Bandolera a la fuerza: La sargento Matacho, de William González
Rosalba Velasco, la protagonista de La sargento Matacho es una mujer campesina que en 1948, al inicio del periodo conocido como “la violencia” partidista, es víctima de la sinrazón de una patria herida que un día la deja sin hogar y sin esposo. Todo su mundo colapsa y eso incluye su mente, traumatizada para siempre: Rosalba queda insensibilizada, solo capaz de satisfacer impulsos y necesidades primarias.
Esta película colombiana del director caleño William González es su historia. Y es también la de muchos seres anónimos que han padecido las muchas violencias que parecieran ser connaturales a nosotros, de lo aturdidos que nos mantienen. Sin embargo el personaje de Rosalba está inspirado en una mujer real, en una bandolera liberal, “la Mona” Velásquez, que hizo historia en el Tolima por sus crímenes. Aunque convertida aquí en un personaje de ficción, lo que nos muestra el filme no son las andanzas de una heroína, sino el transitar desapacible de una mujer que parece en trance, de tanto golpe vital que ha recibido, y que no encuentra paz en ninguna parte ni junto a nadie.
El filme cuenta con unos notables valores de producción que permiten recrear una época de la Colombia rural de mediados del siglo XX que parece perdida en el tiempo, pero cuyas consecuencias están aún presentes entre nosotros. La narración, sin embargo, tiende a ser maniqueísta, dividiendo claramente los bandos entre perseguidos y perseguidores. Estos últimos además son la ley y tienen a la Iglesia de su lado. La complejidad política de lo ocurrido y que desembocó en semejante barbarie está excluida de un relato episódico que parece dividido en cuatro actos, cada uno con la presencia de un hombre en la vida de Rosalba.
Es curiosa esta dependencia de la protagonista. Tras perder a su esposo, termina siempre relacionada con figuras de poder dentro de los bandoleros liberales, como si su arisca determinación fuera un trofeo para ellos, y que a la vez ella necesitara de un respaldo masculino que la hiciera sentirse protegida y por encima del resto de la tropa. Que quede embarazada de cada uno de sus compañeros es la confirmación de su necesidad de generar lazos y de su nostalgia tácita por un hogar al que nunca va a volver, y que no va atreverse a reclamar, pues esta mujer mutista ya perdió la capacidad de exigir una tregua.
La actriz Fabiana Medina le da vida a Rosalba en un gran rol, en el que reemplaza las palabras por el desconcierto, la existencia por la supervivencia y el amor de madre por la capacidad fisiológica de gestar. Todo se lo quitaron. Es una víctima que ya no tiene nada más que perder.
Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 10/09/17), sección “debes hacer” pág. 5, con el título “Bandolera a la fuerza”.
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