el tratar de ajustarse de nuevo. El rito matrimonial bajo la religión ortodoxa rusa y la posterior fiesta constituyen una larguísima secuencia, bellamente filmada, donde nos queda más que claro la camaradería de estos hombres –esta película se ha tildado de tener un soterrado tinte homoerótico- y también el hecho de que Nick (Walken) y Michael (De Niro) están interesados en la misma mujer, Linda (Streep). La segunda parte, en Vietnam, es más breve pero absolutamente perturbadora, pues los tres soldados son capturados por el Viet Cong y torturados obligándolos a jugar ruleta rusa entre ellos. La tercera muestra lo que implica regresar con las heridas físicas o mentales que quedan tras una experiencia tan aterradora como la que padecieron.

El francotirador (The Deer Hunter, 1978)

El juego de ruleta rusa –que aparece en la segunda y tercera partes del filme- es lo que ha hecho que El francotirador sea una película instantáneamente recordada. La intensidad dramática de lo que implica dicho juego, sobre todo realizado por alguien en condiciones de indefensión, es enorme, y hace que el espectador sufra sin saber si habrá o no una bala en el cilindro del revolver. El impacto sicológico que esa experiencia traumática tuvo sobre Nick lo convertirá más tarde en un mercenario de su propia vida. Nick es un personaje que en manos de Chistopher Walken adquiere un aire entre alucinado y fantasmagórico. Muchos excombatientes afirmaron que jamás vieron la práctica de la ruleta en Vietnam y menos ese tipo de torturas. Los soldados del Viet Cong son retratados en esta cinta como seres crueles e inhumanos, que no solo torturan sino que son capaces de poner una granada en un refugio subterráneo donde hay mujeres y niños. El filme recibió agudas críticas por su conservadurismo y su racismo.

El francotirador (The Deer Hunter, 1978)

El francotirador costó más de quince millones de dólares y recogió cuarenta y nueve millones en su temporada de estreno. Se exhibió el 8 de diciembre en Los Ángeles y el 15 del mismo mes en Nueva York para lograr ser considerada para los premios de la Academia de Hollywood. Lo interesante es que tras tres años de darse por terminada la guerra de Vietnam aparecieron en el mismo año de 1978 dos películas en lados opuestos del tema: Regreso sin gloria (Coming Home) de Hal Ashby –proyecto en el que estaba involucrada activamente una mujer tan polémica y liberal como Jane Fonda- y El francotirador. Ambas compitieron frente a frente en los premios Oscar, la primera con ocho nominaciones y la segunda con nueve, pero fue El francotirador el que se llevó a casa los premios a mejor película, director, actor de reparto (Walken), montaje y sonido. Hollywood nunca ha estado de humor para autocríticas.

El francotirador (The Deer Hunter, 1978)

Es innegable que Michael Cimino hizo una cinta vigorosa, llena de detalles visuales muy logrados y con una historia dura que no hace concesiones al público. Sus tres horas de duración son muestra del tamaño de las aspiraciones de su director, las mismas que le impidieron ver los excesos narrativos que aquí cometió por momentos y que van a agudizarse en su obra posterior. Acá contó con un reparto extraordinario y con un tema coyuntural y especialmente sensible, elementos que se unieron para favorecer y blindar a El francotirador. Pero a partir de este punto todo será cuesta abajo en su carrera. La metáfora de la ruleta rusa bien podría aplicársele a él. Para esta película Cimino se puso la pistola en la sien, disparó y siguió con vida. Tuvo suerte. Pero… ¿y qué pasará con el próximo tiro?

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

 

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