Los paraguas de Catherine: Potiche, mujeres al poder, de François Ozon

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Potiche, mujeres al poder (2010) llega a acá casi con dos años de retraso, como si Colombia quedara en un planeta cercano a la Tierra y hubiera que esperar el próximo cohete para enviarnos las películas. Esa inveterada indecisión de los distribuidores atenta contra las posibilidades comerciales de un filme como este, del que se dispone de una versión en video original hace meses.

Aunque Potiche está encabezada por Catherine Deneuve, Gérard Depardieu y Fabrice Luchini, grandes nombres del cine francés, la verdad es que uno ya no sabe a qué atenerse frente a su realizador, el prolífico e irregular François Ozon, un hombre que tuvo unos comienzos ambiciosos y prometedores. Recuerdo con especial aprecio Gotas de agua sobre piedras calientes (2000), que recogió el espíritu subversivo y claustrofóbico de Fassbinder; la sublime Bajo la arena (2000), con su mezcla de nostalgia, sueños y fantasías, protagonizada por una magnífica Charlotte Rampling, quien volvería para la sugerente y erótica La piscina (2003), acompañada de Ludivine Sagnier en estado de ebullición.

Sin embargo en su filmografía ha habido espacio para musicales, fábulas sociales y comedias poco inspiradas que han terminado por desdibujarlo. 8 mujeres (2002) es un buen símbolo de su cine sobrevalorado. Lo único que puede decirse ya de Ozon es que es poco predecible, tal como lo confirma Potiche, una mezcla de drama y de sátira ambientada en 1977, y cuyo tono nunca acaba de establecerse. Por momentos serio, por momentos festivo y ligero, el filme –inspirado en la obra teatral de Pierre Barillet y Jean-Pierre Grédy- funciona como una suerte de caricatura con intenciones de reivindicación de género y de compromiso social. Catherine Deneuve interpreta a Suzanne Pujol, una adinerada mujer-florero a la que no le permiten tomar decisiones, mientras su esposo Robert tiene las riendas del negocio familiar de paraguas. Un giro de las cosas la pondrá al frente de la empresa y de su propia vida.

Si suena a historia predecible -de reivindicación y emancipación personal- así es, nadie va a engañarnos. Ozon no pretende nada nuevo ni osado. Parece cómodo y relajado, más preocupado por la acertada recreación de los años setenta que hizo y por poner algunos diálogos divertidos en boca de los protagonistas, que por aportar elementos valiosos a la construcción de una narrativa sólida. Así, Potiche es una película que termina desperdiciada por su falta de brío y de verdadero drama. François Ozon sigue dando tumbos…

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 10/05/12). Pág. 22
©Casa Editorial El Tiempo, 2012

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