La foto de un fantasma: Carlos, de Olivier Assayas
Primero está la foto. Para los que éramos niños en los años setenta, Carlos “el Chacal” era un fantasma con foto. Un hombre misterioso e imposible de capturar, tanto que en los periódicos solo circulaba una fotografía, siempre la misma, como sacada de una improbable cédula de ciudadanía. Un hombre de cara redonda, boca ancha, largas patillas y enormes gafas de pasta que, tras los lentes oscuros, dejaban ver unos ojos melancólicos que miraban al vacío. No tenía el aspecto de un peligroso terrorista, si voy a ser justo. Era ante todo un fantasma, un mito.
Esa misma foto es –como para devolvernos los recuerdos- la última imagen que vemos de él en Carlos (2010), la película que sobre este criminal convicto realizó el polifacético director francés Olivier Assayas. Este proyecto –rodado en 35mm- inicialmente fue presentado como una miniserie para la televisión francesa, que se emitió en tres capítulos semanales entre el 19 de mayo y el 2 de junio del año pasado. Las 5 horas y 30 minutos de duración de la serie fueron resumidas para lanzar una edición para cine de 2 horas y 40 minutos, que actualmente se presenta entre nosotros.
Tuve la oportunidad de ver ambas versiones y aunque la más breve conserva con dignidad la esencia del relato, es una lástima que se haya sacrificado tan buen material. En retrospectiva era mejor haber intentado hacer un díptico fílmico, a la manera de Soderbergh y su Che o de Jean-François Richet y Mesrine, tal como el propio Assayas reconoce en una entrevista para Cahiers du cinéma (mayo de 2010).
Lo que se descartó en la mesa de montaje explica en parte la fascinación sexual ególatra que Carlos provocaba, y permite una presentación más adecuada de los personajes secundarios. También se afectó lo referente a su desilusionado declive devenido en mercenario, cuando sus aliados le dieron la espalda. Sin embargo lo que queda es una narración apasionante, que es mezcla de realidad y ficción, pese a una juiciosa investigación histórica. En la entrevista mencionada, Assayas reconoce que no buscaba precisamente el rigor: “El hecho de quedar atrapado en el engranaje de la Historia lo ha alzado hasta una forma de leyenda. Y me interesaba saber cómo se forma una leyenda”.
Las vibrantes imágenes de Carlos reconstruyen para nosotros los detalles de una existencia contradictoria, puesta en medio de un torbellino geopolítico que terminó por arrastrarlo y volverlo un espectro del pasado que, en vez de asustar, estorbaba. Ahora la foto está completa.
Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 23/06/11). Pág. 16
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