(Casi) nada importa: Todo en todas partes al mismo tiempo, de Daniel Kwan y Daniel Scheinert

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Lo inusual de una película como Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything Everywhere All at Once, 2022) genera toda suerte de apreciaciones que van desde el elogio desbordado, que la eleva desde ya a cine de culto y a considerarla un nuevo Norte narrativo; hasta el otro extremo, el de la desilusión absoluta que ve en ella una enorme broma, un descuidado pastiche que se sirvió del esperpento para darse licencia para matar cualquier expectativa que el público hubiera tenido.

Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything Everywhere All at Once, 2022)

Obviamente ver una película es una experiencia subjetiva que depende del gusto y los intereses artísticos y/o de entretención del espectador, pero este filme específicamente posee un sesgo generacional inocultable del que sus dos creadores, los “Daniels” (Daniel Kwan y Daniel Scheinert) son conscientes: su película habla de multiversos, de identidades paralelas, de la posibilidad de ser un súper héroe a partir de nuestras propias habilidades y debilidades, de futuros posibles, de capas diferentes de la realidad, de jóvenes incomprendidos por sus padres y por ello mutilados en sus aspiraciones personales. Esto no es un spin off de Doctor Strange en el multiverso de la locura (Doctor Strange in the Multiverse of Madness, 2022), esto es algo mucho más local, acaso más cercano, pero igual de loco.

Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything Everywhere All at Once, 2022)

Si la película de Marvel tiene la falsa pomposidad del cine de súper héroes, Todo en todas partes al mismo tiempo es todo lo sucia y terrenal que uno puede esperar de un cine post Gondry, Jonze, Kaufman y Carax, e influenciado por The Matrix, la estética de YouTube, el anime, Lewis Carroll, el cine comercial de artes marciales y los “viajes” que provocan las drogas psicotrópicas de diseño. Añadan el humor de la obra de Kurt Vonnegut, el nihilismo de Camus y todo lo escatológico y de mal gusto que puedan considerar indigno de mostrar en una película, y lo resultante es el inicio apenas de una mezcla inflamable que recién va a licuarse cuando la película empieza. La mente del público es el destinatario de este brebaje, que puede ser tóxico o estimulante según quien lo beba.

Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything Everywhere All at Once, 2022)

¿Cine arriesgado? Sin duda. ¿Cine que pretende decir mucho y en realidad no dice nada? También es probable que a “los Daniels” solo les importe satisfacerse a sí mismos como autores y para eso están en la obligación de timarnos. Pero, sin embargo, a este par de “absurdistas románticos” (el término apareció en una entrevista que Marshall Shaffer les hizo en Slant), les importan sus personajes, y Todo en todas partes al mismo tiempo resulta siendo, inesperadamente, una historia en la que una madre –Evelyn (Michelle Yeoh)- se da cuenta del enorme daño que le ha hecho a su hija Joy (Stephanie Hsu), a la que menosprecia y subvalora por no cumplir las expectativas que ella se había hecho para esta joven, cuya decepción, rabia e inconformismo esta película convierte en un “efecto mariposa” incontrolable y absurdamente caótico: un agujero negro capaz de afectar la estabilidad de todos los universos, y en el que cabe todo porque en realidad nada importa, nada tiene suficiente valor para esta angry young woman.

Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything Everywhere All at Once, 2022)

“La idea de que nada importa, por lo que cualquier cosa puede importar, es un desafío muy divertido para un cineasta. Puedo tomar dos rocas y subtítulos, sentarme sin hacer nada, y puedo hacerte sentir algo. Es un logro tan hermoso porque, si aplicas eso a tu propia vida, puedes hacer que cualquier cosa importe. Es un súper poder en algunos aspectos. En lugar de estar en esta prisión en la que estamos, esta idea de que nada importa, abre la posibilidad de que cualquier cosa importe” (1), expresa el codirector Daniel Kwan en la entrevista de Slant. Y esa nihilista “patente de corso” les permite que Todo en todas partes al mismo tiempo trate sobre todo y trate sobre nada a la vez, y que a los directores casi nada les importe, excepto –en un curioso giro humanista- la posibilidad de que esa madre recupere la conexión perdida con su hija y le de algún sentido a la vida de ambas.

Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything Everywhere All at Once, 2022)

Hacer uso del esperpento para desacralizarlo todo es válido, pero eso no necesariamente hace que uno tenga que estar de acuerdo con la propuesta narrativa y estética que “los Daniels” nos hacen en este filme arriesgado, bizarro y caprichoso. Es un asunto de sensibilidad y de sintonía, entre generacional, estética y temática lo que hace que uno conecte o no con este largometraje, pero por favor no confundamos el ingenio con el caos. Puede que, en consecuencia con los propósitos de sus codirectores, a uno le importe ver o no a Todo en todas partes al mismo tiempo. Y nada pasa, igual (casi) nada importa. It’s up to you.

Referencia:
1. Marshall Shaffer, “Interview: Daniels on the Online Inspirations of Everything Everywhere All at Once”, página web: www.slantmagazine.com, 11/04/22
Disponible online en:
https://www.slantmagazine.com/film/daniels-interview-everything-everywhere-all-at-once/

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A. – Instagram: @tiempodecine

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