Truffaut, Miller y una ladronzuela

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La muerte del director francés Claude Miller nos permite dar cuenta de su relación profesional con François Truffaut y de la inesperada herencia que recibió: hacer realidad su último guion

“François Truffaut estaba ahí, como un fantasma amistoso, velando por nosotros”
–Claude Miller

En enero de 1960 en su primer viaje a Estados Unidos, a propósito de un premio obtenido por Los 400 golpes, el director François Truffaut conoce a Helen Scott, encargada de las relaciones públicas de la Oficina de Cine Francés en Nueva York. Judía, feminista y de izquierda, Helen se convertiría no solo en su anfitriona e intérprete, sino además en su amiga y confidente.

En una carta Helen Scott, fechada en París el 27 de noviembre de 1964, Truffaut le cuenta –entre otras cosas- de los proyectos en los que viene trabajando. Uno de ellos es La pequeña ladrona (La Petite voleuse), descrita por él “como Monika de Bergman, el florecimiento en la feminidad y en la seducción de una joven delincuente, unos 400 golpes femenino”. En una carta un año más tarde Truffaut le cuenta que hace poco se encontró a la que fue su primera amante por allá en 1948: “Ya no hay mucho que mirarle, tal como a mí; ha estado en prisión, tiene tres hijos, ha hecho la calle y un poco de todo. Vive en Marsella. Voy a ir a verla en octubre para grabar una entrevista con ella en la que voy a basar el argumento de La pequeña ladrona”.

Como se ve, desde muy temprano en su obra Truffaut tiene interés en hacer La pequeña ladrona, incluso se dijo que inicialmente su historia iba a ser el contrapunto femenino del personaje de Antoine Doinel en Los 400 golpes, pero diversas circunstancias y otros proyectos se atravesaron siempre para aplazar este proyecto, coescrito con su amigo Claude de Givray, a quien conoce desde la época en que Trufaut escribía crítica para Cahiers du cinéma, y que fuera el coguionista de Besos robados (1968) y Domicilio conyugal (1970). Así llegamos al verano de 1983, cuando tras terminar el rodaje y la postproducción de Confidencialmente tuya, Truffaut piensa rodar dos películas consecutivas, un remake de Nez-de-Cuir y, por fin, La pequeña ladrona. Pero en agosto de ese año empiezan los graves síntomas de la enfermedad neurológica que va a terminar con su vida y aunque pide que le ayuden a encontrar la actriz que protagonice el filme, a ser rodado en algún momento de 1985, ya es demasiado tarde. A sabiendas que no va a poder llevarlo a cabo le pide a su colega Claude Berri que asuma el proyecto, pero este, ocupado con la realización de Jean de Florette, no puede hacerlo en ese momento. François Truffaut fallece el 21 de octubre de 1984 a consecuencia de un tumor cerebral.

Truffaut y Claude Miller en El niño salvaje (1970)

Truffaut y Claude Miller en El niño salvaje (1970)

El parisino Claude Miller era exactamente 10 años más joven que Truffaut. Estudió cine en el IDHEC (Institut des Hautes Études Cinematographiques) y fue asistente de dirección de Robert Bresson, Jacques Demy y Jean-Luc Godard. Además fue el supervisor de producción de una película de este último, Dos o tres cosas que sé de ella (1967), en la que conoció a Suzanne Schiffman, que trabajó como continuista en ese filme. Fue ella la que lo puso en contacto con Truffaut, con quien hacía la misma labor desde Dispárenle al pianista.

Convertido en amigo y discípulo de Truffaut, este lo incluye a él, a su esposa y a su bebé en el reparto de El niño salvaje (1970) interpretando a la familia Lémeri; además Miller fue el gerente de producción de siete de sus películas, desde Besos robados (1968) hasta La historia de Adela H. (1975). Durante el rodaje de este último filme era el encargado, dos veces a la semana, de proyectar películas en 16mm a los miembros del reparto y del equipo técnico, para bajar la tensión del rodaje. Gracias a él vieron joyas como, El último hombre (1924), El navegante (1924) y La quimera del oro (1925).

La pequeña ladrona (1988), de Claude Miller.

La pequeña ladrona (1988), de Claude Miller.

Truffaut lo entusiasmó a dar el salto a la dirección, y bajo su tutela dirigió un trío de cortometrajes y luego en 1976 su primer largometraje, La mejor manera de andar (La Meilleure Façon de Marcher). Aunque en todas sus películas se alcanza a ver la influencia de Truffaut, esta es más evidente en una trilogía de filmes realizados entre 1985 y 1992 que tienen como centro a mujeres adolescentes. El segundo de esos filmes es, precisamente, La pequeña ladrona, a partir del guion de 34 páginas que Truffaut y Claude de Givray habían escrito y que Claude Berri le entregó tras la muerte de su autor. Ese texto incluía todos los personajes, un análisis de la psicología de la protagonista –Janine Castang- y la cronología de los hechos. En la adaptación y en la elaboración de los diálogos participaron el propio Miller, su esposa Annie y Luc Béraud.

“Truffaut no dijo todo lo que tenía para decir acerca de la juventud en Los 400 golpes. Con Janine pretendía exponer más cosas acerca de él mismo. Un área en particular que no fue exhibida en Los 400 golpes fue la de la sexualidad y él quería explorar eso a través de Janine en La pequeña ladrona”, explicaba Claude Miller en una entrevista en 1989 a raíz del estreno de la película en los Estados Unidos. Miller había trabajado previamente con la joven Charlotte Gainsbourg –hija de la actriz Jane Birkin y del cantante Serge Gainsbourg- en L’Effrontee (1985) y veía en ella, en ese entonces con apenas 17 años, a la intérprete perfecta para el rol de Janine. “Quizá una de las razones por las que Truffaut no hizo La pequeña ladrona antes en su carrera fue que él no conocía a Chalotte; lo que quiero decir es que no conocía a una actriz que pudiera interpretar a Janine. Luego que hicimos L’Effrontee se volvió parte de la familia. Estaba ahí cuando estábamos trabajando en el guion. Discutimos el personaje con ella. Por eso fue que le dije que sí a Claude (Berri) en primer lugar. Yo sabía que ella podía hacerlo”, explicaba Miller en la misma entrevista.

La pequeña ladrona (1988), de Claude Miller.

La pequeña ladrona (1988), de Claude Miller.

El mayor valor de La pequeña ladrona es su fidelidad al espíritu del cine de Truffaut. Miller conocía de cerca su aproximación vital, fresca y nostálgica a las historias y así aborda esta. Janine es fiel representante de la hermosa galería de mujeres impulsivas y decididas que Truffaut nos mostró en su filmografía, pero sobre todo se antoja la versión juvenil de ese espíritu indomable que fue Camille Bliss, la protagonista de Una chica tan decente como yo (1972). Janine es una chica abandonada por su madre al término de la Segunda Guerra Mundial, que ve en la cleptomanía una forma de darle sabor a una adolescencia aburrida de la quiere salir rápido para abrazar el mundo adulto con todas las libertades y pasiones que ese salto implica. Janine quiere enamorarse, tener aventuras con hombres, disfrutar de los placeres que la vida le ofrece. Ser insolente, mentir, robar, engañar, huir son solo medios para alcanzar sus fines. La Francia de 1950 es reflejada acá con todo detalle, así como es retratada la sed y la confusión de Janine, cuyo futuro solo anticipamos. Quizá creció para volverse Camille Bliss, quizá la vida le enseño una que otra lección.

Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que François Truffaut dejó una herencia que Claude Miller –fallecido este 4 de abril a los 70 años- supo honrar con este tributo. Gracias a él volvimos a acercarnos a su cine humanista, tan lleno de amor y de compasión por sus personajes y sus circunstancias. Gracias a él sentimos que Truffaut volvía para contarnos algo más, para volvernos a encantar. Le estaremos eternamente agradecidos.

Publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano. Medellín, 22/04/12. Págs. 14-15
©El Colombiano, 2012

La pequeña ladrona poster (2)

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