La piel en primavera, de Yennifer Uribe

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La directora y guionista Yennifer Uribe partió de la observación para crear a Sandra, el personaje protagónico de La piel en primavera (2024). Una anécdota, un encuentro casual en un bus con una mujer que portaba un carnet de vigilancia y que se bajó en la inmediaciones de un centro comercial fue el origen de una historia que recoge, en una sola, las vivencias de muchas mujeres. El de esta película es un relato de redescubrimiento, de darse de nuevo una oportunidad de florecer. Sandra (interpretada por Alba Liliana Agudelo, una actriz de profesión) trabaja como vigilante en un centro comercial. Enfundada en su uniforme ejerce un empleo de autoridad y control que típicamente se asocia al género masculino. Además Sandra es madre soltera, tiene un hijo adolescente y debe responder por su hogar en un barrio popular de Medellín. Desde esa perspectiva laboral y social no tendría tiempo ni lugar para el romance, ni para un despliegue abierto de su feminidad. Pero eso es exactamente lo que va a ocurrir.

La piel en primavera (2024)

Sandra empieza a abrirse, a bajar la guardia frente a todo lo que ha construido para negarse (y blindarse emocionalmente) frente a alguna oportunidad afectiva. Y esto lo muestra la película a partir de pequeños detalles cotidianos, conversaciones casuales y pícaras con sus compañeras de trabajo, encuentros con un conductor de bus que se muestra interesado en ella, el ver a su hijo ilusionado con una novia. Se trata de un proceso para nada forzado ni milagroso. En el fondo, en Sandra siempre ha vivido una mujer deseosa de ser amada y eso empieza, por supuesto, por su autoestima. El punto crucial de La piel en primavera fue la decisión de casting que buscó una actriz que tuviera un cuerpo real, no modelado por el ejercicio o las cirugías. Un cuerpo que en su bella imperfección represente a muchas mujeres que tienen el derecho de sentirse cómodas como son, no como ciertos patrones de belleza deciden que deberían ser.

La piel en primavera (2024)

Lentamente la vemos cambiar –incluso su hijo la censura por eso- la vemos quererse y complacerse. Ella quiere sentir placer y busca satisfacer y ser satisfecha. Se nota la emoción y la ilusión que ese reverdecer le genera, y el guion se cuida mucho de no generar transformaciones súbitas ni mostrarnos alguna epifanía que en nada tenga que ver con un proceso interno real, con un convencimiento íntimo de sus infinitas posibilidades como mujer que se siente viva y hermosa. En ese trayecto aprende a amarse de nuevo, a sentir, a sentirse. Por eso La piel en primavera es tan sensual, porque es capaz de mostrarnos como Sandra añade a su existir una dimensión quizá inédita para ella, quizá olvidada tras años de soledad y represión. Lo que le sucede es que aprende a mirar el mundo de otra manera y eso incluye mirarse a sí misma de otra manera, más empática y libre.

La piel en primavera (2024)

La escena final de La piel en primavera resume sin palabras los propósitos de este filme. Aunque enmarcado dentro de los cánones del “realismo cotidiano” del cine latinoamericano, esta película exhibe una especial sensibilidad. Es una mujer la que la escribió y la dirigió, y es una mujer la protagonista. Yennifer Uribe reivindica y reafirma como realizadora que este filme se beneficia de su mirada de mujer, de sus ojos compasivos, de su sororidad a flor de piel.                 

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.       

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