Welles y Kafka, universos confluyentes: El proceso, de Orson Welles
“Digan lo que ustedes quieran, pero El proceso
es la mejor película que hecho”.
-Orson Welles, 1964
1. Descripción de una pesadilla kafkiana: un famoso e indomable director norteamericano de cine está viviendo en el exilio parisino, alojado en el hotel Meurice. Un par de productores rusos –padre e hijo- le contactan y le proponen adaptar un libro a la pantalla. Lo convencen para adaptar una novela póstuma de Kafka, El proceso, y le dan absoluta libertad para rodar a su amaño, algo que siempre había deseado. Se iba a filmar entre Yugoslavia y Francia con personal técnico francés. Nuestro director pasa meses diseñando los fabulosos escenarios para los interiores que se construirán en un plató en un estudio en Zagreb. El director artístico del futuro filme ya tiene listos los planos: el mundo de Kafka jamás se había visto así. La felicidad invade a este director, cansado de que sus proyectos sean incomprendidos, cercenados u obstruidos. El día antes de salir para Yugoslavia el productor padre visita a nuestro director y le confiesa, sin rodeos, que no tiene dinero para construir escenario alguno. Fin de la pesadilla.
2. El despertar: Orson Welles no puede creer las palabras del productor Michael Salkind. Pese a sus promesas, no hay presupuesto para hacer sus soñados escenarios. Esa noche, insomne y preocupado, se asoma a la ventana de su hotel y ve dos lunas llenas. ¿Una premonitoria señal astral? No. Se trata de las dos caras del reloj de la estación d´Orsay brillando en la noche parisina. Welles sale, toma un taxi a las 4 am y llega a la abandonada estación de trenes. Allí permanecerá hasta la madrugada, recorriéndola sorprendido: ahí estaba el mundo de Kafka en esas escaleras ruinosas, en esos corredores abandonados, en esa desolación hueca. Este sería el sitio donde rodaría en sustitución de los escenarios soñados.
En entrevista para Huw Wheldon de la BBC, Welles afirmaba que “La característica que le daba una fuerza especial [a la estación] era no sólo que se trataba de un espacio muy grande en el que trabajar y un lugar muy bello para fotografiar, sino que estaba embargado de tristeza…, de toda la pena que acumula una estación de ferrocarril en la que espera la gente… Sé que eso suena terriblemente místico, pero la verdad es que una estación de ferrocarril es un lugar visitado por los fantasmas” (1). La estación no pertenecía al gobierno, era propiedad privada perteneciente a una anciana, que accedió a que se rodara ahí. La filmación de El proceso transcurrió entre París, Zagreb y Roma, donde se fotografiaron las fachadas del Palacio de Justicia y del Ministerio de la Marina.
3. Ser Josef K.: Anthony Perkins fue el elegido por Orson Welles para interpretar al protagonista del filme, Josef K., un oficinista que es acusado de algo indefinido y puesto a merced de una justicia absurda. La decisión de Welles fue criticada en su momento y durante el estreno de la cinta se comentó que Perkins era muy alto, muy apuesto o muy delgado para interpretar a K. Welles se defendía diciendo que “Pienso que todos tienen la idea de K. como una suerte de pequeño Woody Allen. Así es como creen que es. Pero claramente se afirma en el libro que él es un joven ejecutivo en ascenso” (2).
Perkins venía del éxito de Psicosis (Psycho, 1960) y Welles no solo quería aprovechar eso, sino además la homosexualidad –no revelada- del actor, usando ese elemento para sumarlo a las características de fragilidad y miedo del personaje a ser expuesto. El realizador Henry Jaglom, amigo de Welles, comenta que “Ese asunto de la homosexualidad era increíble para ese momento. Fue intencional de parte de Orson: puso a esas tres hermosas mujeres (Jeanne Moreau, Romy Schneider, Elsa Martinelli) a tratar de seducir a este tipo que era completamente reprimido e incapaz de responder” (3). Perkins hace el tipo de papel que mejor le quedaba: el de un hombre inseguro, ansioso, que parece ocultar algo a toda hora y del que no estamos por completo seguros de su adecuado estado mental. Sin embargo, en el largometraje Welles lo hace más activo y beligerante que el protagonista del libro. La progresión de la exasperación y del agobio del personaje a lo largo de la cinta es uno de sus mejores aciertos. Compartimos con él la sensación de estar en un laberinto del que no hay salida posible.
4. Ladies and gentlemen, this is Orson Welles!: Pese al peso del texto literario, El proceso es un filme enteramente de Orson Welles. Desde Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1940) no se le veía tan libre y tan seguro. Su estilo expresionista ilustra de maravilla el mundo opresivo de Kafka. El uso de picados, contrapicados, grandes angulares, iluminación indirecta, reflejos y sombras hace de esta película un festín visual, recargado y sobrecogedor, pero muy efectivo.
El director de arte de El proceso, Jean Mandaroux, a cargo de un brillante equipo de diseño de producción, construyó dos escenarios que sirven de eje al filme: las oficinas donde labora Josef K., un enorme hangar donde hay más de 700 personas sentadas trabajando en escritorios perfecta y monótonamente alineados; y el Palacio de Justicia, metido en las entrañas de la estación d´Orsay, que es un sinfín de recovecos, escaleras, pasadizos, callejones sin salida, enormes pórticos y un gran salón, repleto de gente, a donde K. es llevado para ser juzgado. La posición de la cámara en este sitio evoca de manera instantánea a Ciudadano Kane, en un déjà vu visual claramente intencional que hermana a ambas películas con el sello de su autor.
Toda esta maquinaria escenográfica está dispuesta para empequeñecer al personaje, para hacerlo sentir parte de una masa y despersonificarlo. Welles quiere que sintamos la impotencia de Josef K ante un sistema indescifrable, burocrático y corrupto que está hecho para autocomplacerse, crecer endogámicamente y excluir a todos los que le generan incomodidad. ¿Una denuncia del fascismo? ¿Un recordatorio de padecimiento judío durante la Segunda Guerra Mundial? ¿Una persecución del homosexualismo latente? ¿Una premonición de tiempos por venir? ¿Un mal sueño de un hombre temeroso de ser impotente? Welles siempre dijo que no había símbolos que buscar.
El proceso no escapa al influjo estético del cine arte que se estaba haciendo en Europa en esos años. Tanto Pasolini –Accattone (1961)-, Resnais –El año pasado en Marienbad (1961)- como Antonioni –La aventura (1960)- son referentes inmediatos. El proceso los imita en la sensación de soledad, en el hastío espiritual, en lo críptico de sus narrativas. Sin embargo la cinta es muy autobiográfica y Welles así lo ha confesado. En conversación con Peter Bogdanovich, el director manifestaba que: “Lo que hizo posible que yo hiciera la película es que a lo largo de toda mi vida se repiten en mí las pesadillas de culpabilidad: estoy en la cárcel y no sé por qué…, voy a ser juzgado e ignoro el motivo. Es algo muy personal, típico en mí. Una expresión muy personal y no es cierto en absoluto que me encuentro fuera, en un mundo extraño que no tiene aplicación en mí mismo. Es la película más autobiográfica que jamás hice; la única que verdaderamente está cerca de mí” (4). Josef K. es Orson W.
5. Un motivo más para ver El proceso: Josef K. llega con su tío Max más a visitar a un prestante abogado (interpretado por Orson Welles) para que lo defienda. Tocan a la puerta y se abre una mirilla. Y tras ella, los ojos de Romy Schneider nos miran.
Referencias:
1. Orson Welles on The Trial. Interviewed on the BBC in 1962 by Huw Wheldon, página web: wellesnet.com, disponible en: http://www.wellesnet.com/trial%20bbc%20interview.htm, consulta: octubre 30 de 2014
2. Andrew Grossman, Orson Welles’ ‘The Trial’ Is a Study in Transcendental Sociology, página web: Pop Matters, disponible en: www.popmatters.com/feature/175398-aspects-of-orson-orson-welles-the-trial-a-study-in-transcendental-so/, consulta: octubre 31 de 2014
3. Edward Guthmann, Welles’ Rare Masterpiece Restored / Film based on Kafka’s `The Trial’ opens at the Castro, Página web: San Francisco Chronicle Enero 7, 2000, disponible en: www.sfgate.com/movies/article/REPEAT-PERFORMANCE-Welles-Rare-Masterpiece-2813363.php, consulta: noviembre 1 de 2014
4. Peter Bogdanovich y Orson Welles, Ciudadano Welles, Barcelona, Grijalbo, 1994, p.310
Publicado en el catálogo del XV Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia “El tiempo de las distopías”, págs.71-73
©Corporación Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia. Medellín, Col., 2014
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