Entre rejas: Los delincuentes, de Rodrigo Moreno

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Los simbolismos que asimilan la vida laboral a una condena en una prisión abundan en Los delincuentes (2023), del argentino Rodrigo Moreno, más si trabajas en un banco y haces el arqueo diario del dinero, momento donde literalmente estás entre rejas. Esto para explicar que se trata de una “caper movie” donde Morán (Daniel Elías), uno de los empleados de un banco en Buenos Aires decide robarse el dinero suficiente para vivir bien el resto de sus días y escapar de la rutina y el confinamiento que producen la cotidianidad laboral, estando lejos aún de la pensión por jubilación. Aunque el diseño y la ejecución del plan son solo suyos, requiere de un cómplice y encuentra en otro compañero del banco, Román (Esteban Bigliardi), a un reticente pero al fin de cuentas útil, partner in crime.    

Los delincuentes (2023)

La película está dividida en  dos partes, la primera es la ejecución del robo (no entraré en detalles del plan) y lo que eso implica para Morán. Esta es la parte “citadina” de Los delincuentes, la más aferrada a los patrones convencionales del género. Además es muy curiosa la puesta en escena bancaria: si no fuera por los computadores (que además son de pantalla plana) y a la aparición tardía de un teléfono móvil, uno diría que ese tipo de oficinas corresponden a un banco de los años setenta del siglo XX, con divisiones hechas con paneles de madera y aparatos que lucen anticuados. Es como si el tiempo no pasara: los trabajadores incluso lucen todos los días el mismo vestuario (sin ser un uniforme institucional). Parece que el director Moreno quisiera reforzar la idea de la prisión que implica el trabajar rutinariamente. Que el  veterano actor Germán De Silva cumpla dos roles diferentes –ambos en una posición de autoridad tiránica- le añade absurdo a Morán, víctima de  un jefe físicamente igual fuera y dentro de la cárcel.

Los delincuentes (2023)

La segunda parte se centra más en Román, esta es la parte “rural” del filme, pues tiene lugar en Córdoba, entre el campo. Si la película tuviera un metraje convencional, quizás esta parte se hubiese suprimido o acortado, pero dado que Los delincuentes supera las tres horas de duración, el director y guionista Rodrigo Moreno se explaya cómodamente en detalles y situaciones aparentemente banales, pero que para Román suponen un cambio en su concepción de la vida, casi como si disfrutara de los frutos del robo sin haberse gastado aún ni un dólar. Además es en esta segunda parte donde ocurre un giro en la trama, un golpe de efecto entre gracioso y trágico, que signa el destino de ambos personajes protagónicos. Para esto el director recurre a un segmento de flashback que involucra a Morán y sus andaduras previas a ser detenido. Este segmento resulta de una frescura y una sinceridad tal, que justifica todo lo que a futuro va a vivir en prisión.

Los delincuentes (2023)

Los delincuentes es una película de cocción lenta, derivativa y reflexiva, que pese a esa calma, que no es propia de las películas de robos, tiene una tensión interna palpable construida con muy buen pulso narrativo: el anhelo de Morán que hace que soporte todo y que encuentre solaz en los libros (hermosa la lectura en voz alta de La gran salina de Ricardo Zelarayán), la ansiedad de Román que por poco echa a perder las cosas; su nuevo existir junto a una joven que complica todo sin saberlo (una excelente Margarita Molfino), su fidelidad al compañero que hizo el mayor sacrificio… No es esta una película para cinéfilos con prisa, ni para aquellos que busquen una resolución rápida y clara al drama expuesto. Hay aquí, sobre todo al final, la sensación del sinsentido que genera el perder lo que ni todo el dinero imaginable puede comprar. Y eso confunde, da vértigo y duele. 

 ©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.       

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