Los divorciados inseparables: The Awful Truth, de Leo McCarey
“Después de The Awful Truth, cuando se referían a comedia ligera estaba Cary Grant y luego todos los demás eran unos segundones”
-Peter Bogdanovich
Increíblemente, fue el fracaso comercial de una obra que hoy es un clásico como Dejad paso al mañana (Make Way for Tomorrow, 1937), lo que permitió que Leo McCarey dirigiera The Awful Truth (1937), al no renovársele su contrato con la Paramount. En ese estudio había dirigido a los hermanos Marx en Duck Soup (1933) a W.C. Fields en Six of a Kind (1934), a Mae West en Belle of the Nineties (1934) e incluso a Harold Lloyd en La vía láctea (The Milky Way, 1936): era un realizador muy hábil para la comedia, pero ciertas películas mediocres que hizo y el fracaso de un drama como Dejad paso al mañana fueron suficientes, desde la perspectiva del estudio, para dejarlo ir. De inmediato Harry Cohn, el mandamás de Columbia Pictures, lo contrató por cien mil dólares anuales.
Curiosamente, eso ocurría casi simultáneamente con la decisión de Cary Grant de no continuar trabajando para la Paramount luego del estreno de Cásate conmigo… si puedes (Wedding Present, 1936). Grant era un actor independiente y al renunciar se convertía en el primer actor sin estudio de Hollywood. “Si me hubiera quedado en la Paramount, habría seguido haciendo películas que Gary Cooper, William Powell o Clive Brook rechazaban. Al negarme a renovar mi contrato no era la primera vez que daba lo que parecía [a todo el mundo] un paso atrás” (1).
Cary Grant no tenía agente y para negociar su salida del estudio contrató a Frank W. Vincent y este lo vinculó simultáneamente a Columbia y a RKO en contratos sin exclusividad por cuatro películas en cada estudio. La primera cinta que hizo para Columbia fue Preludio de amor (When You’re in Love, 1937) y para la RKO fue El ídolo de Nueva York (The Toast of New York, 1937), hizo además otra película para el estudio de Hal Roach, una comedia llamada Una pareja invisible (Topper, 1937). Decía el actor que “Durante años había suplicado a la Paramount que me dejara hacer otra cosa aparte de papeles de galán romántico. Les decía que yo debía estar haciendo comedia ligera. Ellos no me escuchaban. Cuando se acabó mi contrato y me ofrecieron renovarlo, les pregunté: «¿Podré escoger los papeles?». Y ellos dijeron que no. De modo que no lo renové… la primera comedia que hice como independiente fue Una pareja invisible” (2).
Lo que no sabía Cary Grant era que su siguiente proyecto con Columbia también sería una comedia, una que definiría el rumbo de su carrera para siempre. Harry Cohn quería que protagonizara The Awful Truth, un proyecto que había encomendado al recién llegado Leo McCarey y que iba a ser coprotagonizado por Irene Dunne, una actriz originaria de Kentucky que venía de la RKO y que ya tenía a cuestas dos nominaciones al premio Oscar por Cimarron (1931) y Theodora Goes Wild (1936). The Awful Truth seria la película numero veintitrés para ella y la veintinueve para Grant. Y no sería la última vez que ambos harían pareja en la pantalla. Les esperaban otros dos filmes juntos: My Favorite Wife (1940) y Penny Serenade (1941), la química entre los dos era innegable.
The Awful Truth –conocida en Latinoamérica como Terrible verdad y en España como La pícara puritana– fue inicialmente una obra teatral de Arthur Richman y ya para ese entonces habían dos filmes basados en ella: una versión silente de 1925 protagonizada por Warner Baxter, y una cinta de 1929 con Henry Daniell e Ina Claire, dirigida por Marshall Neilan. Harry Cohn tenía los derechos de esa última versión y le entregó el guion a Leo McCarey para que hiciera un remake. El director lo leyó, lo tiró a la basura y llamó a la escritora y dramaturga Viña Delmar -que había hecho el guion de Dejad paso al mañana– para que entre los dos rescribieran esta historia, incluso incluyendo aspectos autobiográficos de McCarey. Estaban creando un clásico de la screwball comedy, las comedias de enredo de los años treinta y cuarenta.
Sin embargo el esbozo con el que McCarey aparecía cada día en el plató era apenas una guía mínima sobre la cual le pedía a los actores improvisar los diálogos y el accionar. Sobre su estilo McCarey afirmaba tener “una teoría que llamo de la inevitabilidad de los eventos. La idea es que si algo ocurre, otra cosa inevitablemente fluye a partir de ahí –como la noche sigue al día; los eventos están unidos. Siempre desarrollo mis historias de esa forma, en una serie de incidentes que se suceden y se provocan uno al otro. Realmente nunca tengo intrigas” (3).
La producción –que tuvo lugar entre el 21 de junio y el 17 de agosto de 1937- se convirtió en un calvario para Cary Grant, que no logró adaptarse al método de MCarey y se tornó inseguro, huraño y ansioso. Es más, fue donde Harry Cohn y luego de pedirle infructuosamente que le dejara intercambiar papeles con Ralph Bellamy, le llevó un memorando de ocho páginas en el que describía los fallos del filme y le ofreció cinco mil dólares para que lo retirara de la película. McCarey se enfureció al saber eso y le dijo a Cohn que pondría otros cinco mil dólares para sacar al actor del filme. Grant se quedó en The Awful Truth, pero las relaciones entre él y el director jamás fueron buenas. Incluso McCarey dejó de hablarle.
Lo más llamativo es que todas las fuentes coinciden en que Leo McCarey fue el gran mentor de la carrera de Cary Grant a partir de lo hecho en este filme. No solo había algo de similitud entre el apellido del director y el nombre del actor, sino que además existía un curioso parecido físico entre ambos. McCarey ayudó construir la personalidad fílmica de Cary Grant, a que aprovechara sus dotes cómicas y que aprendiera a burlarse de sí mismo. “Paradójicamente, el talento para la comedia de McCarey y su inteligencia cinematográfica ayudaron a que Grant, pese a sus reparos, lograra que sus características personales se fundieran en un personaje redondo” (4), escribe el biógrafo Marc Eliot. El Cary Grant comediante, tal como lo conocemos, surgió a partir de The Awful Truth.
La película se estrenó el 21 de octubre de 1937 y en menos de un mes recaudó lo que había costado hacerla. Fue nominada a seis premios Oscar: mejor actriz, actriz (Dunne), actor de reparto (Bellamy), guion, montaje y director. Leo McCarey ganó la estatuilla por este filme y durante la entrega de los premios –el 10 de marzo de 1938- afirmó que se lo habían dado por la película equivocada, pues según él, que el premio debió haberle sido otorgado por Dejad paso al mañana. La Academia de Hollywood se ha equivocado muchas veces, en ocasiones dolorosamente, pero este no es el caso: The Awful Truth es una de las mejores comedias de la historia y sin duda uno de los mejores filmes de McCarey. Debió sentirse orgulloso de él y no subestimar sus virtudes en público.
La custodia de Mr Smith
The Awful Truth arranca in medias res, sin mayores explicaciones: un hombre, Jerry Warriner (Cary Grant), ha fingido irse unos días a la Florida por asuntos de negocios, pero en realidad se quedó en Nueva York y ahora necesita simular un bronceado que no tiene y conseguir una ancheta de naranjas para llevar a su esposa Lucy (Dunne). Ella, sin embargo, no está en casa. Aparecerá más tarde acompañada de su apuesto profesor de canto, pues debieron pasar la noche en una posada, ante la supuesta avería del automóvil que debía traerlos de una fiesta. “No se puede estar felizmente casado si siempre sospechas del otro”, le dice Lucy a Jerry, para añadir más tarde “No puede haber dudas en el matrimonio. Todo se basa en la fe. Si pierdes eso, pierdes todo” (estas frases la va repetir Jerry al final de la película, pero dirigidas a una mujer que pretende). Aunque la cinta no lo hace explicito, es posible que alguno de los dos, o ambos hayan sido infieles.
Sin muchos preámbulos se llega a un juicio de divorcio, cuyo fallo definitivo se dará en 90 días. La custodia de Mr Smith, el fox terrier de la pareja, queda en manos de Lucy. Lo que sigue son los intentos de ella por rehacer su vida junto a un tosco magnate texano, Daniel Leeson (interpretado por Ralph Bellamy) y las interferencias al respecto, aparentemente involuntarias, de Jerry. Luego es Jerry el que quiere tener una relación con una adinerada debutante y ahora es Lucy, arrepentida de la separación, la que quiere impedirlo. Creo que es fácil sospechar hacia donde se dirige todo, pues The Awful Truth es un ejemplo de las “comedias de rematrimonio”, un termino acuñado por el filosofo Stanley Cavell en su texto de 1981, Pursuits of Happiness: The Hollywood Comedy of Remarriage. Este subgénero de la comedia le permitía a los guionistas jugar con los límites de la censura y hacer que los personajes de los filmes –en proceso de divorcio- se involucraran con terceros sin la sombra del adulterio sobre sus cabezas. Además, al final, volverán a juntarse.
La película es una comedia de salón, cuyo accionar está situado mayoritariamente en apartamentos y en la sala de estar y en las habitaciones de los mismos. Puertas que se abren y se cierran, visitas inesperadas, encuentros sorpresa y equívocos son el material con el cual se construye una comedia de situaciones que es más verbal que física (aunque Cary Grant tiene oportunidad de demostrarnos su habilidad para el slapstick puro) y que está organizada en forma de secuencias que funcionan como set pieces tan individuales como imprescindibles: el comparecer ante el juez, el show en el salón de baile, el recital de canto, el juego de Mr Smith con el sombrero (que dará lugar a uno de los gags más hilarantes de la película, con Jerry poniéndose por error el enorme sombrero de su contrincante Daniel). Tan sublimado es el accionar para lograr el efecto cómico, que los personajes nunca están trabajando o haciendo algo útil. Siempre están dispuestos a salir a un sitio elegante, a una cena o a un baile. McCarey evita las transiciones, lo que ocurre siempre deriva en algo más elaborado y que se suma a lo ya visto, tal como describió en su teoría de “la inevitabilidad de los eventos”. Lo que es asombroso es el control interno de la puesta en escena, considerando su método que dependía de la improvisación. “No es una mala actuación para no haber ensayado”, le dice Jerry a Armand, el profesor de canto de su esposa. Parecen palabras de Cary Grant dirigidas a él mismo durante el rodaje.
Milagros y misterios aparte, lo que queda es una comedia absolutamente brillante. Irene Dunne y Cary Grant parecen haber estado esperando toda su carrera esta oportunidad de brillar juntos en medio de una situación –quizá arriesgada para la época- pero manejada desde las alturas de un humor finísimo, elaborado con una inteligencia verbal más que notable. The Awful Truth hace parte desde 1996 del Nacional Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. La “terrible verdad” es que esta película es mucho mejor que otras comedias con más prestigio.
Referencias:
1. Nancy Nelson, Evenings With Cary Grant: Recollections in His Own Words and by Those Who Knew Him Best, Nueva York, Warner Books, 1993. p. 84
2. Marc Eliot, Cary Grant. La biografía, Barcelona, Lumen, 2007. p. 180
3. Peter Bogdanovich, Who the Devil Made It: Conversations with Legendary Film Directors, Nueva York, Random House, 2012, p.
4. Marc Eliot, Op Cit, p.194
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