Fe materna: Promesa al amanecer, de Eric Barbier
¿Romain Gary? Desde la cinefilia y estando lejos de Francia, Gary fue el esposo de Jean Seberg y director de dos películas entre finales de los sesenta y principios de los setenta (protagonizadas por su esposa), amén que su obra literaria ha servido para múltiples películas para cine y televisión, en las que además varias veces él mismo hizo el guion. Pero Romain Gary fue todo un personaje en el mundo literario francés, prolífico y afamado novelista, dos veces ganador del premio Goncourt, diplomático, Caballero de la Legión de Honor: su vida parece el compendio de otras cinco vidas diferentes. Se suicidaría en 1980 en París.
Su autobiografía Promesa al amanecer (La promesse de l’aube) fue publicada en 1960 y llevada primero al cine por Jules Bassin en 1970 con Melina Mercouri y Assi Dayan en los papeles protagónicos. El 20 de diciembre de 2017 se estrenó en Francia la segunda versión, dirigida por Eric Barbier. Se trata de una súper producción, con unos valores técnicos muy elevados y la presencia de Charlotte Gainsbourg y Pierre Niney como protagonistas de una historia que se centra en los primeros años de Romain Gary –en ese entonces Romain Kacew- y su madre, Nina, una mujer de origen ruso exiliada en Polonia, que está dispuesta a que su único hijo sea un hombre del que todos hablen: un héroe, un artista, un líder político, un caballero. Está absolutamente convencida de sus posibilidades y hará lo que tenga que hacer para lograrlo.
La película empieza en México, con un Gary de mediana edad y casado con la escritora británica Lesley Blanch, y hace de inmediato un flashback a su infancia pobre en Polonia con la voz en off del escritor que va a acompañar el relato de las anécdotas y vilipendios que él y su madre sufren por su origen judío y por su condición social. Nina es una francófila convencida de que es en ese país donde su hijo encontrará el sendero del éxito y allá terminarán viviendo.
A diferencia de otras películas donde la figura materna es castradora, acá Nina es retratada como una mujer obsesionada con el futuro de Romain, pero que desde su amor de madre lo que hace es abrirle caminos que en otras circunstancias él mismo tendría que haber abierto. Esa sobre protección por fortuna no lo arruinó ni lo convirtió en un ser dependiente y frágil, de ahí que el retrato que él brinda de su madre es ante todo el de un hijo agradecido.
Promesa al amanecer se aprovecha del proverbial histrionismo de Charlotte Gainsbourg para sazonar el relato con algunas notas de humor derivadas de su excesivo celo materno, con el riesgo de convertir la película en la historia de un hijo abrumado de afecto que quisiera salir huyendo de sus brazos. La guerra se encargará de esto. La parte final de la película nos lleva al frente inglés y africano de la Segunda Guerra Mundial, donde Gary fue tripulante de un bombardero y vivió para contarlo (las escenas aéreas están magníficamente logradas). Mientras combatía escribió su novela Educación europea, publicada en 1945. Pese a los valores técnicos Promesa al amanecer es muy plana en lo afectivo y en lo dramático. Está contada con suficiencia, pero sin riesgo (el judaísmo del protagonista parece un adorno; las posibilidades edípicas de la relación madre e hijo no se exploran) ni una identidad formal o narrativa que la haga destacar entre otras biopics similares.
La película concluye con él revestido de éxito pero también de nostalgia. No vimos su ascenso literario ni diplomático, quizá porque el director Barbier quería destacar ante todo el rol que en su vida tuvo Nina y su inquebrantable fe en un hijo que la honró. “En el amor de una madre la vida hace una promesa al amanecer que nunca cumplirá. Después de eso, padecerás hambre hasta el fin de tus días. Cada vez que una mujer te tome entre sus brazos y te presione contra su corazón, no serán más que sobras. Brazos amorosos te rodearán el cuello, labios dulces te hablarán de amor, pero sabes más. Hace tiempo que encontraste la primavera y ya la agotaste”, dice la voz de Romain Gary para concluir el filme. Él, sin embargo, cumplió esa promesa.
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