Mira siempre el lado positivo de la vida: La vida de Brian, de Terry Jones
Si usted disfrutó esta película, ¿porque no va a ver “La Notte”?
– Anuncio al concluir los créditos finales de La vida de Brian.
Los implicados eran seis: John Cleese, Eric Idle, Michael Palin, Terry Jones, Terry Gilliam y Graham Chapman. Uno por uno no dicen mucho, pero juntos fueron Monty Phyton, el colectivo cómico británico que entre el 5 de octubre de 1969 y el 5 de diciembre 1974 dio origen, produjo, condujo y protagonizó una de las series televisivas más irreverentes y entretenidas jamas emitidas por la BBC, Monty Phyton´s Flying Circus, que una vez afamada, cruzaría el Atlántico para ser reverenciada en Estados Unidos con proporciones casi de culto por un selecto grupo de seguidores que supo captar su mordaz e inteligente humor. Ningún tópico polémico quedaba fuera de la mira del grupo: sexo, racismo, política, la realeza británica, religión, drogas y cuanto fuera de actualidad pasó por las manos de Monty Phyton en los cuarenta y tres episodios de la serie, que se prolongaría en el tiempo a través de discos, libros y videos.
Curiosamente, los payasos de este circo volador tenían una formación bastante elevada. La mayoría se conocieron en Cambridge, donde además de cursar estudios universitarios (Chapman estudió medicina, Cleese cursó leyes, e Idle inglés) algunos hicieron parte de The Footlights, una sociedad teatral que recorrió el país y el exterior. Palin estudió historia en Oxford y Jones literatura medieval en el mismo claustro. En 1967 crearon una serie de televisión, Do not adjust your set y dos años después se dieron a conocer como Monty Phyton, con las consecuencias conocidas.
En 1972 decidieron llevar sus locuras al cine con And Now for Something Completely Different que recogía lo mejor de la serie de televisión; en 1974 continuaron con la graciosa Monty Python and the Holy Grail; cinco años después se juntaron de nuevo y se fueron para Túnez a hacer La vida de Brian (Monty Phyton´s Life of Brian, 1979), su mayor éxito entre la crítica, seguido de Monty Phyton Live at the Hollywood Bowl (1982) y Monty Phyton´s The Meaning of Life (1983). Después cada cual siguió carreras individuales: John Cleese como actor y guionista; Terry Jones como director y actor; Terry Gilliam como director en Estados Unidos; Idle y Palin como actores, mientras infortunadamente Chapman falleció en 1989, víctima de un cáncer.
Filmada completamente en Túnez, La vida de Brian se rodó entre septiembre y noviembre de 1978, aprovechando los platós que se habían construido para la serie de televisión Jesús de Nazaret. La EMI, comprometida a financiar el filme, presupuestado en cuatro millones y medio de dólares, se retiró a última hora –temerosa- dejando el proyecto a la deriva. Afortunadamente, el exbeatle George Harrison y el banquero Dennis O´Brien se interesaron en la película y dieron el apoyo económico necesario a través de una compañía fundada para ese propósito, Handmade Films, que se convertiría en impulsadora del cine británico independiente a lo largo de la década siguiente. El filme se estrenó en Nueva York el 17 de agosto de 1979 para deleite del público seguidor del grupo y pasmo de la iglesia católica que se apresuró a tildarlo de blasfemo y a censurar agresivamente su presentación en varios países. En algunos, incluso, se reclasificó como filme X para limitar su distribución.
Las razones aducidas en su momento por la iglesia no se ven tan claras ahora, pues aunque la historia de La vida de Brian ocurre, a propósito, simultáneamente con la Cristo -ambos nacieron el mismo día en pesebres contiguos- sólo en dos momentos coinciden en pantalla: durante la natividad y treinta y tres años después en el sermón de la montaña, y en ambos casos la figura de Cristo es tratada con absoluto respeto. Esta película no se burla de él: recrea la época histórica en la que vivió para hacer una sátira aguda sobre el fundamentalismo religioso y, de manera más sutil, sobre las películas de tema bíblico, con su aparente gravedad, pero que en el fondo sólo tienen fines comerciales.
A diferencia de Monty Phyton and the Holy Grail, un filme de presupuesto limitado que consistía de sketchs cómicos sobre la base común de burlarse en abstracto de la leyenda del Rey Arturo, La vida de Brian tiene una estructura dramática mucho más cohesionada y trabajada, pues su propósito era hacer comedia a partir de una situación conocida desde un solo e intocable ángulo -la vida de Cristo- y transformarla en una reflexión sobre la vida en tiempos de Cristo, que sirviera de reflejo certero del mundo contemporáneo.
Por eso es fácil intentar un resumen del argumento: estamos situamos en el año 33 de nuestra era, para darle un vistazo a Brian Cohen (Graham Chapman), un judío anónimo que vive, bajo el gobierno de Poncio Pilatos (Michael Palin), junto a su anciana madre (interpretada por nada menos que el propio director Terry Jones). Brian trabaja como modesto vendedor ambulante en el coliseo local, pero se involucra con miembros del Frente Popular de Judea (no confundir con el Frente del Pueblo Judío), grupo subversivo que busca liberarse del yugo romano. Brian participará en un frustrado intento de secuestro de la esposa de Pilatos, para ser capturado, no sin antes ser salvado en un fabuloso deus ex machina, ser confundido con el Mesías, convocar involuntariamente a las masas y terminar como todos los redentores de la época, al son de la pegajosa canción “Bright Side of Life”, compuesta por Eric Idle y que, como curiosidad, logró entrar a los listados de música pop.
Mezclando comedia pura con comentario social, la película avanza con firmeza lanzando sus dardos contra la inmovilidad burocrática, el sectarismo, lo políticamente correcto, la discriminación femenina, la inutilidad de ciertos preceptos éticos, la falta de lógica de los grupos terroristas y, sobre todo, el fanatismo religioso. En una época en la que se buscaba algo superior y divino a que aferrarse para encontrarle sentido a la vida, pululaban los profetas de todas las pelambres. Brian, escapando de sus persecutores romanos, es confundido con uno de tales profetas y elevado rápidamente por sus seguidores a la categoría de Mesías, a pesar de sus constantes negativas y aclaraciones. Los Monty Phyton no tiene piedad a la hora de mofarse de las masas hipócritas que se arremolinan alrededor de Brian viendo símbolos y señales donde no hay nada, y que esperan cualquier palabra del supuesto Mesías para interpretarla a su amaño, con una devoción ciega que no pide ni requiere ningún apoyo racional. Incluso nos muestran como se crean facciones dentro de un mismo movimiento, capaces de matarse entre si empujadas por la menor diferencia.
Es probable que el cristianismo interpretara esto como un ataque personal, pero el propósito de los Monty Phyton iba más allá de burlarse de una iglesia. John Cleese afirmaba que la película era realmente acerca de las mentes estrechas no preparadas para cuestionar la fe, antes que un ataque sobre la propia fe. El aguijón ponzoñoso se dirigía a todo el fundamentalismo religioso, cualquiera sea su origen, y a la creación de ídolos de barro por el inconsciente colectivo de grupos humanos que ven lo que quieren ver. La metáfora aplica no sólo al modo en que se practicaba la fe en esos tiempos, sino -por supuesto- a la manera en que se vive y se practica en la actualidad.
El tipo de humor de estos ingleses en la película es muy variado: visual, oral, situacional y una mezcla de los tres, jugando con las expectativas de un público dispuesto a dejarse sorprender. Aunque los gags pretendidos no siempre resultan, la complejidad de su elaboración es digna de elogio. Eso sin mencionar su gran capacidad actoral, pues cada uno de ellos -exceptuando a Graham Chapman- interpreta por lo menos a media docena de personajes, cada uno perfectamente caracterizado. Su estilo dejó herederos bastardos por doquier -Mel Brooks es uno de ellos- nunca del todo dignos. Tristemente son esos herederos los que se apoderaron de la comedia fílmica, sustrayéndole toda la inteligencia y sumándole vulgaridad y mal gusto. Pese a sus méritos, La vida de Brian parecía condenada a un injusto e incomprensible olvido.
En 2004, unos meses después del polémico estreno de La pasión de Cristo (The Passion of the Christ) de Mel Gibson, se relanzó en Estados Unidos -oportuna- La vida de Brian, para un público que probablemente no la había visto veinticinco años atrás La mirada dogmática, autoindulgente y manipuladora de Gibson, contrasta en grado sumo con el desparpajo ingenioso, desinhibido y carente de pretensiones de la obra de Monty Phyton, recibida de nuevo con el mismo cariño de hace décadas. ¿Cuál superará la prueba del tiempo? Creo que ustedes ya saben la respuesta.
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