Y Dios creó a B.B.

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A finales de los años cincuenta, Simone de Beauvoir afirmó que Brigitte Bardot “merece ser considerada un producto de exportación tan importante como los automóviles Renault”. 

En una de las secuencias iniciales del filme Solamente por amor (La bride sur le cou, 1961) Brigitte Bardot –la llamaré B.B. de acá en adelante, tal como todos hacían- interpreta a una modelo llamada Sophie. Están en una sesión fotográfica y ella está tendida en una hamaca. De repente adopta una pose juguetona con la mano derecha en su mentón. Una asistente del fotógrafo la ve y se sorprende.
-¿Qué haces?- le pregunta.
-Trato de parecer una gatita. Es lo que me va mejor- responde Sophie.

Obviamente la respuesta no solo es del personaje, ahí está también B.B. reconociendo sarcásticamente lo que sus papeles y su público le exigían: ser a toda hora una gatita sinuosa e insinuante, exudando sexualidad y deseo. Solamente por amor fue dirigida por Roger Vadim, quien había sido su primer esposo. Él, un ex periodista de Paris Match, fue el responsable de realizar la película que la lanzaría a la fama, pese a que ella ya venía actuando desde 1952. Se trató de Y Dios creó la mujer (Et Dieu… créa la femme, 1956), lanzada a finales del año en el que, al otro lado del océano Atlántico, Marilyn Monroe apareció en Bus Stop, de Joshua Logan.

Y Dios creó a la mujer (1956)

Y Dios creó a la mujer (1956)

Marilyn era la rubia ingenua de buen corazón, B.B. –a sus 22 años- era un vendaval femenino, una caprichosa joven que disfrutaba libremente de su sexualidad y sus instintos sacando partido de ellos. Semidesnuda y con su rebelde cabello rubio desorganizado, Juliete Hardy, su personaje en Y Dios creó la mujer, está dispuesta a demostrarle a todos que ha llegado una creación inédita en el cine: la de una mujer que era dueña absoluta de su cuerpo y de sus pasiones. El escándalo mediático, religioso y social no se hizo esperar, pero los críticos de cine que se convertirían en unos años en los directores de “la nueva ola” del cine francés vieron en este largometraje un modelo a seguir. François Truffaut declaró que “Brigitte Bardot es magnífica; por primera vez es por completo ella misma. Uno tiene que ver sus labios temblando violentamente luego de que [Jean-Louis] Trintignant la abofetea cuatro veces. A ella la dirigen con afecto, como una mascota, como Jean Renoir dirigió a Catherine Hessling en Nana”. Jean-Luc Godard, mientras tanto, escribía en Cahiers du cinéma que “No tiene sentido elogiar a Vadim por estar adelantado a su tiempo, porque lo que ha ocurrido es que todos los demás están atrasados, mientras él está al día. Una excelente razón, podría uno decir, para probar el teorema que propone a Vadim como el mejor de los directores jóvenes franceses trabajando ahora”.

Ante las múltiples voces que se quejaban de que la cinta era explotadora, indecente e inmoral, Vadim respondía que “La gente pretende estar en shock por la desnudez de Brigitte y su sensualidad descarada cuando, de hecho, están atacando una película que hablaba sin hipocresía del derecho de la mujer a disfrutar del sexo, un derecho hasta ese punto reservado para los hombres”.

En caso de desgracia (1958)

En caso de desgracia (1958)

En 1958 B.B. estrena En caso de desgracia (En cas de Malheur) de Claude Autant-Lara, donde de nuevo interpreta un personaje que se vale abiertamente de su sensualidad para lograr sus fines. Su poder sexual logra desestabilizar a un abogado maduro (interpretado por Jean Gabin) que es capaz de arruinar su carrera con tal de hacerla suya. Ella, mientras tanto, tiene un amante joven. Al año siguiente en la revista Esquire, Simone de Beauvoir publica un ensayo titulado “Brigitte Bardot and the Lolita Syndrome” donde defiende el rol que B.B. ha jugado en la emancipación de la mujer. La llama “la locomotora de la historia de las mujeres” y afirma que “en el juego de la cacería ella es a la vez cazadora y presa. Los hombres son un objeto para ella, tanto como ella es un objeto para ellos. Eso es precisamente lo que hiere el orgullo masculino”.

Pese a inspirar a los realizadores de la futura “nueva ola”, la carrera de B.B. floreció –paradójicamente- en manos de los autores de la generación previa de cineastas franceses, precisamente aquellos frente a los que van rebelarse Chabrol, Truffaut, Godard, Rivette y compañía. Al ya mencionado filme de Autant-Lara (que tuvo guión de Aurenche y Bost, dos guionistas a los que Truffaut culpa de la parálisis del cine francés) hay que sumar Juguete de una Mujer (La femme et le pantin, 1959) de Julien Duvivier, Babette se va a la guerra (Babette s’en va-t-en guerre, 1959) de Christian-Jaque y La verdad (La vérité, 1960) del maestro Henri-Georges Clouzot. Ninguno de estos veteranos directores dejó de incluir las escenas que parecían obligatorias en una película protagonizada por B.B.: un desnudo, una seducción por parte de ella, una danza y obviamente a los protagonistas acostados amándose apasionadamente (mientras más prohibida fuera esa pasión, mejor).

La verdad (1960)

La verdad (1960)

Mientras tanto su fama en los medios crecía sin freno: se había divorciado de Vadim en 1957 luego de un romance con Jean-Louis Trintignant, el coprotagonista de Y Dios creó a la mujer. Con él vivió dos años, pero ella se involucró con Gilbert Becaud y luego con el cantante Sacha Distel. En 1958 intenta suicidarse usando gas y píldoras; al año siguiente queda en embarazo del actor Jacques Charrier, con quien posteriormente se casa. Su hijo Nicholas-Jacques Charrier nace en enero de 1960; dos años después se separa de su esposo y se involucra con el actor Sami Frey. En 1961 recibe una amenaza de la OAS (Organisation de l’Armée Secrète), el grupo terrorista francés de derecha que luchaba contra la independencia argelina, en la que le exige 50.000 francos como contribución a su causa y así evitar ser asesinada por ellos. La actriz envía la carta al periódico L´Express para que la publiquen, añadiendo una respuesta en la que afirma que “no voy a seguirles el juego, porque no quiero vivir en un país Nazi”. Es comidilla permanente de las revistas y los paparazzis. No es casual que en la última escena de Solamente por amor, B.B. le arroje una bola de nieve a la cámara mientras grita ¡Basta de fotografías!

Louis Malle (derecha) dirige a B.B. y a Mastroianni en El amor es asunto privado (Vie privée, 1962)

Louis Malle (derecha) dirige a B.B. y a Mastroianni en El amor es asunto privado (Vie privée, 1962)

Su compleja situación personal y profesional fue retratada por Louis Malle en El amor es asunto privado (Vie privée, 1962) donde ella interpreta a Jill, una bailarina francesa que, según la narración del filme “intentó abrirse camino posando para revistas. De ahí al cine solo hay un paso. Y lo dio sin mucho entusiasmo. Algo pasó entre aquel rostro y aquella máquina. Una relación misteriosa, una unión mágica. Y Jill, a su pesar, se convirtió en una estrella, una reina, una diosa, un monstruo sagrado”. La película de Malle es muy precisa, pues en realidad B.B. asistió a clases de ballet con el coreógrafo ruso Boris Knyazev en el Conservatoire Nationale de Danse en Paris en 1947; entre 1949 y 1950 modela para la revista Elle y por haber aparecido en su caratula logra una audición con el director Marc Allegret, cuyo asistente es Roger Vadim. En 1952 debuta en el cine, tiene un aborto, más tarde intenta suicidarse y al final de ese año se casa con Vadim.

El amor es asunto privado muestra su ascenso al estrellato, los titulares de prensa que dan cuenta de su éxito, sus amores y sus excesos, así como del escándalo que causan sus filmes; la persecución a la que es sometida por los fanáticos y la prensa, la tendencia que genera con su ropa y su peinado estilo colmena, el hastío y el cansancio que le provocan el carecer de privacidad. Incluso se recrea el episodio que le sucedió en 1959 cuando una mujer la atacó en un ascensor con un tenedor. El ataque en la película solo es verbal, pero igual de demoledor. La apacible mujer de la limpieza, que se encuentra con Jill en el ascensor del edificio donde ella vive, la reconoce y le dice: “¿Qué tal si deja en paz a esos pobres chicos? ¿No irá a acostarse con todos? ¿Qué es usted? ¿Una perra? Sí, es eso, una perra. Una zorra carente de respeto y pudor. Te dan millones para verte desnuda mientras mi hermano lucha en Argelia. Pero esas cosas se pagan”. Louis Malle en declaraciones para Le Monde a propósito de este filme explicaba que “Brigitte Bardot es un personaje ejemplar, tanto víctima como heroína trágica de nuestra sociedad, el símbolo del mal funcionamiento de nuestras vidas”.

El reposo del guerrero (Le repos du guerrier, 1962)

El reposo del guerrero (Le repos du guerrier, 1962)

Malle contó con ella en dos proyectos más: una sátira llamada ¡Viva María! (1965) donde la juntó con Jeanne Moreau para contar una historia de revolución en una nación centroamericana ficticia que es colonia inglesa. Los clichés y un humor dudoso abundan, así como la piel de ambas actrices. En 1968 B.B. protagonizó para Malle un episodio de Historias extraordinarias (1968), llamado William Wilson, donde se enfrenta a Alain Delon en un duelo por demostrar poder. Los sádicos azotes a la que la someten tienen un trasfondo sexual inocultable. Antes de estos dos cintas, B.B. había rodado para Godard una gran película, El desprecio (Le mépris, 1963) una valiosa reflexión sobre el cine y la dificultad que implica tratar de ser un autor sin estar sometido a los caprichos de los productores. Como la vida imita al arte, los productores de El desprecio le exigieron a Godard que incluyera una escena de B.B. desnuda en cama junto a Michel Piccoli. El director tuvo que acceder y, claro, esa pequeña secuencia-prólogo se ha convertido en lo más recordado de este filme.

De esa misma época es El reposo del guerrero (Le repos du guerrier, 1962) una cinta curiosa pues contiene los mismos elementos que caracterizan al cine de Bardot pero invertidos: ella es ahora la burguesa seducida por un hombre decidido y misterioso que hace tambalear sus valores. Que la película haya sido dirigida por Roger Vadim contribuye a hacerla inusual dentro de su filmografía.

Las petroleras (Les pétroleuses, 1971) de Christian-Jaque

Las petroleras (Les pétroleuses, 1971) de Christian-Jaque

B.B. se casó en 1966 con Gunther Sachs, un playboy alemán a quien había conocido en St. Tropez dos meses antes de la boda. Su unión duraría tres años, durante los cuales ella tuvo un romance con el cantante Serge Gainsbourg. Entre 1969 y 1973 participa en siete cintas y decide retirarse del cine a los 39 años de edad, para dedicarse activamente a la protección de los derechos de los animales. En 1976 inaugura la Fundación Brigitte Bardot para el Bienestar y la Protección de los Animales. Cada vez que sale a la luz pública es para referirse a ese tema, a veces muy agresivamente. En 1992 se casó de nuevo, ahora con Bernard d’Ormale, un industrial de derecha y amigo de Jean-Marie Le Pen. Su libro Un grito en el silencio (2003) le trajo problemas judiciales al ser acusada de promover el odio racial, tras denunciar la “islamización de Francia”.

Polémica, reaccionaria, xenófoba y solitaria, B.B. pasa su vejez en su refugio de St. Tropez aquejada de una artritis que le impide caminar bien. En septiembre de 2014 pidió al gobierno francés la que considera “su última voluntad”: la prohibición de los rituales donde se sacrifiquen animales. Así es ella y así será siempre. Ya sabemos que con B.B. no se juega.

Una versión más breve de este texto fue publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano (Medellín, 28/09/14). Págs. 8-9
©El Colombiano, 2014

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

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