¡Reina el cine!: La noche americana, de François Truffaut
-“¿Qué es un director? Es alguien a quien se le preguntan miles de cosas sin cesar. Suele tener respuesta, pero no siempre” –nos dice Ferrand, el director de Les presento a Pamela, una película cuyo rodaje presenciaremos en La noche americana (La nuit américaine, 1973), la película que François Truffaut hizo en homenaje al cine, y que se estrenó fuera de concurso en el Festival de cine de Cannes el 15 de mayo de 1973. Les presento a Pamela no existe, es un filme ficticio que le sirvió a Truffaut para contarnos el detrás de cámaras, el día a día y los avatares de una filmación. A él lo que le interesaba era mostrarnos lo que se vive en un plató, la aventura que representa hacer cine. “Rodar una película es como viajar por el lejano Oeste: primero se espera tener un buen viaje, y pronto se duda si se llegará”, nos dice Ferrand en off, y dado que el propio Truffaut es quien hace el papel del director, sus palabras se sienten sinceras: es su voz y su figura la que vemos encarnando a un realizador en pleno rodaje. Es Truffaut trabajando en un rol múltiple: el de director de La noche americana, el de actor ahí, que a su vez está representando al director de Les presento a Pamela.
Un visitante que hubiera asistido a los estudios de La Victorine en Niza entre septiembre y noviembre de 1972 hubiera visto allí algo extraño: un equipo completo de rodaje haciendo La noche americana y delante de las cámaras a otro equipo de rodaje simulando filmar Les presento a Pamela. Truffaut estaba dirigiendo ambos equipos, tanto detrás como ante las cámaras. Curioso y hasta confuso espectáculo, sin duda. Sin embargo, La noche americana hace claridad respecto a lo que vemos: una cosa es la tras escena de la filmación y otra el rodaje en sí de Les presento a Pamela. Truffaut siempre quiso hace una película con el cine como tema, un subgénero que se antoja irresistible para todo director-cinéfilo y que ha producido obras maestras, guiadas por la fascinación que suscita el medio entre los propios realizadores. En julio de 1971 Truffaut fue hasta Niza a hacer el montaje de Las dos inglesas y el amor (Les deux Anglaises et le continent) en los estudios de La Victorine. Todas las mañanas pasaba por un plató abandonado que representaba una plaza parisina contemporánea, con estación subterránea del metro incluida, y eso acrecentó sus ganas de hacer una película que tuviera al cine como centro.
Entre Truffaut, su frecuente coguionista, Jean-Louis Richard, y su continuista habitual, Suzanne Schiffman (dándole por primera vez la oportunidad de realizar un guion), escribieron un argumento episódico basado en sus propias experiencias a la hora de hacer una película. Se trata de un filme coral, que no tiene al director exactamente como centro, sino como catalizador de cientos de situaciones, crisis, imprevistos, dolores de cabeza, veleidades, caprichos e infortunios que rodean al hecho de reunir temporalmente a un grupo de personas –técnicos, creativos, administradores y estrellas de cine- ponerlos bajo un mismo techo y hacerles partícipes del propósito común de rodar una película, un evento que en sí mismo La noche americana describe como una serie aburrida y casi infinita de repeticiones de tomas: actuaciones y escenas fragmentarias que mágicamente adquieren sentido al momento del montaje frente a una moviola manual. La paciencia del director se pone al límite frente una cantidad de circunstancias, algunas muy graciosas y otras dramáticas, pero que tienen en común la necesidad de ser sorteadas, trasformadas o solucionadas si el proyecto pretende salir adelante.
La noche americana tiene a muchos de sus actores haciendo un doble rol: Jacqueline Bisset es Julie Baker, la actriz inglesa que hace el papel de Pamela. En la misma situación veremos a Jean-Pierre Léaud, a la gran Valentina Cortese, a Alexandra Stewart y a Jean-Pierre Aumont, los cinco personajes de Les presento a Pamela. Entre los que representan al equipo técnico veremos a Nike Arrighi, Nathalie Baye y a Dani (el nombre artístico de Danièle Graule). No es casual que los roles femeninos sean tan preponderantes y tan fuertes: esta es una película de Truffaut con todo lo que eso implica en términos de sensibilidad y mirada enamorada hacia las mujeres. Además contar con Suzanne Schiffman como coguionista le añadió un toque adicional: acá las mujeres son compasivas, decididas, combativas, pragmáticas. El papel de Jacqueline Bisset recrea lo que ocurrió con Julie Christie durante el rodaje de Fahrenheit 451 (1966) y cómo logró superar una depresión. Por eso son las mujeres la fuerza que empuja este rodaje y lo aleja del abismo generado por lo que no se previó o por lo que era imposible de suponer.
La noche americana es la película de un cinéfilo y por eso está llena de alusiones –trasparentes unas, otras más ocultas- al propio cine. Desde la dedicatoria a las hermanas Dorothy y Lilian Gish en adelante las referencias al medio fílmico son inagotables y son una delicia para quien sepa identificarlas. Ese Federico que el personaje de Valentina Cortese menciona, no lo duden, es Fellini, quien la tuvo a sus órdenes en Julieta de los espiritus (Giulietta degli spiriti, 1965). Por otro lado, la aproximación de Truffaut a su oficio es sin duda benévola. Este es un director que no iba a traicionar su credo exponiendo en público desencuentros agrios con un productor, mostrando un affaire con una actriz o estallando en cólera frente a un error cometido en repetidas oportunidades y que supuso tiempo perdido. Esa “consciencia” la asume en La noche americana un personaje menor, la esposa del administrador, que asiste al rodaje a tejer y a vigilar a su esposo. Es ella quien al final les espeta la decepción que -para ella- representa esa comparsa de seres degradantes e infantiles que hacen una película.
“El cine es más bello que la vida, no hay atascos ni tiempos muertos. Avanza como un tren atravesando la noche. Hemos nacido para ser felices con nuestro trabajo, haciendo cine”, le dice Ferrand a Alphonse (el personaje de Jean-Pierre Léaud) en una de las frases más citadas de este filme. Es la voz de Truffaut la que pronuncia estas palabras, y se las dice directamente a Léaud, el actor a quien conoció desde que este tenía catorce años y fue escogido para protagonizar Los cuatrocientos golpes (Les quatre cents coups, 1959). Desde entonces se estableció entre ambos un lazo paterno filial que esta película no hace más que confirmar. Truffaut está aquí aconsejando a la estrella veleidosa, está aquí hablándole a su protegido. ¿Cómo no creerle? “Recogí todo de mí y me reconcilié con ello en La noche americana, que trata sencillamente de mi razón de vivir” (1), le escribe Truffaut al crítico Jean-Louis Bory. En el press kit de la película, Truffaut declaraba que “En mi mente lo más importante era la canción de Charles Trenet, ̔Yo amo el music-hall̕ (Moi, j´aime le music-hall) en la que enumera con amabilidad y humor a todos los cantantes populares del momento, aunque sean sus competidores. Yo rodé La noche americana con el mismo espíritu, mi intención era hacer al público feliz viendo como se hace un filme, infundiendo alegría y levedad a partir de todos los agujeros de la rueda dentada en la película. Yo amo el cine (Moi, j´aime le cinéma)” (2).
Tras el estreno comercial en Francia, Jean-Luc Godard le escribe una carta a Truffaut en la que lo acusa de no ser sincero al hacer esta película. “Probablemente nadie más te llamará mentiroso, así que lo haré yo. No es más un insulto que “fascista”, es una crítica, y es de la ausencia de crítica de lo que me quejo en las películas de Chabrol, Ferreri, Verneuil, Delannoy, Renoir, etc. Usted dice: las películas son trenes que pasan en la noche, pero ¿quién toma el tren, en qué clase, y quién lo conduce con un “informante” de la dirección a su lado?” (3), afirma Godard desde su militancia radical, para la que una película como esta es una provocación a las luchas de clase que este defendía y que Truffaut no reflejaba en su cine. No volverían a hablar nunca más.
La noche americana obtuvo cuatro nominaciones al Oscar: mejor director, guion original, actriz de reparto –Cortese- y película extranjera, y Truffaut se llevó a casa el premio en esta última categoría. Recibiendo la estatuilla de manos de Yul Brynner, Truffaut les dijo a los asistentes a la ceremonia: “este premio es de ustedes, y si ustedes están de acuerdo conmigo, se los guardaré”. Y así hizo. En mejores manos no pudo quedar.
Citas y referencias:
1. Carole Le Berre, Truffaut at Work, Londres, Phaidon Press, 2005, p. 182
2. Antoine De Baecque, Serge Toubiana, Truffaut, a biography, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1999, p. 295
3. Jacob, Gilles y Claude de Givray (eds.), Francois Truffaut: Correspondence 1945-1984, Nueva York, Cooper Square Press, 2000, p. 383
Publicado originalmente en el periódico El colombiano de Medellín, en el suplemento “Generación” No. 16 (mayo, 2023), páginas 24-25
©El Colombiano, 2023
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