Peones de la ambición: La otra reina, de Justin Chadwick

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Aunque el inglés Justin Chadwick ya tenía experiencia como director de series de televisión, para su debut en el cine quiso pisar terreno seguro: una exitosa novela de Philippa Gregory, adaptada por Peter Morgan, el escritor de La reina y El último rey de Escocia; preciosa fotografía de alta definición de Kieran McGuigan; vestuario de Sandy Powell, reconocida por sus trabajos con Scorsese; papeles protagónicos para dos actrices talentosas y hermosas como Natalie Portman y Scarlett Johansson. El resultado es La otra reina (The Other Boleyn Girl, 2008), un relato en el que la precisión histórica se rinde ante las exigencias de un drama donde la ambición ocupa el centro del escenario.

La novela de Gregory -conocida en español como La otra Bolena– tiene un nombre que no da lugar a equívocos: quiere rescatar y acercarnos a un personaje menor de la historia, María, la hermana de Ana Bolena, quien se convirtió en amante del rey Enrique VIII y, por ende, en rival de Ana. El director y el guionista vieron que era imposible abarcar toda la compleja situación histórica y política de la época y prefirieron utilizarla apenas como un marco general para una narración que es, a menor escala, también una lucha de poderes, no entre cortesanos, sino entre dos hermanas con distintos propósitos vitales.

La otra reina (The Other Boleyn Girl, 2008)

La otra reina (The Other Boleyn Girl, 2008)

Comprendo que los puristas no estén de acuerdo con simplificaciones tan grandes de momentos históricos que -vistos en la pantalla- adquieren verosimilitud frente a un público que no tiene que saber cómo ocurrieron las cosas en realidad, pero se trata de libertades artísticas que en una película pueden darse, obviamente mientras no se cometan errores groseros. La otra reina, en aras de claridad narrativa, simplifica y apresura muchas cosas, pero deja intacto el nivel de manipulación que en esos tiempos era la diferencia entre los favores del rey o el ostracismo y la muerte.

Como en un juego de ajedrez, allí se sacrificaban piezas menores en pos de objetivos mayores. Peones que daban su vida, su honra o sus principios para que sus familias ascendieran de estatus y pudieran tener una vida mejor. María (interpretada por Scarlett Johansson) es una de esas víctimas, mientras su hermana Ana (Natalie Portman) va a sacarle partido a su ambición desmedida. Es todo un placer verlas actuando, cada una en un extremo distinto de las aspiraciones personales, pero ambas a merced de los caprichos carnales de un rey que parecía más preocupado por las urgencias de la libido que por los asuntos de Estado. Ambas mujeres lograron complacerlo. La historia ya nos dijo cuál vivió para entender que, pese a los dolores, tuvo razón.

Publicado en el periódico El Tiempo (Bogotá, 11/12/2008). Columna Cine, pág. 1-20
©Casa Editorial El Tiempo, 2008

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