Laberinto ruso: A Gentle Creature, de Sergei Loznitsa

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“La idea del progreso, tal como la conocemos en Europa, no existe en Rusia, porque las cosas se experimentan allí como un círculo, como una espiral infinita”
– Sergei Loznitsa

El rostro de la protagonista de A Gentle Creature (Krotkaya, 2017) es inmutable. Es una expresión permanentemente severa, triste, la de alguien sin esperanza. Ese rostro no va a cambiar a lo largo de todo el metraje, parece incluso una máscara sobrepuesta que ella utiliza como escudo, como defensa para no dejar ver sus reales sentimientos, que se me antojan incluso más angustiantes y angustiados. Es una mujer joven, sola, que vive en un remoto paraje, en una cabaña acompañada apenas por un perro, y que trabaja haciendo turnos nocturnos en una gasolinera rural donde casi nunca llega nadie. Esa mujer tiene preso a su esposo, condenado por asesinato. Ese es su dolor, quizá el primero de una cadena sucesiva de dolores que le ha dejado triste ese rostro para siempre.

El director ucraniano Sergei Loznitsa se inspiró en un cuento de Fiódor Dostoievski llamado A gentle creature, escrito en 1876, pero prácticamente solo utilizo el título. Aclara el realizador que “Dostoiveski estaba interesado en las ambiciones heridas, en la pérdida humillante de la autoestima y las relaciones que germinan a partir de tales bases y que terminan en una catástrofe. Mi interés yace en otra área. Yo no iba a hacer un estudio del perfil psicológico de una mujer reprimida y abusada. Yo estaba interesado en un espacio, en un hábitat en el cual tales criaturas son forzadas a existir”.

A Gentle Creature (Krotkaya, 2017)

Esa mujer innominada es informada que un paquete con comida y ropa que envío a la cárcel le ha sido devuelto. Al parecer su esposo ha sido trasladado a otra prisión, pero no recibe claridad alguna ni sobre el rechazo del paquete ni sobre el paradero de su marido. Es para ella la entrada a un laberinto burocrático y subterráneo kafkiano que la lleva de aquí para allá haciendo preguntas que nadie responde, llenando formatos que nadie lee, confiando en aquellos en quienes no debería fiarse. La única que la acompaña es una absoluta resignación, como si supiera de antemano que no tiene derecho a protestar ni a quejarse, que nada va a lograr con eso, que las cosas son así de imposibles para el pueblo.

Viendo esa impenetrable burocracia, la desidia de las personas y la ruina de los sitios que ella visita, puede uno pensar que está en la Rusia de los años setenta del siglo XX. Solo la aparición de un teléfono móvil con el que le toman una fotografía nos trae al tiempo presente para constatar que allá nada ha cambiado, que las ciudades, las personas y las cosas están estancadas en el tiempo, en cenizas. Y sobre esos escombros merodean las mafias, los avispados, los que viven de la necesidad y el dolor ajenos. Con ellos también se tiene que relacionar obligadamente esta mujer, tratando de agotar cualquier posibilidad, pero ni ellos están interesados. Ella tiene poco para dar a cambio. Ni siquiera los protectores de los derechos humanos le dan algo de fe. Todos parecen cómplices, todos parecen compartir la misma culpa.

A Gentle Creature (Krotkaya, 2017)

El panorama de desolación que muestra Sergei Loznitsa es impactante. No hay salida, no hay escape, no hay nada que hacer. El director dice que mucho tiempo estuvo pensando cómo terminar este filme y optó por un camino que desdibuja sus intenciones previas de denuncia. Se decidió por una larga secuencia onírica –que él mismo refiere como un filme dentro del filme- en la que muchos de los personajes con los que ella se ha relacionado a lo largo del relato se reúnen en una especie de elegante banquete con el director de la cárcel, supuestamente para manifestar su situación y para ayudarle a ella, supuesta beneficiaria del permiso necesario para reunirse con su esposo. Lo que obtiene en realidad me deja sin palabras.

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