Wicked, de Jon M. Chu
Desde su estreno en Broadway en 2003, Wicked se ha convertido en uno de los musicales perennes de la escena neoyorquina y mundial. Inspirado en la novela de Gregory Maguire, Wicked: Memorias de una bruja mala (Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West), publicada en 1995 y que dio inicio a una saga de cuatro libros que el propio autor denominó “The Wicked Years” sobre los eventos en la tierra de Oz previos a la llegada de Dorothy; el musical cuenta con canciones originales del compositor Stephen Schwartz y libreto de Winnie Holzman, que ya son parte del repertorio fundamental del teatro musical contemporáneo. Llegó ahora el turno de convertir Wicked en un musical para la gran pantalla de la mano del director californiano Jon M. Chu –el mismo realizador de In the Heights (2021)- con un guion coescrito por Dana Fox y la propia Winnie Holzman.
Puesto que en El mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939) la bruja del Oeste se derrite y queda convertida en humo cuando Dorothy, sin pretenderlo, le echa encima un baldado de agua, Wicked (Wicked Part I, 2024) es una “precuela” que busca contarnos los orígenes de esa bruja de color verde (que en la película de 1939 interpretó Margaret Hamilton), y que en realidad se llamaba Elphaba Thropp, hija bastarda del gobernador de la tierra de los Munchkin en Oz, a quien su esposa engañó con otro hombre, cuya identidad la película se preocupa en ocultar. Por el motivo que fuera (un elixir verde o la infidelidad), Elphaba nació con la piel color verde y con extraños poderes telequinéticos que no puede controlar bien. Desde pequeña la acompañaron siempre la discriminación, el matoneo y la culpa, y eso la convirtió en una joven retraída, resignada a no encajar en ningún lado, y a ser blanco de desprecio y burlas. Es un ser herido.
Aunque es su hermana parapléjica Nessarose la que va a entrar a la Universidad Shiz, Elphaba (Cynthia Erivo) termina siendo admitida y deberá compartir con la alumna más popular y frívola de la institución, Galinda (Ariana Grande, graciosamente sobreactuada), para ahora sumar desprecio y humillaciones a su carga original de traumas. La Universidad Shiz es una mezcla colorida del Colegio Hogwarts con el mundo de Charlie y la fábrica de chocolates, perfecta para ambientar los temas de la banda sonora. Hay romances imposibles, cantos a la popularidad, canciones de alegría y libertad, ilusiones y desilusiones juveniles… las canciones son la mayor herencia del musical original y las dos coprotagonistas las interpretan con enorme propiedad y sentimiento. Ese espíritu joven que se desborda en las melodías es el de la película. Y por ello hay celos, desplantes, dudas, zancadillas, amistades por conveniencia, engaños, escapadas sin permiso… una historia de coming-of-age en un mundo entre fantástico y mágico, literalmente. Eso sí, quizá hay demasiados elementos de “mensaje” subrayados acá.
El tono de Wicked cambia radicalmente cuando Elphaba se “gana” el derecho de conocer al propio mago de Oz en Ciudad Esmeralda. La aprendiz de bruja se lleva a Galinda –ya a partir de ese momento será Glinda- en un viaje que ellas ven como prometedor, pero los que conocen ya la historia de El mago de Oz saben el tipo de personaje que es el mago en realidad (acá lo interpreta Jeff Goldblum) y lo que les espera en realidad al par de jóvenes. El relato ahora es el de la confianza traicionada, el de las esperanzas rotas por aquellos que quieren abusar de los poderes de Elphaba. Ella responde con las armas que tiene a su disposición, llena de decepción, abrumada por la persecución de aquellos que inclinaron su cabeza cuando entró al palacio del mago. La atmosfera es ahora la de una película mucho más oscura y trepidante, con un despliegue de fuerza actoral de Cynthia Erivo, que interpreta ahí el icónico tema “Defying Gravity”, mostrando los elementos de espectacularidad visual de los que dispone el cine a su favor.
Una película de 2 horas y 40 minutos que abarca solo el primer acto del musical puede antojarse demasiado extensa para su propio bien, pero si eso implicó sumar elementos narrativos y formales propios y dignos del medio cinematográfico, y dejar al público con ganas de ver la segunda parte, entonces puede decirse que Wicked cumplió su cometido. ¿Qué la nostalgia del musical original ayudó a que esta película fuera bien acogida por el público? Muy probablemente así fue, pero recuerden que para millones de cinéfilos el musical de Broadway no es un referente, como sí lo es El mago de Oz, así que el filme de Jon M. Chu tenía que estar, si no a la altura de ese clásico, sí por lo menos ser digno de ser su “precuela”. Dorothy y Toto creo que no se sentirían traicionados con Wicked.
©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.