Un completo desconocido, de James Mangold

En el documental de Martin Scorsese, No Direction Home: Bob Dylan (2005), este cantautor –entrevistado por su agente Jeff Rossen, a finales del año 2000- declaraba que “Un artista tiene cuidarse de no llegar nunca a un lugar al que sienta que ha llegado. Siempre hay que darse cuenta de que constantemente se está en un estado de transformación. Y mientras uno pueda quedarse en esa esfera, lo pasará bastante bien. No puedo analizar mi propio trabajo y no iba a atender a la multitud porque sabía que a cierta gente le gustaba y a cierta otra no. Había entrado cuando nadie miraba. Allí estaba, y no había nada que nadie pudiera hacer al respecto de ahí en más”. Bob Dylan se estaba refiriendo al inicio de su carrera, cuando después de triunfar como cantante folk en la primera mitad de los años sesenta, pasó a hacer música rock acompañado de una banda, una evolución de su carrera que es la base de la biopic Un completo desconocido (A Complete Unknown, 2024), de James Mangold.

Ese paso del sonido acústico al eléctrico tuvo su erupción en el Festival de folk de Newport en julio de 1965 cuando Dylan, que había sido idolatrado en las dos versiones previas del festival, salió al escenario junto al guitarrista Mike Bloomfield, el bajista Jerome Arnold, el baterista Sam Lay y con Barry Goldberg en los teclados, para tocar ahí tres canciones de su próximo álbum, incluyendo el single “Like a Rolling Stone”, que había sido lanzado cinco días antes. Decepcionado, un sector del público abucheó la presentación por considerarla una traición a los ideales folk y por la transformación “comercial” de uno de sus figuras más representativas. Empezaría para Dylan un periodo de desconexión con su público, que se expandiría incluso a sus presentaciones en Inglaterra el siguiente año.

Este cambio en la música de Bob Dylan lo documentó el autor Elijah Wald en su libro “Dylan Goes Electric”, publicado en 2015, y que sirvió de base para el guion de Un perfecto desconocido, que coescribieron el director James Mangold y el veterano guionista Jay Cocks. En el texto el autor escribe que “En la mayoría de las versiones, Dylan representa la juventud y el futuro, y la gente que abucheaba estaba anclada en el pasado moribundo. Pero hay otra versión, en la que el público representa la juventud y la esperanza, y Dylan se encerraba tras un muro de ruido eléctrico, enclaustrándose en una ciudadela de riqueza y poder, abandonando el idealismo y la esperanza y vendiéndose a la máquina de estrellas. En esta versión, los festivales de Newport eran reuniones idealistas y comunitarias que alimentaban la creciente contracultura, eran ensayos para Woodstock y el Verano del Amor, y los peregrinos que abucheaban no rechazaban ese futuro, sino que intentaban protegerlo”. Se trata esta de una reinterpretación interesante de los hechos, considerando lo distante y lo elusivo que el Dylan super star se volvió a partir de ahí. Wald sugiere un Dylan en dos esferas excluyentes: visionario o vendido. La película, sin embargo, se niega a ese debate, optando por un retrato seguro que exalta su genio sin cuestionar exactamente su ambigüedad.

El director Mangold no se mete en la discusión entre idealismo y fama, dejando al espectador con un Dylan más icónico que falible (no me sorprende que el propio Bob Dylan tuviera que haber dado el beneplácito para el corte final de este filme), abordando, desde las libertades de la ficción, unos hechos que varios documentales – Murray Lerner, D.A. Pennebaker, Scorsese- ya han abordado aparentemente con suficiencia. Un completo desconocido permite así el lucimiento de Timothée Chalamet interpretando a Dylan, Monica Barbaro como Joan Baez y Edward Norton en el rol de Pete Seeger: los tres interpretan con sus propias voces las canciones de esos personajes y eso es algo digno de aplauso. Más allá de eso, es solo una biopic bien construida dentro de unos parámetros clásicos convencionales, que aborda los años formativos e iniciáticos en el Greenwich Village neoyorquino de un cantante y compositor de gran talento e influencia, cuya transformación a artista comercial se antoja digna del ánimo exploratorio que siempre lo ha acompañado y que no permite que lo etiqueten o lo enrolen en movimiento alguno, sea social, político o musical. Es difícil de definir como ser y como artista, parece que el mutar haya sido su estado natural.

Esa pregunta sobre quien en realidad fue Bob Dylan subyace a Un completo desconocido, desde el título mismo del filme. En un post en la red social X publicado el 4 de diciembre de 2024, en el que saluda el próximo estreno de la película, Dylan escribe que “Timothée Chalamet es el protagonista. Timmy es un actor brillante, así que estoy seguro de que va a ser completamente creíble como yo. O un yo más joven. O algún otro yo”. ¿Cuál es el Bob Dylan real? ¿El cantante folk o el rockero de gafas oscuras? ¿O ambas fueron máscaras tras las que se escondía un hombre completamente diferente? En la película, uno de sus amores, Sylvie Russo -alter ego en la ficción de Suze Rotolo- le pregunta sobre sí, sobre sus orígenes, sobre su pasado, y solo obtiene evasivas. Nadie parece conocerlo en realidad. Es por eso que Todd Haynes en el brillante ensayo biográfico de ficción I’m Not There (2007) convierte a Dylan en un políptico de personajes, cada uno representando aspectos diferentes de su personalidad y de su carrera. No hay un Bob Dylan, hay muchos. Solo él mismo sabe quién es.

Un completo desconocido no es una película exclusiva para melómanos, aunque esté repleta de música. El filme brilla en su ejecución dramática y en la entrega de sus actores, pero su cautela narrativa la deja como un eco elegante pero incompleto de un artista que sigue resistiéndose a ser descifrado. Al final solo sabemos con certeza que asistimos a la decisión de un hombre de lanzarse al vacío, convencido de sus posibilidades como artista. En el párrafo final del primer volumen de su autobiografía “Crónicas”, escribe Dylan que “El camino podía ser traicionero, no sabía adónde conduciría, pero lo tomé de todos modos. Ante mí se desplegaba un mundo extraño, como un frente tormentoso con los bordes irregulares e iluminados por los destellos de los relámpagos. Muchos no lo pillaron y ya no fueron capaces de rectificar. Yo me lancé de cabeza a ese mundo. Estaba abierto de par en par”.
©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

Excelente película y excelente descripción de esta.
Excelente película y excelente comentario sobre ella.