Para decir adiós: Mia madre, de Nanni Moretti
Se atribuye a Alfred Hitchcock la frase según la cual “En los filmes de ficción, el director es Dios; en los documentales, Dios es el director”. De estas palabras es consciente Margherita, la directora de cine que intenta llevar a buen término el rodaje de su película Noi siamo qui, un filme acerca del remezón laboral que la venta de una empresa implica para sus trabajadores. Ella le ordena a los actores que hacer, supervisa y controla sus actos. Las escenas empiezan y se detienen según sus designios.
Pero fuera del plató las cosas son distintas. Margherita no puede hacer que todos le obedezcan, no puede obligar a su madre enferma a caminar por su cuenta unos pasos, no puede evitar tampoco que agonice y la deje. “La vida privada tiene altibajos para todos. Las películas son más armoniosas que la vida”, dice el director Ferrand en La noche Americana (1973) de François Truffaut. Y esto podría aplicarse a la situación de Margherita, la protagonista de Mia Madre (2015), de Nanni Moretti.
Como ya lo empezaron a entender, Margherita es –también ella- un personaje de ficción, el alter ego de Moretti, el director, actor y guionista italiano que ha querido que sea una mujer la protagonista de esta historia inspirada en sus propias vivencias. Cuando Moretti rodaba su película Habemus Papa (2011) falleció su madre. Él llevó un diario de sus reflexiones y sensaciones sobre ese momento y esas palabras fueron volcadas al guion de Mia Madre. En declaraciones a The Guardian, Moretti afirmaba que “El aspecto autobiográfico real es la sensación que tiene Margherita de nunca sentirse a la altura de lo que está haciendo, de que siempre esté incómoda. Es como si le faltara algo. Siempre está descontenta, no en paz. Eso es algo propio de mí”.
Esta película es la forma más honesta que encontró Moretti para decirle adiós a su madre, para poder expresarle, desde la ficción, la consternación que representó para él su partida. Lo hace con una declaración agridulce sobre su oficio como director de cine, sobre las paradojas que implican escenificar la realidad y no poder controlar su propia vida, fuente de confusión e insatisfacción, sentimientos que van a trasladarse al rodaje que está haciendo.
Mia Madre es entonces una película réquiem. Ojalá todos pudiéramos despedirnos así de los seres amados.
Publicado en la columna Séptimo arte del periódico El Tiempo (Bogotá, 10/04/16), sección “debes hacer”, pág. 6
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