“La guerra empieza a medianoche”: Vida y muerte del Coronel Blimp, de Michael Powell y Emeric Pressburger
Los créditos iniciales de Vida y muerte del Coronel Blimp (The Life and Death of Colonel Blimp, 1943) empiezan con la imagen de una diana donde se lee (en inglés) “Una producción de Los Arqueros”, unos minutos más tarde esos créditos concluirán con un aviso donde se afirma “Escrita, producida y dirigida por Michael Powell y Emeric Pressburger”, los mismísimos arqueros de los que ya habíamos tenido noticias.
No se trataba de deportistas o de cazadores sino de cineastas, de dos de las personalidades más creativas y originales del cine británico de todos los tiempos. El inglés Powell (1905-1990) y el húngaro Pressburger (1902-1988) trabajaron juntos desde 1939 hasta 1957, creando en 1942 su propia compañía, Archers Film Productions. Ambos realizaron algunos de los filmes más celebrados de su país, incluyendo A Matter of Life and Death (1946), El narciso negro (Black Narcissus, 1946) y Los zapatos rojos (The Red Shoes, 1948).
Triunfaron en cuanto género intentaron -del musical, al drama, de lo bélico a lo metafísico- y aunque tal variedad temática y estilística parece hacer borrosas sus marcas como autores, la verdad es que cualquier película de “Los Arqueros” tiene un sabor especial que la hace inconfundible. Y esa sazón se la da, ante todo, la inteligencia y la independencia con la que fueron hechas cada una. No es casual que su manifiesto como autores exprese en uno de sus apartes que “Cada centímetro de nuestras películas es nuestra propia responsabilidad y de nadie más. Nos rehusamos a ser guiados o coaccionados por cualquier influencia distinta a nuestro propio juicio”.
Al inicio de su asociación empezaron a trabajar con el poderoso productor J. Arthur Rank: Vida y muerte del Coronel Blimp sería la primera película que harían bajo su tutela financiera, rodada incluso en sus estudios en Denham. El militar al que hacen referencia en el título del filme era en realidad una caricatura creada en 1934 por el dibujante de origen neozelandés David Low y que aparecía en el periódico Evening Standard. El Coronel Blimp –gordo, calvo y de gran mostacho- aparecía siempre en un baño turco, torsidesnudo y con una toalla en la cintura, comentando despreocupadamente la actualidad política y social del país, con una perspectiva reaccionaria ajena a lo que Inglaterra vivía.
Con el paso del tiempo Blimp se volvió en el imaginario colectivo un sinónimo de conservadurismo y contravía a la realidad, y en tiempos de la Segunda Guerra Mundial el “blimperismo” se hizo equivalente a ineficiencia, abulia y falta de inteligencia militar. El personaje –que según el propio David Low era “un símbolo de la estupidez”- era perfecto para las intenciones de denuncia de Powell & Pressburger, pues según sus palabras, “El coronel Blimp era un símbolo de la procrastinación británica y de la estima que los británicos tienen por la tradición y por todas las cosas que sabíamos [que eran los motivos] por los que estábamos perdiendo la guerra”. Lo que los directores querían era satirizar el estilo lento, acartonado y diplomático con que se estaban manejando los asuntos de la guerra y nada mejor que utilizar una figura popular, que tuviera resonancia instantánea entre los espectadores primarios del filme.
El guion de rodaje tiene una dedicatoria que no deja dudas: “Este filme está dedicado al nuevo ejército británico, al nuevo espíritu de guerra, a la nueva rudeza en la batalla y a los hombres y mujeres que saben para qué están combatiendo y que luchan esta guerra para ganarla”, sin embargo algo curioso ocurrió con la película terminada.
La censura
Sus propósitos de satirizar, denunciar y ridiculizar al “establecimiento” político y militar se transformaron en una mezcla muy interesante de comedia y drama donde en el fondo se hace un homenaje a la amistad, al honor y a la vida militar, mientras recorremos cuarenta años de la vida de un hombre, el General Clive Wynne Candy, que en su vejez se asemeja a la imagen del Coronel Blimp, pero que ni siquiera tiene su apellido. El aspecto físico y el título de la película son las únicas referencias al personaje que creó David Low, lo demás fue fruto de la inveterada creatividad de “los Arqueros” que sintieron que la censura estaba demasiado cerca.
No se equivocaban. Tanto el Ministerio de Información como el Ministerio de Guerra revisaron y discutieron en detalle las bondades y desventajas del guion, impidiendo que el actor Laurence Olivier fuera retirado del servicio activo para protagonizar el filme, y así mismo se negaron a facilitar el material de guerra (equipos, uniformes, armas, medios de transporte) necesario para ambientar adecuadamente la película. En 1978 la revista Sight and Sound reveló la existencia de un completo “archivo del Coronel Blimp” entre la documentación del primer ministro Winston Churchill dada a conocer por la Public Record Office (PRO). En los documentos se hace evidente el seguimiento de primera mano que Churchill estaba haciendo del desarrollo de este proyecto, evaluando la influencia que pudiera tener en la moral de las tropas. Tras recibir una carta de Sir James Grigg, el Ministro de Guerra, en la que critica el espíritu del futuro filme, Churchill le pide a Brendan Bracken, Ministro de Información, que “le proponga las medidas necesarias para detener esta absurda producción antes que avance más. No estoy preparado para permitir propaganda que sea negativa a la moral del ejército, y estoy seguro que el Gabinete tomará toda la acción necesaria. ¿Quiénes están detrás de esto?”
Pese a toda esta poderosa opinión en contra, la película se llevó a cabo, reemplazando a Laurence Olivier por Roger Livesey en el papel principal. Al ver la película ya terminada en un preestreno, los representantes de la Oficina de Guerra y del Ministerio de la Información reportaron que la película “era improbable que atrajera mucha atención o que tuviera consecuencias indeseables para la disciplina del ejército”. Su exhibición pública fue permitida –la premiere en Londres fue el 10 de junio de 1943 y en el resto del país fue el 26 julio – pero Churchill dio instrucciones a Bracken para que no se presentara fuera del país. “Creo que debes impedir que vaya al exterior tanto como puedas”, le dijo el primer ministro, a lo que Bracken respondió que “La película es tan aburrida que no creo que le haga daño alguno a alguien en el exterior, excepto a la compañía que la hizo”. No se permitió a los productores utilizar el transporte aéreo para presentar la cinta en el extranjero durante unos meses, pero en septiembre Churchill autorizó a Bracken para que permitiera la exportación del filme. Esta censura jugó a su favor, pues las audiencias internacionales estaban deseosas de ver la famosa película que tanto había dado de que hablar en Inglaterra.
En los Estados Unidos Vida y muerte del Coronel Blimp apenas se estrenó en marzo de 1945 con un montaje alterno que suprimía la estructura de flashback que la película tiene originalmente y reduciendo su metraje de 163 a 148 minutos, y posteriormente a 93 minutos. Tal como Powell & Pressburger la gestaron solo pudo verse unos cuarenta años después en ese país. A finales de 2011 se presentó con mucho orgullo a todo el mundo cinéfilo una preciosa restauración digital del filme que tomo tres años en llevarse a cabo, realizada por el esfuerzo conjunto del Academy Film Archive, el British Film Institute, ITV Studios y la Film Foundation, que dirige Martin Scorsese.
Que sea el propio Scorsese quien evoque el filme: “Cada vez que revisito Vida y muerte del Coronel Blimp, parece haberse vuelto más resonante, más conmovedora, más profunda. Podría decirse que es la épica de una vida común. Lo que uno retiene de esta épica es una abrumadora sensación de calidez, amor y amistad, de humor y ternura compartidos, y una duradera impresión de la más elocuente tristeza”. Junto al oficial Clive Wynne Candy recorremos cuarenta años de la historia del siglo XX, desde 1902 hasta 1942. La película empieza y termina ahí, en la vejez acomodada y displicente de ese hombre, pero la mayoría del tiempo a quien tenemos en frente es a un militar joven, ambicioso y precipitado en su actuar, que ha hecho parte de la guerra de los Boers y que tiene en su futuro el reto de enfrentarse a las dos guerras mundiales de ese siglo. Le sirven de motores para sobrevivir a todo esto el recuerdo del amor de una mujer (interpretada por Deborah Kerr, que a sus 22 años de edad hace tres papeles en este filme) y la amistad perenne de un oficial alemán, Theo Kretschmar-Schuldorff (el actor austriaco Anton Walbrook), que atraviesa fronteras, ideologías y años.
La ironía inglesa es omnipresente en este filme, pero también palpita a cada instante esa sensación de calidez que Scorsese describía y que matiza todos los actos de guerra de este hombre, víctima de su tiempo y de la profesión que escogió, y cuyos preceptos de caballerosidad, diplomacia y dignidad se resiste a abandonar ya en el otoño de su vida. “La guerra empieza a medianoche”, se atreve a ordenar en un ejercicio militar, como si pudiera en la vida real planearse y convenir cuando comienza una guerra. Los militares jóvenes que reciben la orden deciden contravenirla para darle una lección al veterano oficial, que en su aplomo no puede creer que ya ni se sigan las instrucciones militares de un superior.
Los tiempos eran otros, la guerra también. Candy debía resignarse a aceptarlo, así sus principios se sintieran atropellados. Ya no pertenecía a ese mundo, ya era hora de decir adiós. Sin embargo Vida y muerte del Coronel Blimp no concluye con la muerte del personaje. Hay seres que parecen destinados a la inmortalidad. Lo mismo ocurre con películas como esta, por fortuna.
Publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano (Medellín, 07/07/13), págs. 8-9
©El Colombiano, 2013
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