Sympathy for the Devil: Strange Darling, de JT Mollner
Según nos cuentan en la introducción de Strange Darling (2023), entre Colorado y Oregon trascurrió la senda, a lo largo de tres años, de asesinatos seriales más violenta cometida hasta ahora por una sola persona en Estados Unidos en lo que va del siglo XXI. La película pretende ser la dramatización -basada en testimonios, entrevistas y archivos judiciales- de los últimos crímenes de esta tragedia americana. “Un thriller en 6 capítulos” se nos informa. Nada particular, hasta ahora.
Un thriller está fundamentado en el suspenso y a este contribuye la restricción narrativa: no contarnos sino lo necesario, dosificar la información que se nos ofrece para no hacer evidentes detalles del relato que son necesarios para sostener el drama que nos plantea. Este recurso lo emplean también los guionistas para conducirnos por pistas falsas (Hitchcock fue el experto máximo), confundirnos y poder introducir giros sorpresivos e inesperados (plot twists) que desafían la expectativas que como espectadores nos habíamos hecho frente a los eventos –crímenes, persecuciones, robos, espionaje- que nos presentaron. Nada particular, hasta ahora.
Strange Darling está construida como un juego del gato y el ratón: un ejecutor y una víctima. “La dama” (Willa Fitzgerald) y “el demonio” (Kyle Gallner), son los dos protagonistas de esta persecución, que se nos presenta dividida en seis segmentos. Lo que tiene poco de particular es que estos capítulos están presentados en desorden, primero el 3, luego el 5, y así. La idea funciona porque el espectador solo tiene indicios de lo que está pasando por lo que le contaron en una introducción escrita, leída con la voz de Jason Patric, y los que va construyendo solo derivan de lo que le muestran, prisionero de ese rango de restricción narrativa al que hacía referencia. De este modo la película construye con inteligencia el suspenso, jugando con nuestras expectativas. Contar más del argumento es un crimen.
Mención aparte merece lo explícito de la violencia mostrada acá. Strange Darling no es una película slasher, pero su despliegue de crímenes ejecutados con alucinada sevicia remite al estilo cuasi surrealista al que Oliver Stone recurrió en Asesinos por naturaleza (Natural Born Killers, 1994) y que acá recrea en 35mm el actor Giovanni Ribisi en su primera incursión como director de cinematografía. En otros momentos la psicopatía criminal acá mostrada tiende a la frialdad de Michael Haneke, como la exhibida por él en Funny Games (2007) y que acá tiene un fuerte contraste con la música bucólica de la cantautora Z Berg que se escucha en la banda sonora. Hay otra violencia en Strange Darling, de índole sexual, que a primera vista se antoja misógina, pero que termina siendo un perverso juego de roles, pues acá nada es lo que parece ser. Se me ocurre que el concepto de “juego de rol” define a todo este filme escrito y dirigido por JT Mollner. Pero mientras menos se cuente sobre este filme, mejor. Véanlo y sabrán por qué.
Epílogo (tal como en la película)
Titulé este texto como “Sympathy for the Devil” aludiendo a la canción de los Rolling Stones. Por cierto, “sympathy” no significa simpatía, sino “compasión”.
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