Tatuajes que hablan: Moana, un mar de aventuras, de Ron Clements y John Musker
Moana, un mar de aventuras (2016), la película animada número 56 producida por los estudios Disney, está reforzando una tendencia que se hizo más evidente en largometrajes recientes como Valiente (Brave, 2012) y Frozen (2013): la de inculcar a las niñas y jóvenes que ven estos filmes la idea de independencia e igualdad de géneros. Han desaparecido las princesas de Disney tímidas, pasivas y sometidas a los designios de padres, cortesanos y futuros consortes, para ser reemplazadas por chicas que reclaman su libertad, que se valen por sí solas y que toman el control de sus decisiones y sus actos. Ya no requieren un hombre que vaya a rescatarlas de algún dragón o a liberarlas de un hechizo. Son ellas mismas las que matan al monstruo o las que se deshacen de la maldición.
El cambio es, sin duda, positivo y consecuente con los propósitos formativos contemporáneos que apuntan a que las niñas y adolescentes pueden lograr todo lo que se propongan sin que se sientan en desventaja por el hecho de pertenecer al género femenino. El sexo débil ahora es el otro, evidenciado ante la capacidad organizativa, resolutiva y caritativa de las mujeres.
Moana es un peldaño ascendente en ese sentido. Es la historia de una princesa polinesia que debe ayudar a su pueblo emprendiendo un viaje marítimo en el que ante todo va encontrarse a sí misma, a descubrir sus propias capacidades. Es uno de esos periplos iniciáticos que la mitología grecorromana nos ha contado previamente, pero que acá hace parte de bien indagadas tradiciones polinesias.
El folclor, la cultura y las leyendas del Pacifico Sur son recreadas para nosotros con una animación de particular belleza, que evitó además occidentalizar a los personajes, cuyas facciones y rasgos conservan sus características típicas. Que la princesa Moana se haga acompañar de un semidios, Maui, para esta aventura, refuerza el hecho de que estamos ante una leyenda en la que todo es posible.
Maui (Dwayne “The Rock” Johnson le presta la voz) tiene el cuerpo tatuado. Las marcas de tinta sobre su piel dan cuenta de la mitología de su región. Es muy hermosa la manera en que los tatuajes de Maui hablan por sí solos, transmitiendo a los demás las gestas que deben ser recordadas. Por eso la piel del semidios tiene ahora algo nuevo que contar: ya lleva impresa la valentía de Moana.
Publicado en la columna Séptimo arte del periódico El Tiempo (Bogotá, 04/12/16), sección “debes hacer”, p. 4, con el título “Tatuajes que hablan”.
©Casa Editorial El Tiempo, 2016