La luna, el río y yo
Henry Mancini compuso una hermosa balada llamada Moon River. Pero fue una película la que dio origen a esa canción. Esta es la historia de ambas.
-“Andy, esta sería una gran canción para ti” -le dijo el compositor Henry Mancini al cantante Andy Williams al encontrarse con él en el restaurante La Scala en Los Ángeles en 1961. Mancini cenaba con Johnny Mercer, que había hecho la letra de una canción que él había compuesto, llamada Moon River. Ambos venían del estudio en el que grabaron esa melodía con la voz de Audrey Hepburn para una nueva película del director Blake Edwards.
Andy se llevó la cinta para Nueva York, pero Archie Bleyer, la cabeza de Cadence Records, no se mostró interesado. Jerry Butler fue entonces la primera persona que grabó una versión de la canción una vez la película se estrenó en el otoño de 1961. Sin embargo, cuando Moon River fue nominada al año siguiente al premio Oscar como mejor canción original y empezó a volverse popular, Andy –que ya estaba en Columbia Records- pensó que era buena idea grabar un álbum de canciones de películas e incluirla. Además la Academia de Hollywood le pidió interpretarla durante la ceremonia de entrega del Oscar.
El álbum se llamó Moon River and Other Great Movie Themes y se grabó en tres días. En la noche del 9 de abril de 1962 Andy Williams cantó Moon River frente al público del Auditorio Cívico de Santa Mónica, California, y frente a la audiencia que en televisión veía la edición número 34 de los premios Oscar. La canción ganó la dorada estatuilla y al otro día el álbum de Williams vendió cuatrocientas mil copias. En su autobiografía, publicada en 2009, Williams afirmaba que: “Nunca grabé [la canción] como un sencillo, pero se ha convertido en mi impronta, la canción con la que siempre se me identifica. Cuando escucho a alguien más cantándola hago todo lo posible para evitar gritarle a la pantalla de televisión, “¡No! esa es mi canción!”.
Howard Andrew “Andy” Williams murió el 25 de septiembre de 2012 a los 84 años de edad, tras una exitosisima carrera como cantante popular que tuvo en Moon River una especie de amuleto: así bautizó su teatro en Branson, Missouri; con sus notas se iniciaba el programa musical de variedades que tuvo en la televisión norteamericana entre 1962 y 1971; Moon river and Me se llama su autobiografía. Pese a eso, Moon River no existiría sin un novela breve de Truman Capote titulada Breakfast at Tiffany´s, sin una película homónima y sin una actriz específica: una estrella llamada Audrey Hepburn.
Capote publicó este relato en 1958 y se convirtió en éxito instantáneo. Inspirado en mujeres como Doris Lilly, Gloria Vanderbilt, Carol Marcus y su propia madre, el escritor creó a Holly Golightly, un personaje libre y cínico, una joven a la que no le importa ocultar que utiliza a los hombres adinerados, vendiéndose para obtener de ellos los lujos que requiere, mientras mantiene ocultas las raíces de su pasado. Hollywood quiso llevar a la pantalla grande su historia en varias ocasiones y fue la Paramount –a través de los productores Richard Shepherd y Martin Jurow- la que al fin se quedaría con los derechos para adaptar Breakfast at Tiffany´s al cine, luego de pagarle 65.000 dólares al escritor. El guion fue encomendado a George Axelrod –quien para Billy Wilder había hecho el guión de La comezón del séptimo año– y aunque Capote quería que Marilyn Monroe interpretara a Holly, los productores pretendían hacer una jugada arriesgada: querían a Audrey Hepburn en ese papel. La actriz de 32 años al principio lo dudó, pensando cuanto podría ese rol afectar su bien cuidada imagen. Al final decidió tomar el riesgo. El biógrafo Alexander Walter recuerda en la biografía de la actriz que “Ella sabía que necesitaba una película que acelerara su transición a papeles con una nueva mirada hacia la moralidad, a tono con la permisividad acelerada de los años sesenta”.
Vinculada la actriz principal y asegurada la participación del director Blake Edwards y del actor George Peppard como coprotagonista, Breakfast at Tiffany´s (conocida entre nosotros como Desayuno con diamantes o Diamantes para el desayuno) se empezó a rodar en octubre de 1960 con un presupuesto de más de dos millones de dólares. Mientras eso ocurría, Henry Mancini hacía la banda sonora de High Time (1960) para Edwards. Este compositor venía trabajando junto a él desde 1957, incluso a veces sin que a su labor se le diera crédito en sus películas. Pero ahora este sabía que Henry Mancini era el indicado para hacer la banda sonora de Breakfast at Tiffany´s y para crear una canción que definiera al filme. Sin embargo Marty Rackin, el jefe de producción de Paramount, no parecía pensar lo mismo. Según su opinión, Mancini no era el compositor indicado para hacer esa canción que él imaginaba neoyorquina y sofisticada, y por lo tanto solo haría la banda sonora. Sin embargo los productores y el director insistieron en que la tonada debía ser sencilla, acerca de una chica que llega de la provincia, del campo a la gran ciudad, y que Mancini debía escribirla.
El compositor se inspiró directamente en Audrey Hepburn y en su rango vocal para hacer esta canción, limitada a una gama de una octava. “Es inusual para un compositor realmente inspirarse en una persona, un rostro o una personalidad, pero Audrey ciertamente me inspira. Normalmente, tengo que ver la película terminada antes de componer la música, pero con Tiffany yo sabía que escribir para Audrey solo con leer el guion”, declaraba Mancini en el libro Audrey Hepburn: Fair Lady of the Screen de Ian Woodward. La sencillez era la clave: mostrar que debajo de esa aparente sofisticación de Holly habitaba una joven corriente.
Mancini compuso en un piano la canción y se la mostró a los productores, que quedaron muy satisfechos con ella. ¿Algún compositor para hacer la letra? Mancini quería a Johnny Mercer, el hijo predilecto de Savannah, Georgia, quien de inmediato aceptó la propuesta. Rápidamente tuvo tres posibles versiones que enseñarles y reunido con Mancini en el salón de baile del hotel Beverly Wilshire, Mercer se decidió por la tercera, a la que había bautizado provisionalmente Blue River, a sabiendas que ya había otras canciones con ese nombre. Era mejor llamarla Moon River. Ahora había que convencer a Audrey para que la cantara, lo que no fue fácil, pues desde Funny Face (1957) la actriz sabía que voz se había puesto más aguda. Se llegó a pensar que su voz fuera suplantada por Marni Nixon, pero al final Audrey tomó clases de canto y de guitarra, y asumió el reto.
Y así, cuando van 42 minutos del filme la vemos cantar, sentada en el borde de una ventana que da a unas escaleras de emergencia. Tiene puestos unos jeans, un suéter y una toalla en el pelo, nada más. No hay nada del glamour (cortesía de Givenchy) que Holly nos ha mostrado en el filme. Solo una mujer joven –sin máscara alguna- cantando una balada sencilla. El momento es perfecto por lo revelador, por lo que está afirmando de este personaje trágico. Lo dice Donald Spoto en la biografía de la actriz: “la imagen de Audrey sentada en el alféizar de la ventana, tocando la guitarra y cantando Moon River con su melancólica voz de mezzo, ha sido sin duda el mejor y más exclusivo símbolo del encanto para una legión de espectadores. Sin la menor afectación, logró transmitir con la música una combinación de nostalgia, sentimiento de pérdida y anhelo que ni siquiera la propia Holly era capaz de entender”.
Un preestreno de la película en las afueras de San Francisco mostró una buena respuesta del público, con la excepción de que el filme era un poco extenso. Al volver a la ciudad, los productores, Mancini y Audrey y su esposo se dirigieron a la suite de Marty Rackin -el mandamás de la Paramount- que les dijo, “Muchachos, me encantó la película, pero la maldita canción tiene que irse”. Algunos biógrafos afirman que la actriz oyó eso, se paró furiosa de su silla y le dijo:
– “Sobre mi cadáver”.
Rackin tuvo que ceder. El 5 de octubre de 1961 se estrenó Breakfast at Tiffany´s y el mundo se enamoró no solo de Holly Golightly, sino también de Moon River. Escúchenla, por favor. Entenderán porqué.
Publicado en el suplemento “Generación”, del periódico El Colombiano (Medellín, 14/10/12). Págs. 16-17
©El Colombiano, 2012
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