Nubes serpentinas: Las nubes de María, de Olivier Assayas
En el poblado suizo de Sils Maria tiene lugar un hermoso fenómeno atmosférico: en algunos momentos del año y presagiando mal tiempo, las nubes se agrupan y lo recorren formando una serpentina: la llamada serpiente de Maloja. En Ecce Homo escribía Nietzsche a propósito de su libro Así habló Zaratustra: “El pensamiento del eterno retorno, esa fórmula suprema de afirmación a que puede llegarse en absoluto, es de agosto del año 1881: se encuentra anotado en una hoja a cuyo final está escrito: «A 6.000 pies más allá del hombre y del tiempo». Aquel día caminaba yo junto al lago de Silvaplana…”. Nietzsche pasaba sus veranos en Sils Maria, en el distrito de Maloja, donde queda el lago que menciona.
En Las nubes de María (Clouds of Sils Maria, 2014), el director y guionista francés Olivier Assayas nos lleva a ese bello sitio, que ha sido cuna de reflexiones, para sumar algunas adicionales. Esta vez no provienen de un filósofo, sino de una famosa actriz francesa, Maria Enders (interpretada por Juliette Binoche) y su asistente personal, Valentine (Kristen Stewart). Ambas están separadas por una brecha generacional –podrían ser madre e hija– que el relato se encarga de puntualizar. María está demasiado ocupada con su agenda artística y el papeleo de su divorcio como para tomarle el pulso a la actualidad, a la tecnología, a la vida real: para eso está Val.
Hace décadas María representó en las tablas y en el cine el papel de una joven que seduce a su jefe, una mujer madura. Ahora le piden interpretar el otro rol, lo que supone una crisis que esta película brillante convierte en un combate contra un enemigo implacable: el tiempo.
El filme nos muestra el ensayo que las dos mujeres hacen de los parlamentos de la obra teatral, convirtiéndose en un contrapunteo entre Maria y Val, entre lo establecido y lo que está surgiendo. “No puedes ser lo exitosa que eres y lo buena actriz que eres, y además tener los privilegios de la juventud. Así no es como funciona”, le dice la joven a Maria, que no logra entender porque no tiene la admiración de su asistente. Olivier Assayas -de 60 años- ha sido lo suficientemente inteligente como para ponerse del lado de Val y dejarnos saber lo que los jóvenes piensan de este mundo que compartimos. Escuchémoslos, aprenderíamos mucho de ellos.
Publicado en la columna “Séptimo arte” del periódico El Tiempo (Bogotá, 07/06/15). Pág. 3, sección “Debes hacer”.
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