Los excluidos del Magic Kingdom: Proyecto Florida, de Sean Baker

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Kissimmee es una ciudad ubicada en el condado de Osceola, en el estado estadounidense de Florida. En el censo de 2010 tenía una población de 59.682 habitantes y una densidad poblacional de 1.049,95 personas por km². La ciudad ha tenido un rápido crecimiento desde que se inauguró Disney World en 1971 en Orlando, ya que muchos hoteles, moteles y locales comerciales se encuentran en esta región por su cercanía a los parques temáticos, lo que origina gran afluencia de turistas que buscan precios más módicos que los que se ofrecen de puertas para adentro en los terrenos y resorts propios de Disney.

En Kissimmee queda el motel Magic Castle, a solo nueve millas del Magic Kingdom. Pero la corta distancia geográfica no es comparable a la enorme diferencia social: el Magic Castle, orgullosamente pintado de púrpura, es un motel que más parece un edificio de vivienda pública. Ahí se alojan, pagando renta semanal o mensual, personas en los límites de la exclusión social, madres solteras, abuelas que deben criar a sus nietos, seres que trabajan en las cercanías o que se dedican al “rebusque” para sobrevivir. No falta el turista despistado que piense que ese es uno de los hoteles de Disney y que pretenda alojarse ahí.

Proyecto Florida (The Florida Project, 2017)

Probablemente ese fue el sentido original de ese tipo de edificios, que harían parte de lo que Walt Disney concebía como “un prototipo de comunidad experimental del mañana” pero cuando este murió en 1966, el proyecto (“The Florida Project” como se le conoció), perdió fuerza y al inaugurarse el Magic Kingdom en 1971 ya venía con dos resorts incluidos, y la idea de hacer una ciudad futurística Disney-style se abandonó. Hoy Disney World en Florida cuenta con 110 kms² de parques y hoteles de todas las formas y tamaños.

Fuera de sus muy custodiadas fronteras está el mundo real, que de alguna forma se sirve de Disney para ofrecer tours, venta de boletería, tiendas no oficiales de regalos, atracciones no tan costosas y hospedaje. Ahí está el Magic Castle Inn & Suites y sus habitantes. Sean Baker, el director de este filme, nos cuenta de cómo viven ahí, y al hacerlo –pese al tono de travesura permanente de los tres niños que dan origen a prácticamente todas las situaciones que veremos- está lanzando una fuerte denuncia al desamparo social, al abandono, al olvido en que están sumidas estas personas.

Proyecto Florida (The Florida Project, 2017)

Moonee (interpretada por Brooklynn Kimberly Prince), Scooty (Christopher Rivera) y Jancey (Valeria Cotto) son tres niños que habitan el lugar. Para ser exactos, Jancey vive al lado, en Futureland, pero es el verano, no hay clases y no tienen nada que hacer diferente a jugar en la calle o en los pastizales vecinos, hacer bromas de mal gusto, buscar comida y ver televisión chatarra (no es casual que Baker rinda homenaje en los créditos finales a Hal Roach, el creador de la serie de cortos de Our Gang, sobre niños traviesos). La cámara los persigue en largos travellings mientras corren de acá para allá, gritan, escapan y buscan refugio para no ser pillados in fraganti. Moonee y Scooty viven cada uno con su joven madre: la primera con Halley (Bria Vinaite), que trabajaba en un club de strip tease, y el segundo con Ashley (Mela Murder), que labora como mesera en un restaurante. Las dos son mujeres muy jóvenes, seguramente fueron madres solteras, y ahora tratan cada una a su manera de criar a sus hijos.

Proyecto Florida (The Florida Project, 2017)

La falta de figura paterna de los niños (y hasta de sus madres) encuentra en Bobby (Willem Dafoe), el administrador del Magic Castle, un sucedáneo ideal. No es un empleado más, es un hombre solidario, que se pone en los zapatos de los huéspedes del motel, y trata –sin perder autoridad- de ayudarlos y protegerlos. Es un hombre solitario, que incluso vive ahí mismo, pero representa una luz de esperanza en la buena voluntad del ser humano. No todos pueden ser abusadores, acosadores y aprovechados, nos recuerda el director Sean Baker, haciendo de Bobby una figura llena de integridad. Se ve que el personaje ha peleado más de una batalla personal.

Y si de batallas hablamos, las de Halley para poder dar sustento a Moonee son tan memorables como tristes. La película la pone como ejemplo extremo de sacrificio, resiliencia, rebeldía e irresponsabilidad, todo en un mismo paquete. Es fruto de la falta de educación, de las escasas oportunidades laborales que tiene, de su bajo nivel cultural, de un embarazo que la dejó, saliendo de la adolescencia, con una hija en los brazos. Por fortuna para ella ya Moonee tiene el cuero duro y sabe de carencias y de cómo sortearlas.

Proyecto Florida (The Florida Project, 2017)

Así pues, Proyecto Florida (The Florida Project, 2017), es un filme coral sobre el difícil arte de sobrevivir en los márgenes, paradójicamente, de uno de los lugares más visitados y opulentos del mundo. Que exceptuando a Willem Dafoe todos los demás sean actores naturales sin mayor experiencia actoral, habla muy bien de la dirección de Sean Baker y de su búsqueda de autenticidad en un largometraje que requería de ella.

El motel Magic Castle ejerce sobre nosotros como espectadores un particular hechizo. Sus colores chillones, su ambiente seudo festivo, la cuasi simbiosis con Disney y la presencia permanente de niños traviesos que parecen disfrutar de sus vacaciones de verano nos hacen olvidar que detrás de todo esto no hay sino sombras, presentes imperfectos y futuros casi impensables. La capacidad de adaptación de los niños frente a cualquier situación nos hace creer que pese a todo, sus vidas están bajo control. Pero no es así. Al final de Proyecto Florida Moonee se acuerda por fin que solo tiene 6 años y es una niña apenas. Sus lágrimas rompen el hechizo, la máscara cae, el telón se abre mostrando los agujeros y parches del decorado y entendemos que por ahora para ella no hay escape diferente al que ofrece un reino mágico del que siempre ha sido excluida.

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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