Una “Charada” perfecta

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Las propiedades sanadoras y balsámicas del cine fueron puestas a prueba el 5 de diciembre de 1963, cuando en Nueva York se estrenó Charada (Charade), del director Stanley Donen, hoy hace exactamente cincuenta años. El presidente Kennedy había sido asesinado hacía dos semanas y los Estados Unidos estaban en medio de la confusión y el pesimismo. Los estudios Universal estrenan esta película y dan por lo menos un motivo para el regocijo ese frío diciembre.

El filme tenía todo para triunfar y así lo hizo. Imaginen: Cary Grant y Audrey Hepburn en su primera película juntos, una trama de suspenso salpicada con humor que hace homenaje explicito a Hitchcock, banda sonora a cargo de Henry Mancini, y París como escenario. Aunque muchas veces tener todos los elementos individuales adecuados no lleva a un buen resultado final, en esta ocasión todos los astros estuvieron alineados de manera perfecta.

El guión de Peter Stone fue rechazado una y otra vez hasta que se convirtió en una novela y fue publicado además como un seriado en la revista Redbook. En ese momento todos los que lo habían ignorado estaban deseosos de comprar los derechos de un relato muy cercano a la manera en que Hitchcock desenvolvía la madeja de sus historias. El director Stanley Donen reconoce que siempre quiso hacer una película parecida a North by Northwest (1959): “busqué algo con el mismo lenguaje de aventura, suspenso y humor”.

La principal cualidad de Charada es que no es un clon. Sabe ser original apelando a la memoria cinéfila que sus imágenes evocan y que nos hablan de confusión de identidades, falsas pistas, lobos con piel de oveja y señuelos argumentales que no conducen a nada (es imposible no pensar en Suspicion, Para atrapar al ladrón y El hombre que sabía demasiado). Pero, sobre todo, tiene algo que Hitchcock no tuvo: a Grant y Audrey juntos. Pese a los veintiséis años de diferencia de edad entre ambos, es genuina la química que emanan como pareja. El actor confirma sus innegables dotes de comediante, incluso parte del diálogo fue improvisado por él. Y a ella es delicioso verla, exhalando glamour y clase con cada palabra.

En estos tiempos de películas comerciales tan predecibles y torpes, volvamos los ojos al pasado. Encontraremos joyas como Charada, una extraordinaria disculpa para ser feliz.

Publicado en la columna “Séptimo arte” del periódico El Tiempo (Bogotá, 05/12/13). Pág. 20
©Casa Editorial El Tiempo, 2013

Charade poster

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