Alunizaje en Harlem: Summer of Soul, de Ahmir “Questlove” Thompson
La ciudad es Tokio y el año es 1997. “Creo que amas a Don Cornelius. Te ves como Don Cornelius de Soul Train, y quiero llevarte a un sitio”, se dice que le dijo la traductora del grupo The Roots –de gira en Japón- a Ahmir “Questlove” Thompson, el baterista y compositor de la banda, admirando el afro que este lucía. Pues bien, ella se lo lleva al Soul Train Café, y ahí entre las múltiples pantallas de video del lugar, “Questlove” ve algo que lo deja desconcertado: una presentación en vivo –obtenida de manera pirata- de Sly and the Family Stone. “Yo no sabía dónde estaban tocando ante una multitud completamente negra. Vi la palabra ‘festival’ y pensé que obviamente debía ser en Suiza o en Montreaux”.
Pasan veinte años y los productores Robert Fyvolent y David Dinerstein se aproximan a este músico con una propuesta asombrosa. Tienen en su poder el registro completo del evento donde se presentó Sly and the Family Stone, entre muchos otros grupos y solistas de primer nivel. Y no, no había sido en Europa. Fue en el Harlem Cultural Festival, que tuvo lugar durante seis fines de semana del verano de 1969 en Nueva York, gracias al apoyo de la alcaldía de la ciudad. “Questlove” no sabía de ese festival. Lo que pasa es que desde hacía cincuenta años nadie había visto la grabación.
El certamen musical había sido rodado por el cinematografista Hal Tulchin (1926-2017) y un equipo de camarógrafos, pero este no logró convencer a ninguna cadena de televisión para emitirlo, mucho menos a alguna compañía productora de cine. El material -40 horas de grabación- permaneció en el sótano de Tulchin por décadas hasta que Fyvolent negoció los derechos. Él y Dinerstein se acercaron a “Questlove”, que no solo era músico, sino además DJ, autor de varios libros, productor, actor, profesor universitario y director musical del Tonight Show. Solo le faltaba dirigir una película y esa iba a ser Summer of Soul (…Or, When the Revolution Could Not Be Televised), un documental que en 118 minutos resume lo que fueron seis fines de semana donde, entre el 29 de junio y el 24 de agosto de 1969, se presentaron de manera gratuita en el Mount Morris Park artistas como Stevie Wonder, Nina Simone, B.B. King, Sly and the Family Stone, the 5th Dimension, Gladys Knight & the Pips, Mahalia Jackson, David Ruffin, Mongo Santamaria, The Staple Singers o Ray Barreto. El elenco fue asombroso.
A “Questlove” le bastaba con hacer un compilado de las presentaciones de los artistas y Summer of Soul solo con eso hubiera sido genial (el dueto que hacen Mavis Staples y Mahalia Jackson es inverosímil), pero lo que lo convierte en un documental excepcional es la contextualización histórica y social que introduce de manera orgánica, haciendo del resumen de este show una autentica catedra de acerca de la situación que la comunidad afroamericana experimentaba a finales de los años sesenta tanto en Harlem como en Estados Unidos y que ese festival ayudaba a catalizar y a paliar mediante el arte. Había muchísima inconformidad, inequidad y necesidades no atendidas, el ambiente era especialmente volátil y por eso en el festival no faltaron las arengas de Jesse Jackson, ni el blues de denuncia de B.B. King, ni el llamado a las armas de Nina Simone. Ese pueblo tenía la necesidad de expresarse y la música fue el medio perfecto para manifestarse. Ya no más “negros”, ahora serian “blacks”. La revolución había empezado, así no se viera en televisión.
El documental incluye testimonios de algunos asistentes al festival y también de algunos artistas sobrevivientes, y en todos es común el asombro ante las imágenes que ven, como si entraran a una máquina del tiempo que, incluso, en el caso de algunos les devolvió su pasado y sus recuerdos de infancia. Estaba tan olvidado este festival en sus subconscientes que pensaban que lo habían imaginado. Pero existió y fue importante. Muy importante.
El 20 de julio de 1969, en medio de una de las sesiones del Harlem Cultural Festival, el Apolo 11 llegó a la luna y con él, el hombre. El hecho no tuvo mayor trascendencia para los asistentes. Para ellos su festival era lo importante. Un periodista de CBS estaba ahí preguntándole a la gente sobre el alunizaje. Uno de ellos le responde: “Never mind the moon, let’s get some of that cash in Harlem”. Mejor respuesta, imposible.
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