Autumn no está sola: Never Rarely Sometimes Always, de Eliza Hittman
Autumn tiene 17 años y vive en un área rural de Pennsylvania. Estudia en la escuela secundaria y trabaja de cajera en un supermercado local. Está en embarazo. Y solo hay misoginia e intolerancia a su alrededor. Probablemente el mismo joven que la dejó en embarazo la humilla por haberse entregado a él sexualmente, debe soportar diariamente el “inocente” acoso de su superior en el trabajo, en el servicio de salud en el que consulta le muestran un video anti aborto sin darle otra opción, las leyes de su estado le impiden abortar sin el consentimiento de sus padres, la pareja de su madre la trata con inocultable agresividad sin que ella la defienda. Es más, esa madre parece incapaz de entenderla, de mirarla acaso. La suya es la historia de muchísimas adolescentes, chicas sin un apoyo familiar o social que les permitan encontrar ayuda y la solución más adecuada a una situación que ellas ven, justamente, como desesperada.
Las desventuras de Autumn son las que nos cuenta la guionista y directora Eliza Hittman en Never Rarely Sometimes Always (2020), un filme narrativamente sencillo, pero lleno de la fuerza interior que le da la decisión de esta joven y de una prima suya, Skylar, de tomar por su propia cuenta las riendas de este problema y buscar por sí solas en Nueva York un sitio seguro donde abortar. Autumn (interpretada por Sidney Flanigan) es callada y taciturna, es una joven que se traga toda su pena; en cambio Skylar (Talia Ryder) es más decidida y extrovertida. Entre las dos hay un lazo familiar y de género que las hace muy fuertes, convencidas que lo que ellas no hagan por sí mismas, nadie más va a hacerlo por ellas.
Dos adolescentes de extracción rural solas en Nueva York, buscando la manera más apropiada de abortar mientras tratan de sobrellevar la soledad, la noche, la falta de un techo, el hambre. Eliza Hittman podría haber hecho con ese material una tragedia manipuladora, pero opta por la narración hiperrealista, por el detalle clínico, por la consejería cálida que Autumn recibe. En uno de los cuestionarios que debe responder le preguntan por situaciones a las que debe contestar “nunca”, “casi nunca”, “a veces” o “siempre” y en su rostro, en sus palabras y en sus lágrimas vamos descubriendo una historia de abusos y atropellos, de relaciones y prácticas sexuales no consensuadas. De las mujeres que le preguntan, la escuchan y la asesoran en Nueva York nunca oye una recriminación ni un juicio. No es eso lo que necesita, sino una mano solidaria. Una mano que la acompañe mientras soporta el procedimiento, una mano –ahora la suya- que acompañe a Skylar cuando trata de conseguir el dinero que necesitan para regresar a casa. Un lazo de sororidad recibido y dado justo a tiempo. Algo para recordarle a Autumn que no está sola.
La película de Eliza Hittman es pro-choice, sin ambigüedad alguna. Pero Never Rarely Sometimes Always no es un documental, y como ficción exhibe una postura unilateral, mediante un relato realista lejano al panfleto, pero que sirve como guía explicita frente a los derechos de una mujer respecto a su cuerpo y a sus decisiones. Frente al debate moral, Eliza Hittman exhibe los motivos personales de una joven, su falta de oportunidades, el matoneo sexual, el abandono familiar, la marginalidad social. Y frente a la decisión de Autumn, la directora se decanta por las opciones legales y las vías autorizadas, no por el oscuro ámbito subterráneo e ilegal. Ventajas del primer mundo y de una sociedad que autoriza ese tipo de soporte para las mujeres. No todas cuentan con el, claro está.
¿Lo ocurrido cambia en algo la vida de Autumn? ¿Hay redención para ella? No lo sabemos, pues hay lecciones que no todos aprenden, y el escarmiento parece cada vez menos común. Pero, por ahora, ella no tendrá que sumar una responsabilidad adicional –y enorme- a una vida que de todos modos parece condenada a habitar un círculo de pobreza e ignorancia del que no es fácil escapar.
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